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Seminario
Epistemología Psicoanalítica
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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por :
Oscar Pablo Zelis


Clase 4


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¿Hacia una psicología científica o cientista? El psicoanálisis como respuesta científica.

En las clases anteriores, hemos logrado situar en el mapa de las ciencias, el lugar de una psicología como rama epistémica –en el mapa peirceano (ver Clase 3) en A.1.3.2.1-. Ésta será la rama de la ciencia que se ocupe de aquellas problemáticas humanas que se le escapaban al resto de las ciencias y de las cuales ya dimos numerosos ejemplos: –los     problemas emocionales;  los estados de ánimo; las particulares dificultades del ser humano en sus vínculos y relaciones con los otros; el sufrimiento por el amor o por el odio; la angustia; los sufrimientos de cada sujeto ante sus propias contradicciones, y su impotencia por solucionarlo; el dolor psíquico; la imposibilidad de pensar proyectos, la vivencia pesimista de toda situación; las acciones impulsivas y repetidas contra la propia voluntad; por no entrar directamente en las patologías y perturbaciones ya inscriptas en el campo médico legitimizado, y de las cuales se ha aceptado una etiología psicológica/emocional (ver, por ejemplo el DSM)-. La evidencia empírica de perturbaciones o síntomas psíquicos, como dijimos, es irrefutable. Incluso para las posiciones más duras y rígidas, incluidos aquellos que siguen pensando lo psíquico solo como efecto del funcionamiento cerebral u hormonal. Uno de los recursos más utilizado en este último caso, ante lo innegable de la evidencia de sintomatología psicológica, ha sido establecer en la actualidad un término-concepto clave, que sería la llave de la conexión cuerpo-psiquis: nos referimos al término “estrés”. Más adelante lo retomaremos. Pero antes, analizaremos un ejemplo actual de abordaje de problemáticas psi, desde un encuadre que podríamos ubicar en lo que anteriormente nombramos como “psicología médica”, atravesada por el discurso actual más preponderante con respecto a lo médico y a lo psíquico, donde como vimos, se destaca a modo de “significante-amo” la palabra neurociencias.

Prestando atención a los medios televisivos, a comienzos y mitad de este año se pudo observar varias entrevistas en distintos canales abiertos y de cable, realizadas al destacado  Dr. Daniel López Rosetti (1). Elegimos a continuación algunos fragmentos del programa del periodista Luis Novaresio, emitido el 27/7/2018 (2).

En dicha entrevista –dinámica y muy rica en contenidos-, Rosetti desarrolla varios tópicos relacionados con nuestros temas del Seminario, con buen razonamiento e ideas interesantes. En primer lugar sienta su postura y la de su equipo de asistencia de “Medicina del Estrés”, de eliminar toda indicación no necesaria de medicamentos, buscando el alivio subjetivo desde otros medios. Dirá, por ejemplo, que un problema de los ansiolíticos es que modifican y disminuyen la actividad onírica durante el dormir. Señala –lo que ya lo aleja de las posiciones más cientistas-, que hay que atender a indicadores psicológicos, como por ejemplo, las “ganas”. Si el paciente, por ejemplo, le manifiesta que ya siente que “tiene ganas”, eso ya es un indicador positivo de salud. Tiene una posición crítica hacia considerar al ser humano sólo como ser-orgánico-racional-cognitivo, y  destaca la importancia de la emoción y los sentimientos. Para ello se apoya en una concepción de evolución biológica antropológica, desde donde se evidencia que el “razonamiento” tal como lo entendemos, ha aparecido muy recientemente en comparación con la historia evolutiva humana. Y de ahí el título de su libro: “Emoción y sentimientos: No somos seres racionales; somos seres emocionales que razonan”. El subtítulo sitúa su postura, de entender al ser humano actual como un organismo preponderantemente emocional, al que se le ha sumado en la última parte de su desarrollo el razonamiento cognitivo.
En la entrevista, Rosetti cuenta que su equipo emplea tests de evalución cognitiva, para medir y detectar el estrés. El estrés pasa a ser un término herramienta-conceptual. “Estrés psicológico”; por tanto, es un concepto que se adscribe al campo de la psicología, pero conectado con el campo de la medicina. Parece ser un concepto visagra que permite conectar psicología con medicina científica (más adelante desarrollaremos esta temática). El indicador de que hay estrés, se constituye por medio de distintos análisis clínico-médicos, y resulta positivo si se detectan aumentos de cortisol, arritmia, elevación de la frecuencia cardíaca; adrenalina, colesterol… Todo esto es indicador físico-bilógico de que hay “tensión psicológica”, elemento mental que perturba al ámbito físico.  El otro término que utilizaba en dicho momento de la entrevista es el de ansiedad, situada como un proceso en general normal, pero hasta cierto nivel, luego del cual se torna en disruptivo, y esto se verifica si produce inconvenientes en la actividad cotidiana.

Dirá que las enfermedades que entran en el campo psicológico, son las que están clasificadas en los Manuales DSM (IV o V) (3). El concepto de ansiedad, está puesto en primer plano. A partir de él, se pueden pensar algunas patologías, pensando la ansiedad como temor anticipatorio, de algo que se presume va a llegar en un futuro. Aquí marca una diferencia con los otros animales, que por ejemplo, no padecen problemas de infarto de miocardio, ya que éste está relacionado con el sufrimiento humano, sufrimiento que se genera al temer posibles peligros futuros.  Rosetti señala que el psicoanálisis tiene algunos aportes importantes, pero que no sería el método más científico y directo desde el campo médico. Ahora bien, de su conversación con Novaresio, surgen indicadores de que no conoce en profundidad los desarrollos psicoanalíticos (4). Al hablar de las pulsiones, su concepción no se aleja mucho de pensarlas como semejantes al instinto animal; y al ser consultado por la concepción de deseo de Freud, hablará de la segunda tópica –Yo, Super Yo y Ello-, quedando entonces la idea de deseo, unida solo al Ello. Desde los desarrollos psicoanalíticos sabemos que ya Freud insistió en que el concepto de pulsión no es asimilable al de instinto, y que el concepto de deseo –en  su inicio, como deseo originado por algo perdido e imposible de recuperar (Freud) o más contemporáneo, el deseo articulado en el nudo Real-Simbólico-Imaginario (Lacan)-, no es explicable solo con la instancia del Ello.
Se vuelve a evidenciar que en la cultura actual, cuando se debate sobre psicología y psicoanálisis, muchas veces el conferencista no tiene una idea profunda de los desarrollos conceptuales del psicoanálisis.  Pero esto, como decíamos en la Clase 1, no es privativo de este momento de nuestra historia. Volvamos por un momento a Ernst Cassirer. Si destacábamos su visión adelantada en poder ubicar la importancia del orden simbólico para la comprensión de los productos humanos, también podemos ubicar su pre-juico con respecto al psicoanálisis, ya que emite un juicio general sobre la orientación de dicha disciplina, sin tener una profunda comprensión de su teoría y doctrina. En efecto, opinaba que Freud con su teoría intentaba probar que “la unidad y homogeneidad de la naturaleza del hombre” estaría revelada por “el instinto sexual” (Cassirer, 1944/1951).

Si Cassirer hubiera leído, por ejemplo, la Conferencia N° 27 de Freud, se hubiera tenido que rectificar.

“No pueden ustedes explicar el efecto terapéutico del psicoanálisis refiriéndose al permiso que este daría para gozar sexualmente de la vida. Pero busquen en torno a otra cosa (…) Aquello de lo cual nos valemos no puede ser sino la sustitución de lo inconsciente por lo consciente…” (Freud, 1916-17; Lecciones introductorias al psicoanálisis:Conferencia XXVII: La transferencia.)

Retornemos ahora a la actualidad, y al Dr. Rosetti. Si bien destacamos su capacidad para ubicar y darle estatuto a los problemas psicológicos, sus marcos teóricos utilizados lo obligan a volver a referencias psico-cognitivo-conductual; a una apreciación de las “ganas”, que se inclina hacia lo biológico, al reducir el deseo al Ello, o al no tener otros referentes conceptuales que pudieran articular esa manifestación fenoménica de las “ganas”, con una hipótesis que dé cuenta de ella racionalmente. Esto lo lleva a una concepción general de base biológica-evolutiva, por ejemplo al explicar la relación inteligencia-emociones. Y aquí sí Cassirer le lleva la delantera, al haber destacado lo esencial que es para la intelección de la naturaleza humana el Orden Simbólico, ausente en la propuesta que estamos analizando.

Volvamos a su análisis de las emociones.  Rosetti en su libro Emoción y Sentimientos… (5), al comienzo del primer capítulo hace una afirmación importante:  “las seis emociones básicas que dan origen a todos los sentimientos” son: “Miedo, Ira, Alegría, Tristeza, Asco y Sorpresa”.

Aseveración llamativa, y fácil de refutar.  Si encontramos un sentimiento que no derive de dichas “emociones básicas”, entonces la afirmación ya no se sostendría. Veamos.  Tomemos el “sentimiento de frustración”. La frustración sólo se explica si antes hubo un anhelo, un deseo. He aquí entonces un originador de sentimientos que no está dentro de los “seis” de la lista. Sigamos avanzando. Si fueran emociones básicas, entonces son primarias, no son efecto o surgidas de otra cosa previa. Por tanto, si nos quedamos con esta base teórica, la indagación psicológica encuentra aquí su tope. Serían algo así como conceptos fundamentales, desde los cuales se explicaría toda la conducta psicológica.  Sin embargo, las investigaciones psicoanalíticas vienen demostrando hace tiempo que, ante un sujeto afectado por alguna de esas emociones de la lista (miedo, ira, alegría, tristeza, asco, sorpresa), el análisis puede descubrir la “causa” de dicho estado emocional, el factor que había originado dicho estado emocional. Si de emociones se trata, Freud destacó tempranamente como principal a la angustia (que llamativamente no está en la “lista”), y luego Lacan la definirá como la única “emoción que no engaña”. Tenemos numerosos trabajos psicoanalíticos, teóricos, y de casuística clínica, donde por ejemplo el  miedo, se devela como protección ante la angustia; el asco, ya explicado por Freud, como uno de los diques a la pulsión; la alegría, como emoción-efecto de una decisión coherente con un deseo; o al revés, la tristeza, como una emoción-efecto de una traición al propio nivel deseante del sujeto; la ira, como emoción-efecto de una relación de rivalidad imaginaria con el otro; la sorpresa, como efecto de la división subjetiva cuando surge una verdad que rompe un saber que se había instalado.  No es que se niegue la importancia de las emociones citadas en la lista, es solo que no podemos considerarlas como los últimos conceptos básicos de una psicología, como parece pensar el autor.

“Las emociones son simplemente eso, emociones; pueden ser comprendidas, pero no necesariamente racionalizadas. Son funciones distintas, propias, autónomas, con entidad exclusiva. Se mezclan e intercalan íntimamente con la razón como los hilos más finos de una tela de seda. Pero estudiarlas desde la razón como única herramienta de análisis sería un error. Las emociones tienen su propio idioma, su propio vocabulario. Un vocabulario ancestral que forma parte de nuestro ser desde los albores de la humanidad.”

Podemos quedarnos con la perspectiva filogenética, y considerar las emociones como reacciones ancestrales del organismo, pero eso no nos sirve para una intervención psicológica. No nos sirve para tratar de articular una respuesta terapéutica racional para aliviar el padecimiento de una persona afectada (donde seguramente predomine la manifestación de alguna de dichas emociones al modo de la punta de un iceberg).
En efecto, dichas emociones sirven muchas veces de indicadores de algún conflicto (consciente o inconsciente) en que el sujeto está inmerso, complicado. Pero los conceptos-herramientas capaces de operar realmente con dichas emociones y sentimientos, están en un nivel más fundamental, más estructural que dicho listado.

En algo de esto, sin embargo, estaría de acuerdo el autor. Por ejemplo, en el siguente párrafo, parece ir más allá de una teoría cognitiva conductual y de una causalidad sólo neuronal o genética.
“Vivimos en un mundo donde se sobrevaloran la razón y los resultados racionales y lógicos de nuestras acciones, sin saber que ese no es el camino del bienestar. Vivimos en un mundo de educación racional y descuidamos imperdonablemente ese otro aspecto básico de nuestro ser: las emociones y los sentimientos. Este es un llamado a esa otra inteligencia, esa inteligencia de la gente simple, que encuentra en lo cotidiano todo lo que realmente necesita para vivir el día. La ciencia demuestra que las emociones y los sentimientos son resultado de la función cerebral. Eso es verdad, pero también lo es que se sienten en el cuerpo y, si en un lugar buscan reparo, sin duda es en el corazón. ¿Poético? Puede ser, pero también es científicamente cierto.”
 
Pero no termina de articularlo claramente, y tiene que emplear el recurso poético de la metáfora, en el mismo nivel que la situáramos en la Clase 1, cuando decíamos que lo excluido por el marco teórico cientista dominante, retornaba en el discurso común con algunas metáforas como “la cabeza” o el “corazón”.  El problema conceptual parece ser que el marco teórico es binarista: para pensar al ser humano solo tenemos dos dimensiones: la razón-pensamiento-cognitivo, y la función cerebral (biología-genética). Esto es un reduccionismo que el mismo Rosetti denuncia. Ahora bien, él mismo demuestra en su disertación que no se puede hacer de las emociones y sentimientos solo un efecto “resultado de la función cerebral”. Y habla de que “se sienten en el cuerpo” (si aclara, es que ya no sería el cuerpo anatómico-fisiológico), y se alojan en “el corazón”. ¿Qué nos está queriendo decir, sino que no se puede reducir lo psíquico a lo cognitivo, que hace falta una tercera “localidad”, una instancia psíquica distinta que no es ni función cognitiva (razón) ni organismo biológico, y que tendría sus propias leyes? Esto lo avanzamos nosotros y si estuviéramos en la conversación, sugeriríamos en primer lugar, tomar la evidencia del registro simbólico, donde está inserto el ser humano, pero articulado  a los otros dos (Imaginario y Real). Y luego poder considerar los conceptos que agrega el marco teórico psicoanalítico,  para dar respuesta y dar posibilidad de operar en los sufrimientos psíquicos que manifiestan los seres humanos en la actualidad.

Recapitulando para hacer una primera conclusión provisoria. Hemos logrado ubicar dentro de los desarrollos desde las ciencias y los discursos médicos:

De esta manera, las conjeturas psicoanalíticas se autorizan como una posibilidad de respuesta racional a preguntas científicas. Pero esto ya lo había explicitado Freud mismo, hace más de noventa años:

 “El psicoanálisis nació en un terreno estrictamente delimitado. Originalmente sólo conocía un fin: el de comprender algo de la naturaleza de las enfermedades nerviosas llamadas “funcionales”, para vencer la impotencia médica de hasta entonces en cuanto a su tratamiento. Los neurólogos de aquella época habían sido formados en la sobreestimación de los hechos químico-físicos y patológico-anatómicos, y a lo último se hallaban bajo la influencia de los descubrimientos de Hitzig y Fritsch, Ferrier, Goltz y otros, que parecían demostrar una íntima vinculación, quizá exclusiva de ciertas funciones a determinadas partes del cerebro. Con el factor psíquico no sabían qué hacer: no podían aprehenderlo; lo abandonaban a los filósofos, a los místicos y a los curanderos; y en consecuencia, no se abría acceso a ninguno de los secretos de la neurosis…”
(Freud, 1923; Esquema del psicoanálisis (6).).

Ahora bien, además en este recorrido, hemos encontrado otro hecho recurrente: la dificultad de poder aceptar la intervención  del psicoanálisis. ¿Por qué resulta tan difícil, o se rechaza muchas veces acudir al psicoanálisis? Con este interrogante retomaremos la clase próxima.

Oscar P. Zelis;

Bs. As. 11/11/2018.

(1) Especialista en Clínica Médica y Cardiólogo. Jefe del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central Municipal de San Isidro, Buenos Aires. Profesor titular de Psicofisiología de la Facultad de Psicología, Universidad Maimónides. Director del Curso Universitario de Medicina del Estrés y Psiconeuroinmunoendocrinología clínica de la Asociación Médica Argentina (AMA). Presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (SAMES). Director de la Unidad de ecobioética de la UNESCO del Hospital Central Municipal de San Isidro adherido a la Universidad de Buenos Aires. Miembro titular de la Asociación Médica Argentina y de la Sociedad Argentina de Cardiología. Miembro de la Sociedad Española para el estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). Fellow del American Institute of Stress de Nueva York. Fue presidente del primer, segundo y cuarto Congreso Argentino de Medicina del Estrés en los años 2001, 2005 y 2016 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se especializó en el estudio del síndrome del estrés, desarrollando programas originales de diagnóstico y tratamiento para el abordaje de este fenómeno en constante expansión en la sociedad moderna.

(2)  Entrevista al Dr. Daniel López Rosetti. Efectuada por el periodista Luis Novaresio, el 2/7/2018. En canal de televisión “A 24”. (www.luisnovaresio.com.ar/luis-novaresio-entrevistadeaniel-lopez-rosetti/ ).

(3) DSM-IV. Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales. 1995. MASSON, S.A. Avda. Príncipe de Asturias, 20 - Barcelona (España) ISBN 84-458-0297-6. Versión española de la cuarta edición de la obra original en lengua inglesa Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders: DSM-IV, publicada por la American Psychiatric Association de Washington.

(4) Para ser justos, debemos decir que Rosetti en su apreciación, no se aleja mucho de algunos psicoanalistas, que sólo se quedaron con pasajes de la obra freudiana donde se destacaba al Ello en su vínculo con lo filogenético y la herencia. O con su cercanía con los instintos animales –como en el pasaje de “El Yo y el Ello”, donde recurre a la figura socrática del carro conducido por un hombre: El caballo representa al Ello como las fuerzas irracionales, y el conductor representa al Yo que puede manejar y dirigir esas fuerzas primitivas en pos de un objetivo. El error epistemológico es sacar una conclusión a partir de un recorte de una especulación teórica, desligado de su articulación con todo el sistema conceptual de la praxis psicoanalítica.

(5) “Emoción y sentimientos: No somos seres racionales; somos seres emocionales que razonan”. Buenos Aires: Editorial Planeta; 2017.

(6) Freud, S.  “Esquema del psicoanálisis”. (1923).  En Obras Completas de Sigmund Freud, Madrid, Biblioteca Nueva; 1981.  Tomo III,  pag. 2729.

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