Seminario
Epistemología Psicoanalítica
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Organizado por : PsicoMundo
Dictado por
:
Oscar Pablo Zelis
Clase 5
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Algunas reflexiones sobre epistemología y psicoanálisis.Terminábamos la clase anterior situando la pertinencia del psicoanálisis. En el recorrido que hicimos hasta ahora se hizo evidente la pertinencia de las conjeturas psicoanalíticas como concretas respuestas racionales a los puntos de detención a donde arribaban abordajes del ser humano desde otras ciencias. En particular, las ciencias médicas, cosa que ya explicitara Freud como coordenada de inicio para la fundación de su praxis. Ahora bien, si esto se hace tan evidente: ¿por qué surge entonces y en forma recurrente un cierto rechazo o dificultad para poder articular efectivamente al psicoanálisis como respuesta científica ante los padecimientos psíquicos que la medicina sitúa en el límite de su intervención? En la actualidad, pareciera que se hace un verdadero esfuerzo para no recurrir al psicoanálisis como respuesta a esos interrogantes, y se buscan “nuevas” soluciones [nos vienen a la mente, por ejemplo, “nuevos” slogans de terapias: terapia del apego, meditación, inteligencia emocional, etc etc…], que en la práctica podemos comprobar que son en realidad retornos a posiciones antiguas que reniegan de todo lo que se fue descubriendo como propiamente psicológico a lo largo del tiempo (una y otro vez se intenta reducir lo psíquico a efecto de lo orgánico-funcional, o a entenderlo como conducta-estímulo-respuesta). Muchas veces encontramos a profesionales de las neurociencias, que necesitan culminar su reflexión sobre la conducta humana con postulados que están por fuera de su marco teórico, y se aproximan a lo que Freud ya señalaba que pasaba en su época, hace más de 100 años atrás, cada vez que se hacía necesaria una explicación para la cual el marco teórico neuronal-fisiológico-físico era impotente: “Con el factor psíquico no sabían qué hacer: no podían aprehenderlo; lo abandonaban a los filósofos, a los místicos y a los curanderos; y en consecuencia, no se abría acceso a ninguno de los secretos” que comportan. (Freud, 1923) (1).
Una mente inteligente y abierta como la del neurocientífico Facundo Manes, al indagar sobre la esencia del ser humano, no puede dejar de señalar:“La herramienta más poderosa para luchar contra la deshumanización es la empatía, esa capacidad de ponernos en el lugar del otro, de comprender sus sentimientos y pensamientos. La empatía es eso que nos hace humanos, nos ayuda a ver a los otros como semejantes y, por tanto, merecedores de un trato que respete sus derechos como los de uno mismo.” (2)(Manes, 2018).
¿Qué rama de la ciencia puede avanzar en esta idea de “empatía”, en esta operación psicológica de ponerse en el lugar del otro? Aparece la idea de otro, y esto ya excede un marco referencial anatómico-funcional. Si no se quiere ir a la psicología, muchos “científicos” dirán que ahí no hay que buscar respuestas racionales, sino buscar en otros campos como la religión, la filosofía, la meditación, etc, etc. Sin embargo, cuando se trata de un problema en relación a la empatía, a la relación al otro, que se torna patológico, es una evidencia empírica que se necesita alguna herramienta racional, que articule alguna inferencia terapéutica que pueda intervenir en aquella problemática que la nomináramos como problema de empatía o de relación al otro. Una vez más, lo más cercano que tenemos son las conceptualizaciones psicoanalíticas, que tienen un sistema conceptual-práctico que articula aquello que se describía como “empatía” o como vínculo o relación con el “otro”. Sin embargo, una vez más, vemos que muchas veces se eligen rodeos complicados o soluciones no racionales, para no hacer entrar a la conjetura psicoanalítica (3).
Entonces, una vez más: ¿Por qué resulta tan difícil, o se rechaza, o se trata de evitar acudir al psicoanálisis?
Además de algunos pre-juicios –como el ya citado de Cassirer, de considerar al psicoanálisis solo como una teoría del instinto sexual-, empezamos a entrever que hay algo más que complica su asimilación. Entonces, entraremos otra vez en una indagación que podemos situar como epistemológica. ¿Es pertinente recurrir para esto a la epistemología? Susan Haack nos argumenta en sentido favorable,“La disciplina a la que corresponde articular lo que distingue a la indagación genuina de la pseudo-indagación, lo que hace que la indagación sea mejor o peor, la evidencia sea más fuerte o más débil, etc., es la teoría filosófica del conocimiento, conocida en el oficio como epistemología. (…) si desea comprender prácticas tan vitales como evaluar el valor de la evidencia y calificar la calidad de la investigación, lo que necesita es epistemología.” (Haack, 2015) (4).
Con esta idea, vamos a revisar dos propuestas de textos rotulados como de “epistemología psicoanalítica”, que extraemos de un volumen publicado en Argentina hacia 1987 (5). Nos servirán de punto de partida para buscar una respuesta a aquella resistencia o dificultad para entender epistémicamente la intervención psicoanalítica.
El primer artículo que destacamos se titula “Aportes al desarrollo de una epistemología psicoanalítica”, de David Maldavsky. El otro artículo que utilizaremos como contrapunto es “Problemas metodológicos del psicoanálisis” de Gregorio Klimovsky.
El primer artículo nos había tentado con su título, al hacernos suponer que podía conectarse con la línea que venimos desarrollando en este seminario. Sin embargo, al comenzar a leerlo, la impresión fue entrar en una argumentación que nos alejaba de nuestro propósito, y se internaba en algunos atolladeros que podrían dar razón a aquellos que critican en la actualidad al psicoanálisis, sobre todo desde otras disciplinas, por no poder entrar en un diálogo epistémico interdisciplinario.
El artículo de Maldavsky no es sencillo, y eso no es un defecto. Al contrario, hay buenas argumentaciones y exploraciones de algunas concepciones freudianas, aunque se aleja de nuestra posición al poner el acento en los factores filogenéticos, y al pensar al inconsciente subrayando la preeminencia de contenidos heredados, las “fantasías primordiales” como “saber preexistente”, y una línea de continuidad entre “lo heredado instintivo” y lo que será la “estructura psíquica”. El autor, sin embargo, reconoce que para Freud, esto no es lo único:“es conveniente recordar que para Freud existe otra herencia de contenidos que no es de tipo filogenético, sino cultural, esa razón de la humanidad que es preciso conquistar, según sus palabras de 1918. De hecho, ambas herencias no son contradictorias por su origen, ya que la inserción en la cultura es parte del imperativo filogenético de la especie humana. Freud distingue pues dos tipos de saber: el de la información de origen instintivo, que predetermina desenlaces psíquicos individuales, y otro, adquirido, correspondiente a formas de pensamiento en que la herencia podría ser cultural.” (Maldavsky, 1987)
Véase que en este saber adquirido “cultural”, podríamos ubicar aquello que estamos llamando Orden simbólico. Sin embargo, el acento está puesto en un componente de “herencia instintiva” como base del psiquismo, aspecto este último que lo aleja de las concepciones de Lacan, e incluso de muchos pasajes del mismo Freud. Es interesante el párrafo que veremos a continuación, donde se visualiza con mayor énfasis que a esta idea de “herencia cultural”, Maldavsky no la concibe como una estructura u orden adonde iría a inscribirse el sujeto humano, sino más bien como algo (como información) que en un momento dado de evolución individual, el sujeto humano se la va apropiando.
“La adquisición individual de esta otra herencia, la de la razón conquistada por la humanidad, corresponde al período de latencia, a la adolescencia y la adultez, y entre estos tipos de pensar he discriminado diferentes lógicas: la totémica, la mítica, la religiosa, la de las cosmovisiones (Maldavsky, 1980, 1980ª, 1982). En cambio la razón de origen instintivo es sobre todo eficaz hasta el final del tiempo primordial, edípico.” (6)
Se hace patente entonces que Maldavsky tampoco está incluyendo la idea plena de Orden Simbólico en la constitución del sujeto. Pareciera tener la concepción de un sujeto que a partir de lo heredado y lo instintivo, va desarrollándose, –incluso se anima a ubicar la “adquisición de la herencia cultural”, en un momento concreto preciso, que sería a partir del “período de latencia”. Es evidente que está hablando de un sujeto que va aprendiendo, que se va apoderando de informaciones de su cultura circundante, y se acerca a los que sostienen una posición simplista y reduccionista de la forma en que la cultura, el contexto, y más en general el lenguaje, se conecta y es incorporado por el ser humano. Línea que si es extremada lleva a la concepción del lenguaje, como un objeto o herramienta que el sujeto humano en un momento dado empezaría a apropiarse de ella, en oposición rotunda con la concepción del lenguaje como estructura o sistema que pre-existe al individuo humano, y donde el sujeto a advenir deberá inscribirse y tomar posición.
Otro problema que encontramos en este artículo, es su complicada utilización del término “concepto”, articulado para una argumentación que se pretende epistemológica. El problema central está ya formulado en las primeras páginas, con la idea de Maldavsky de “el concepto caca-pene-niño” que desarrolla a partir de un texto de Freud. Maldavsky, dirá que en su investigación sobre el pensar inconsciente y luego preconsciente,“Postulé que para el psicoanálisis, más allá del valor formal de los conceptos, juicios y razonamientos, existe una lógica que rige las operaciones que los producen en el aparato psíquico, lógica ligada en el yo con la actividad pulsional. Me referí sobre todo al surgimiento de las primeras inscripciones, cuyo reordenamiento (que se atiene a diferentes criterios) culmina en la constitución de un concepto inconsciente: caca-pene-niño (Freud, 1918) (…) El concepto caca-pene-niño no es tal vez el primero, ya que surge sólo en un momento en que domina esa pulsión que por su meta es descrita como anal primaria (que se satisface con el perder y aniquilar), y por su objeto fue considerada homosexual.” (Maldavsky, 1987, p. 94).
El problema que nos interesa es formal, y es que si estamos tratando de articular una argumentación epistemológica, es un problema irresoluble postular que además de los conceptos formales habría otros que son inconscientes y ligados a la actividad pulsional. La epistemología implica una posibilidad de pensar y formalizar el modo de operar y teorizar de una disciplina, para que otros (no expertos en dicha disciplina) puedan visualizar la lógica que rige sus articulaciones teóricas y su pretensión de accionar sobre lo real. Para eso el primer requisito es aceptar una lógica, una posibilidad de formalización, que sea comprensible para las distintas ciencias. Si postulamos un “concepto inconsciente”, entramos en una contradicción, ya que para la epistemología, un concepto es una construcción racional, articulado a un sistema lógico que puede explicitarse . Perdemos el faro (o por lo menos, perdemos a todos aquellos que se habían interesado en un abordaje epistemológico) si postulamos que un concepto puede ser generado por la actividad pulsional. A algo de esto arriba Maldavsky cuando en su desarrollo escribe una diferencia entre lógica y epistemología psicoanalítica:
“Así que, junto con ciertas hipótesis referidas a una lógica, también expuse algunos desarrollos acerca de una epistemología psicoanalítica…”Es claro que, si intentáramos armar un abordaje racional sobre cómo opera el psicoanálisis argumentando con conceptos de origen inconsciente, sería una epistemología que solo tendría validez para sí misma (y en realidad, no le cabría el nombre de epistemología).
En el mismo volumen editado por la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados, encontramos otros artículos de diversos autores con una posición diferente a la anteriormente citada. En particular, hay una participación en varios trabajos del epistemólogo Gregorio Klimovsky. Como epistemólogo, intenta encontrar una lógica y una formalización de la experiencia y la teoría psicoanalítica que pueda compartirse con la comunidad científica. En ese momento estaba en boga la pregunta por el “método científico” y si el psicoanálisis podría cumplir con los requisitos del “método hipotético-deductivo-empírico”, que representaría al método científico en general.
En el artículo Problemas metodológicos del psicoanálisis, Klimovsky articula la pregunta por la cientificidad del psicoanálisis de la siguiente manera:“¿Es el psicoanálisis una teoría científica constituida por hipótesis que permiten nexos deductivos entre ellas y con consecuencias observacionales que permitan hablar de una adecuación o inadecuación con la experiencia?” (7)
Y aportará una primera respuesta:
“Los trabajos de Freud pueden leerse de diversas maneras y seguramente en todas se aprehende algo real. Mi opinión, sin embargo, es que una manera de leer que ordene sus afirmaciones según sus nexos lógicos mostrará que aquellos se adaptan al método hipotético deductivo más de lo que es costumbre sospechar, evidenciando una notable claridad de pensamiento.” (Klimovsky, 1987, p.31).
A este fuerte defensa del psicoanálisis desde el método científico, sin embargo le seguirá una objeción o duda del epistemólogo:
“Pero, hecha esta salvedad, en seguida hay que hacer notar otra cosa. No hay posiblemente algo que (dada nuestra manera de usar la palabra “teoría”) pueda denominarse “teoría psicoanalítica”, salvo que se sostenga, como algunas personas hacen, que la palabra “teoría” no tiene que referirse a un determinado conglomerado de hipótesis sino más bien a una familia de posibles estructuras de carácter hipotético deductivo, entre las que habría muchas variedades de hipotetización según la oportunidad. Es cosa que se puede sostener. Pero en un sentido lógico estricto, en el sentido exacto en que “teoría” designa un conjunto de hipótesis, no cabe duda de que, según el autor que se considere, las teorías cambian, según el momento de la evolución freudiana las teorías son distintas y, además, (éste es un problema metodológico muy delicado, uno de los primeros problemas metodológicos interesantes que se pueden encontrar respecto de Freud), aún haciendo un corte de carácter sincrónico en el pensamiento freudiano, no es claro que se trate de una única teoría, ya no por razones de evolución, sino por razones de estructura. Tal vez sea más exacto decir que se trata de varias teorías superpuestas, porque en el psicoanálisis conviven varios problemas, varios tópicos, y puede suceder que esté constituido (como por ejemplo en óptica o en física) por una serie de teorías relacionadas entre sí, algunas de las cuales presuponen a las otras, en tanto otras son independientes. En este sentido es perfectamente posible que uno encuentre en Freud cosas como una teoría de la energía psíquica, una teoría de los instintos, una teoría hedonista, una teoría económica, una teoría de los mecanismos de defensa, una o varias teorías del inconsciente, etc. etc.” (Klimovsky, 1987, p. 31)
Ahora sí entramos en una discusión plenamente epistemológica. Y podemos utilizar entonces algunos pasajes del artículo de Maldavsky como una ilustración más de lo que Klimovsky alerta, de que no habría “una teoría” psicoanalítica, sino varias. Ya que “según el autor que se considere”, las teorizaciones cambian de un psicoanalista a otro, según hagan base en una parte o fragmento de la teoría freudiana, o en otra.
Conclusión provisoria:
Hemos logrado empezar a detectar en el presente recorrido, algunos de los obstáculos para la aceptación del psicoanálisis: El primero consiste en ciertos textos donde se abandona o se pierde la pretensión de formalización transmisible (más allá de un supuesto círculo cerrado de psicoanalistas). En segundo lugar, el problema epistemológico intrínseco de la doctrina psicoanalítica, expresado por Klimovsky en aparecer como una multiplicidad de teorías, con la incógnita de si pueden articularse entre sí o no. Esa será la pregunta que nos guiará en el comienzo de la próxima clase.Oscar Pablo Zelis
(1) Sigmund Freud: Esquema del psicoanálisis. (1923). Obras Completas; Tomo III. pag. 2729.
(2) Facundo Manes: “La cuestión de ser o no ser humanos”. Columna de la Revista Viva (diario Clarín), del 11/11/2018.
(3) No es el caso, nobleza obliga, de Facundo Manes, quien en varias intervenciones nos deja entrever que da importancia al psicoanálisis y lo respeta. Por ejemplo, en una entrevista televisiva con Alejandro Fantino (programa televisivo Animales sueltos 26/10/2018), el periodista intenta provocarlo cuando le dice que en su reciente libro, hay un pasaje que refutaría el psicoanálisis, al afirmar que hay procesos cognitivos inconsciente, y Manes le responde que no es esa la conclusión que se puede inferir, y que ya Freud había hablado de lo mismo, evidenciando que no es contradictorio con la conceptualización psicoanalítica (y al contrario, decimos nosotros, es solidaria).
(4) Susan Haack (2015): “Epistemology: Who needs it?” Kilikya Felsefe Dergisi, (3). Cilicia Journal of Philosophy, pp. 1-15.
(5) Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Volumen 8: “Psicoanálisis y epistemología”. Buenos Aires, 1987.
(6) Maldavsky, David (1987): “Aportes al desarrollo de una epistemología psicoanalítica”; en Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Volumen 8: “Psicoanálisis y epistemología”.
(7) Pero Maldavsky afirma que el concepto inconsciente caca-pene-niño, es postulado por Freud. Y es efectivamente así. Freud, en la obra citada (“De la historia de una neurosis infantil”) escribe: “La caca, el hijo, el pene, dan así por resultado una unidad, un concepto inconsciente –sit venia verbo-, el de lo pequeño separable del cuerpo”. Pero detengámosnos en la acotación de Freud: “sit venia verbo”, expresión que viene del latín, y que tiene un valor análogo a lo que en castellano expresamos cuando decimos “-con el perdón de la palabra” o “disculpando la expresión”. Retomaremos esto en la próxima clase, pero podemos decir que si queremos ser más precisos, y Freud lo será en otros pasajes, deberemos decir que se trata de equivalencias, asociaciones y conexiones entre elementos. Puede armarse una equivalencia inconsciente: caca-pene-niño. El término para describirlo es “equivalencia”, conexiones y sustituciones de representaciones (de significantes).
(8) Klimovsky, Gregorio (1987): “Problemas metodológicos del psicoanálisis”; en Revista de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Volumen 8: “Psicoanálisis y epistemología”.