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Seminario
La dirección de la cura en el análisis con niños:
la pulsión y el objeto

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Organizado por PsicoMundo y Fort-Da

Dictado por : Marité Ferrari


Clase 5


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La esquizia del ojo y la mirada

Lacan aborda la temática de la pulsión escópica en determinados momentos de su enseñanza. En el Seminario " La angustia", en la clase 19, en relación a las diversas modalidades de presentación del objeto a, y su relación con la emergencia de la angustia. En el Seminario "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis" se dedica a discutir con Merleau Ponty la fenomenología de la percepción, para proponer la esquizia del ojo y la mirada , motivada por la introducción del deseo en la función biológica del ver. Más tarde le dedica un Seminario , "El objeto del psicoanálisis".

Vamos a intentar pensar la mirada como la subjetivación de la función biologica del ver, así como pensamos el objeto oral como discernible de la función biológica de la ingesta y al anal como recortable de la excreción.

Lacan propone un primer tiempo en el que el sujeto es mirado. En este sentido el sujeto es cuadro, fotografiado por la mirada que encarnaría la luz. El sujeto sería entonces parte del cuadro, mancha o pantalla .Aquí introduce una anécdota , en un tiempo en el que solía salir a pescar en una laguna, uno de sus acompañantes hacía el chiste de señalar una lata sobre la superficie del agua, refractando los rayos de sol. Esta persona decía, ¿Ves esta lata que brilla sobre la superficie del agua..Pues bien así como vos la ves, ella no te ve. Lacan se preguntaba por qué este " supuesto" chiste a él no le causaba ninguna gracia.Más bien le despertaba cierto grado de zozobra, de angustia. Seguramente porque la posición de ese objeto luminoso, refractando la luz que recibe del sol, condenado a darse a ver, pero sin poder mirar, o aún mirarse, representa la primitiva posición alienada del sujeto como objeto coagulado dentro del cuadro, como objeto mirado por el Otro, arrojado a la escena para ser visto, o bien para dar a ver, pero sin poder subjetivar, sin poder ver,sin poder darse a ver, sin poder mirar. Es el tiempo de la captura imaginaria en la mirada del Otro, condición inexorable para poder luego verse. Verse de qué manera? Verse amable en el espejo: tiempo del estadio del espejo, donde el sujeto puede verse, a condición de que la mirada del Otro, su deseo, pueda sostenerlo. Sin el sostén del Ideal, sin la relación al falo que implica su relación al deseo del Otro, no podría haber i ( a), el sujeto no podría anticipar la unidad imaginaria de ese cuerpo fragmentado por la parcialidad pulsional. A diferencia del animal, que nunca podría sustraerse a la captura imaginaria de la mirada del Otro,el sujeto puede mirar, verse. Las cosas me miran , pero también puedo verlas, verlas en el sentido del más allá de la imagen retiniana, verlas viendo eso que allí falta, y que por eso mismo pone en causa el deseo.Para esto es necesario elidir la cuestión de que las cosas nos miran , de que somos objeto de la mirada del Otro. Es preciso sacarse de encima el peso de esa mirada amenazante del Otro, plena , certera, que nos volvería transparentes .Es preciso que el ese ojo que nos ve tenga cierta punto de ceguera, donde podamos quedar al resguardo de su goce escópico. ¨Por qué los bebés disfrutan tanto del juego donde el adulto se tapa la cara. Está la experiencia del fort da, pérdida y recuperación del objeto, pero específicamente el alivio de la pérdida de ese ojo omnividente. Puedo sustraerme a la mirada, a dejar de ser objeto del goce escópico.

¿Dónde está el sujeto? -la mamá le pregunta al bebé llamándolo por su nombre, donde está... La respuesta en el juego es puedes perderme, puedes dejar de mirarme, te puedo faltar, o bien, puedo perderte, me haces falta. De allí el corte, la pérdida del exceso de goce del ser absolutamente mirado, para disfrutar del reencuentro.

El mal de ojo y la envidia

¿Por qué en diferentes culturas se sostiene la creencia en el mal de ojo, creándose artilugios o rituales para evitarlos, o acotarlo? ¿Por que el ojo del Otro encarnaría cierta maldad, un querer nuestro mal, del que deberíamos prevenirnos. El ojo está dotado entonces de un apetito excesivo, que nos haría daño, fulminándonos, privándonos, petrificándonos- recordemos el castigo a quienes se atrevían a mirar las imágenes tentadoras de Sodoma y Gomorra: ser convertidos en piedra. Ese apetito excesivo del ojo es otra versión pulsional del goce superyoico, esta vez alojado en la mirada. Si la castración no se ha escriturado, entonces, ese ojo no cegado por ningun corte, por ninguna falta, aplastará al sujeto con su certeza de goce, es por esto que lo que ve se la vuelve signo al paranoico, signo de qué; de la implacable voluntad de goce del Otro. Esta interpretación del "mal de ojo" le sirve también a Lacan para pensar este necesidad del artista, del creador, de mostrar, de hacer pública, de dar a ver su obra. ¿Qué apetito, qué goce se aplacaría en este dar a ver? Esta mostración serviría para dar algo a cambio, para aplacar la voracidad de la mirada del Otro.

Si bien existe un ojo que querría nuestro mal, es imposible encontrar el ojo bueno, uno que nos bendijera. Esta cualidad devastadora del goce escópico se encuentra presente en la envidia, cuya etimología proviene del latin: videre. San Agustín ubica a la envidia como la mirada ponzoñosa que el infante le dirige a la escena de su hermano lactante prendido del pecho materno. Esta mirada que destila ponzoña, que encierra un goce excesivo, ¿puede ser pensada desde la posición de los celos, esto de querer tener eso que el lactante puede perder, es decir el pecho de la madre? Para nada es así, no se trata de la estructura triangular de los celos, donde está el sujeto, el rival y el objeto, objeto recortable, perdido, , que a la manera de la zanahoria del burro, orienta los desfiladeros del deseo, y enfrenta al sujeto con su falta. En el caso de la envidia, es el sujeto está condenado a mirar, a ser testigo de un goce realizado, este entre el lactante y el pecho, donde la posesión del objeto implicaría una satisfacción, goce pleno, sin la mordedura de la castración. Es un goce que lo convoca a mirar , con la ponzoña de la mirada este goce no mordido por la castración. Como si la envidia diera cuenta de cierto goce exhibicionista del otro, que se vuelve insoportable, envenenante para el sujeto, que en tanto espectador, es objeto a, caído de la escena de goce.

La mirada aparece como reverso de la conciencia,en la medida en que la conciencia podría definirse como la ilusión de verse verse .En la clase del 26 de febrero del 64, Lacan plantea que " En la relación escópica, el objeto del que depende la fantasía a la que el sujeto está colgado en una vacilación esencial, es la mirada . ..Desde el momento en que el sujeto intenta acomodarse a esa mirada , se convierte en ese objeto puntiforme, ese punto de ser desvaneciente con el que el sujeto confunde su propio desfallecimiento. Por eso, de todos los objetos en los que el sujeto puede reconocer la dependencia en que está en el registro del deseo, la mirada se especifica como inasequible. Por eso, más que cualquier otro objeto es desconocido, y quizás por esta razón el sujeto encuentra tan felizmente el medio de simbolizar su propio rasgo desvaneciente y puntiforme en la ilusión de la conciencia, de verse verse, en la que elide la mirada" .

Padre, no ves que estoy ardiendo? Tener que vérselas con lo real de la sexuación

El sujeto tiene que " verselas" con lo real de la sexuación para acceder a cierta recuperación de goce en su posición sexuada. Ya Freud había demostrado la eficacia de la amenaza de castración en el tiempo en el que el sujeto puede ver el genital femenino- viendo allí lo que falta, lo que no hay. No se trata de que el pequeño tenga la imagen retiniana del genital femenino, la cuestión es que se da a ver allí más allá de lo que se muestra, lo que hace posible escriturar la oposición fálico-castrado.Lo importante es lo que se puede subjetivar en esto que no está en lo que se ve.

Lo escópico se juega también en la posición del sujeto mirando la escena primaria, que ya para Freud adquiere un valor traumático, es decir que comporta, al igual que la visión del genital femenino, el encuentro con lo real, una tyché. Un mal encuentro, en tanto lo simbólico no puede terminar de nominarlo. La relación entre lo escópico en la estructura del fantasma y lo traumático de la escena primario está presentado por Freud en "El hombre de los lobos". El paciente experimenta un sueño de angustia, a través de la ventana se ven los lobos, un grupo de lobos inmóviles que lo miran, mirada que lo acosa hasta producir el despertar. En el sueño, ello muestra, y en el punto de lo que es dado a ver enfrenta al sujeto con un goce excesivo- no mordido por la falta, donde falta la falta, cierta veladura de esos ojos , una posición al menos entreabierta- aparece el desarrollo de angustia. La angustia lleva al despertar, el sueño no ha podido ser el guardían del dormir, para que esto ocurriera lo real del " ello muestra" debería quedar velado, atrapado dentro de las coordenadas fantasmáticas. Esta mirada de los lobos de las que el sujeto no puede sustraerse, vendrían a representar un goce escópico al que el sujeto habría quedado fijado., y que Freud vincula con la contemplación del coito entre los padres, donde el sujeto habría quedado identificado a la posición de la madre. En el texto del sueño el paciente dice "presa de horrible miedo,sin duda de ser comido por los lobos, empecé a gritar y desperté....tardé largo rato en convencerme de que sólo había sido un sueño..."De este modo, lo real del "ello muestra" impedía al sujeto recuperar la conciencia, esa ilusión de viéndose ver, de saberse soñando.La escena de la fijeza de la mirada de los lobos denotaban el punto de mayor afanisis del sujeto en el campo del Otro: el podría quedar petrificado por esa mirada de la cual no puede sustraerse, que lo lleva a ser vampirizado por el Otro, o bien, como después trabaja Freud, sodomizado por él, como la madre en la escena del coito.Esto demuestra cierto fracaso en la operatoria de la función paterna y la castración, en cuanto el padre aparece investido por los atributos del superyo materno. La angustia denota la falta de la falta, hay cortes no efectuados con el Otro materno.

En cuanto al sueño donde el joven muerto aparece demandando al padre ¿no ves?, lo interesante es esta cuestión del " estar ardiendo", como metáfora de lo real pulsional que hace arder al joven, que convoca desde este real la mirada del padre, pero antecedida por la negación. Esta impotencia del padre, de la función paterna, para venir a producir allí corte, cuando el sujeto está ardiendo por lo real pulsional, por lo real de la sexuación que lo acosa en los tiempos de la pubertad. Recordemos que este sueño también aparece como sueño de angustia, que en este caso lleva al padre a despertar, teniendo que responsabilizarse por sus faltas, esas de haberse quedado dormido cuando debía velar por su hijo muerto.

Lo interesante entonces es recortar el goce escópico articulado al sueño, que en el caso de los sueños de angustia,producen el despertar. Lo importante es dilucidar en el sueño de es el goce no acotado, el corte no efectuado en relación al objeto pulsional, y la captura del sujeto en las coordenadas de Otro no barrado. Esta dificultad que el sujeto tiene en recuperar la ilusión de la conciencia nos orienta en relación a lo real del goce que lo acosa, la cara real del sueño. Diríamos que el despertar es el intento del sujeto de eludir lo real del sueño, del " eso muestra", de la faceta exhibicionista del sueño, buscando la ilusión de la conciencia, sustrayéndose a la mirada que lo anula. También una apelación al padre, al padre simbólico , a su función de corte, para perder el goce en exceso que lo lleva al desarrollo de angustia.

La fascinación en la mirada materna: Todo sobre mi madre

Una película bastante reciente del director Almodóvar tiene un nombre que resuena como ambiguo "Todo sobre mi madre". El mi resulta inquietante. ¿Sobre quién recaería el posesivo: sobre el jovencito caído de la escena, presa del pasaje al acto el mismo día en que se le hablaría del padre? ¿ Sobre el bebé que produce en su cuerpo el milagro de la negativización del HIV, por efectos omnipotentes del amor de la mujer que lo adopta? ¿Es la madre del propio director? Es mi madre, no una madre. Y la pregunta podría desplazarse de Todo sobre mi madre a ¿ Es mi madre Todo? ¿ Es un Todo que no puede agujerearse, y que termina entonces vampirizando a sus hijos? Hay apenas una viñeta fugaz en el film donde se presenta al hijo adolescente, que tímidamente reclama el día de su cumpleaños saber del padre. La madre accede, a condición de invitarlo a ver una obra de teatro de la que es particularmente afecta, y que ella misma a representado: "Un tranvía llamado deseo".Es invitado a ¿ver el deseo?, a ver lo que la madre desea, es decir lo que a la madre le falta?..Después de la obra, ambos salen del teatro y el joven queda hipnotizado por la imagen de la mujer madura. La mirada de esta mujer lo hipnotiza, casi diríamos que lo ciega. El joven se arroja a las calles a seguir con los ojos la imagen de la mujer, que viaja en auto. Corre el auto y atrapado por esa imagen que termina encegueciéndolo, es atropellado por otro vehículo,para caer muerto ante el desconsuelo materno. El joven intenta "hacerse ver", lo que supondría que a la actriz algo a ver le haría falta. Como no puede cavar su lugar en este Otro fascinante, no puede hacerle falta, no puede despertar el deseo de mirarlo, entonces, se arroja de la escena en el pasaje al acto. Este pasaje al acto priva al sujeto de " saber" sobre el padre, le permite a la madre sustraerse a quedar en falta frente al hijo, confesando la condición travesto del padre.El pasaje al acto del hijo es sacrificial, permite que siga siendo Toda. Si la mirada del otro lo captura como objeto y lo apresa en las coordenadas del goce en exceso, esto indica que la función paterna no ha operado, que hay un corte de objeto no efectuado, no hay borde que lo pulsional pudiera recorrer. De allí el fracaso del "hacerse ver", que no es igual a dejar ver del acting, y menos aún del dejarse caer fuera del campo de la mirada del pasaje al acto. El hacerse ver es el tiempo del retorno de la pulsión donde el sujeto ha logrado faltarle al Otro y a su vez ha localizado lo que le falta , más allá de lo que ve. Está algo así como advertido de la trampa de la imagen como señuelo, y puede sustraerse a la fascinación aplastante de la imagen. No se trata de que el joven desee a la mujer, sino que no puede cortar con su imagen aplastante. El goce escópico en exceso, no poder agujerear el objeto, lo termina matando. Hay falta en la escritura de la castración, de allí la dificultad en recortar el objeto mirada para hacerlo objeto de deseo, como objeto en falta.

El joven no puede recuperar por un instante la ilusión de la conciencia, donde pudiera verse corriendo como un loco por las calles . Recuperar la conciencia implicaba sustraerse a esa mirada que lo enceguecía y lo tragaba. No podía operarse esa sustracción por no estar escriturada la falta: la madre no es Todo, la imagen de la mujer no es todo. Si la madre lo es todo el pasaje al acto suicida, o la psicosis , aparecen a la vuelta de cualquier esquina.

Dada esta estructura materna, no hay trabajo de duelo, en el sentido de escriturar la falta. La madre se dirige a buscar altravesti , para obtener de él, aunque por intermedio del cuerpo de otra mujer que finalmente muere, otro hijo. Para seguir siendo Toda.

Hay otr viñeta en el film donde aparece lo escópico. La joven que finalmente se embaraza y se muere por contagiarse el HIV del travesti , ha tenido antes de estos episodios un encuentro con su padre. Hay una escena donde la mujer se baja de un auto y se encuentra con su padre, quien la ve pero no la reconoce porque está dementizado. Este ser vista sin ser reconocida angustia a la joven, que se ofrece también sacrificialmente a esta madre entregándole el hijo que ha venido a buscar. También la joven ha fracasado en hacerse ver por el Otro, no le hace ya falta, aunque sea por la vía de la demencia. El hijo que se procura no está en relación a una falta sino a un exceso, es un hijo por el cual perderá la vida y será para esa madre, que no puede sino ser Toda.

Ojos bien cerrados

Tal el título de otra producción fílmica, en este caso de Staley Kubrick, quien interroga el efecto devastador de la impulsividad del querer ver, para saber esto que el Otro sexo querría. El hombre se ve empujado a querer ver, adentrándose en una escena donde cada vez más se pone en pelligro, intentando encontrar solución al interrogante que el deseo de su mujer le plantea. Ella ha visto a un hombre cualquiera, con quien ha tenido determinada fantasía. A partir de esta confesión el hombre se arroja a una impulsividad que lo lleva a tener que ver ada vez más dentro de una escena donde ni puede sustraerse a mirar aún a sabiendas del peligro que esa situación conlleva. Es un goce confinado a la mirada, procurando encontrar aquello que nunca podrá verse, a saber el objeto de deseo del Otro ..Hasta donde puede un hombre perderse por escudriñar eso que la mujer desea, seguramente esta búsqueda lo llevará al borde de perderla...

Ya en el Seminario de "La Angustia" Lacan había observado esta adoración por los párpados semicerrados del Buda, que indican el lugar de cierto goce al que había en parte que renunciar para acceder al estado de pacificación que supone la contemplación interior.No están absolutamente cerrados, ni tampoco plenamente abiertos, algo se ve recortadamente, y si hay un goce posible a ser recuperado es a condición de renunciar a verlo todo. El afán de Edipo de querer ver, de querer saber, lo lleva a tener que cegarse, a arrancarse los ojos. Es condición de existencia del sujeto esta ceguera parcial, esta necesidad de entrecerrar los ojos para renunciar al exceso de goce escópcio que introduce al sujeto en los desfiladeros. de la cara real de la pulsión, como pulsión de muerte.

En este punto no es azaroso que nuestra cultura actual, cultura de la imagen, caracterizada por el exceso del goce escópico,esté animada todo el tiempo por una voluntad de poder que amenaza todo el tiempo con la eclosón de la guerra total. No por casualidad el mayor atentado de esta etapa escópcia de la cultura haya sido justamente el choque contra las Torres gemelas, era el epísodio a " ser visto" más descomunal que se hubiera planificado. Muy en serie con ciertas producciones fílmicas donde cada vez más el goce de mirar y dar a ver son centrales en la dimensión del acto. Una de las últimas película comporta un malsano intento de notoriedad de un criminal, que se dedica a filmar sus actos criminales para ganar sus sesenta segundos de fama. El auge de los reality show, las guerras mediáticas Irak, la posición de dominio de los medios televisivos en el sistema político actual, son testimonios de la cuestión crucial de lo escópico como modalidad de goce específicamente humano.Su despliegue al infinito, la casi compulsión a darse a ver o a mirar, están en serie con cierto déficit de la función paterna en nuestra cultura contemporánea. Este será otro tema a articular, de qué modo puede acotarse el goce pulsional por la vía de la operatoria simbólica de la castración. En otros términos, cómo articular nominación y goces.

Marité Ferrari


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