Seminario
Introducción a la
enseñanza de Lacan
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Clase 4
"Siguiendo con Hegel ..."
A cargo de : Eduardo Albornoz
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Nos quedaron pendientes dos figuras hegelianas que J. Lacan toma en consideración, las vamos a tomar en cuenta a partir de un texto de Lacan que se denomina "Acerca de la causalidad psíquica", lo que implicará considerar otra perspectiva pero también retomar algunas de las consideraciones de la clase de Michel. Este artículo tuvo su origen en una conferencia que dio Lacan en Bonneval en septiembre de 1946 cuyo tema, propuesto por Henri Ey, era la psicogénesis. Está incluido en los Escritos en una sección que Lacan denominó "De nuestros antecedentes". Lacan dedica este texto a la crítica de la teoría organicista de la psicosis defendida por Henri Ey.
Es de notar que en este artículo Lacan utiliza el término locura y no psicosis, es decir que le interesa ubicar en primer plano, más que la diferenciación estructural, lo que ambas estructuras tienen en común en tanto se refieren a sujetos hablantes, es decir bajo el dominio del lenguaje.
Lacan organiza su presentación sobre la base de un caso clínico, el caso Aimeé, que ya había tratado en su tesis de doctorado proponiendo el diagnóstico de paranoia de autopunición, un personaje de Moliére, Alceste, de "El Misántropo" y lo que denomina la fórmula general de la locura que se encuentra en Hegel, en la Fenomenología del Espíritu, en que Hegel describe "La ley del corazón y el delirio de presunción", términos que Lacan utilizará. También utilizará el "alma bella" hegeliana. El yo para Lacan se constituye según ese modelo.
Nosotros vamos detenernos en el punto 3 de este artículo que se refiere a los efectos psíquicos del modo imaginario.
Iremos lentamente, como decía Napoleón, "vísteme despacio, que estoy apurado". Vemos que si bien es un artículo temprano de Lacan puesto que la conferencia es anterior al comienzo de su enseñanza, una idea que Lacan sostendrá hasta el final, la diferenciación entre el yo y el sujeto aquí ya está presente.
Les leo: "nos separamos de la concepción más común, que identifica al Yo con la síntesis de las funciones de relación del organismo, una concepción que debemos calificar de bastarda por la circunstancia de definirse en ella una síntesis subjetiva en términos objetivos"
Fíjense que es la función del yo la que está puesta en cuestión en primer lugar. Lacan plantea que debemos separarnos de la concepción bastarda que dice que el yo cumple una función de síntesis. Inmediatamente postula que para darle al Yo su lugar hay que releer a Freud pero resolviéndose a "... considerar caduco lo que en efecto lo está en la obra de un maestro sin par"
La función principal del yo no es entonces una función de síntesis, podemos apreciar que es a lo largo de todo el artículo, a veces no explícitamente, que se despliega la polémica con Ey, para él la locura es un insulto a la libertad, el yo es una organización y las enfermedades la desorganización de esta jerarquía.
Vamos a ver en esta clase que la función por excelencia del yo es el desconocimiento.
A continuación Lacan expresa cual es la concepción del Yo que ha ido formando en el curso de conferencias y lecciones dictadas en la universidad y en el instituto de psicoanálisis y que promovieron, pese a no haber sido publicadas, la difusión del término de conocimiento paranoico.
Con este término se expresa una relación con el mundo de un alcance particular. Se trata de la reacción que la psiquiatría ha generalizado con el nombre de transitivismo (veremos luego que el transitivismo por su parte es la matriz del Urbild del yo).
Esa reacción "se comprueba en efecto como si dominara de manera significativa la fase primordial en la que el niño toma conciencia de su individuo al que su lenguaje traduce como sabéis en tercera persona antes de hacerlo en primera. Charlotte Buhler, por no citar más que ella, observando el comportamiento del niño con su compañero de juego ha reconocido ese transitivismo en la forma asombrosa de una verdadera captación por la imagen del otro."
Antes de poder afirmar su identidad el niño se confunde enteramente con esa imagen que lo forma al tiempo que lo aliena primordialmente.
Antes de continuar veamos en qué consiste la estructura paranoica del conocimiento humano. El objeto del conocimiento paranoico está implícito en la estructura paranoica del yo. Dijimos que el transitivismo infantil nos da el principio común de los objetos de deseo, objetos que son definidos como objetos del deseo del otro. Entonces, el deseo del otro organiza el mundo de los objetos humanos, en tanto objetos de competencia y rivalidad. Esta competencia es en principio un callejón sin salida que Lacan supone a esta altura que lo puede resolver el Reconocimiento, en tanto implica el pacto y la Ley, el Orden, el Otro simbólico. El Otro simbólico pacifica.
Un objeto entonces puede adquirir valor como objeto de deseo en tanto sea deseado por el otro, este es uno de los fenómenos que se desprenden del transitivismo infantil, y uno de los recursos básicos de la publicidad: "¿Ud. todavía no lo tiene?"
En el seminario II Lacan caracteriza al sujeto humano antes del estadio del espejo como un paralítico que es luego guiado por un ciego (la imagen del yo). ¿Por qué por un ciego? Porque el yo no ve, al alienarse en esa imagen "desconoce" quien es. Nos dice J. Lacan en la clase IV del seminario:
"La subjetividad a nivel del yo es comparable a esta pareja introducida por la imaginería del SXV - justificadamente, sin duda- de una manera peculiarmente acentuada. La mitad subjetiva anterior a la experiencia del espejo es el paralítico, que no puede moverse sólo si no es con torpeza e incoordinación. (luego) lo domina la imagen del yo, que es ciega, y lo conduce. Contrariamente a las apariencias - aquí está todo el problema de la dialéctica, no es como cree Platón, el amo quien cabalga el caballo, es decir, al esclavo, sino al contrario.
Y el paralítico, a partir del cual se construye esta perspectiva, sólo puede identificarse con su unidad en la fascinación, en la inmovilidad fundamental con la cual viene a corresponder a la mirada bajo la que está capturado, la mirada ciega".
El yo entonces aparece como esencialmente alienado y el sacrificio primitivo como esencialmente suicida. Tenemos aquí la estructura de la locura. Enseguida lo vamos a ver.
Vuelvo al texto anterior. Luego de una enumeración, concluye..."se inscriben en una ambivalencia primordial, que se nos presenta en espejo, en el sentido de que el sujeto se identifica en su sentimiento de Sí con la imagen del otro, y la imagen del otro viene a cautivar en él este sentimiento."
El verso de Rimbaud, que J. Lacan cita "yo es otro", expresa ajustada y concretamente la esencia de esta formulación. A partir de cualquiera de estas citas podríamos hacer un desarrollo bastante extenso, es lo que sucede muchas veces con J. Lacan y que hace difícil su lectura: a cada momento se encuentran de modo condensado planteos desarrollados en otro contexto. Quiero decir que las citas que tomaremos de ningún modo agotan ni mucho menos sintetizan lo que viene diciendo, sigamos entonces:
"...El primer efecto de la imago que aparece en el ser humano es un efecto de alienación del sujeto. En el otro se identifica el sujeto y hasta se experimenta en primer término, fenómeno que nos parecerá menos sorprendente si nos acordamos de las condiciones sociales fundamentales del Umwelt humano y si evocamos la intuición que domina la especulación de Hegel..." "El deseo mismo del hombre se constituye, nos dice, bajo el signo de la mediación; es deseo de hacer reconocer su deseo. Tiene por objeto un deseo - el del otro - en el sentido de que el hombre no tiene objeto que se constituye para su deseo sin alguna mediación, lo cual aparece en sus más primitivas necesidades..."
Imago es un término presente en la obra freudiana, es el nombre que Freud elige para una de sus revistas y es un término común del ambiente psicoanalítico. Es un término que le debemos a Jung que describe las imagos paterna, materna y fraterna. Con frecuencia se define la imago como una "representación inconsciente" pero es necesario ver en ella más que una imagen, un esquema imaginario adquirido, no debe entenderse como un reflejo ni siquiera deformado de lo real, la imago de un padre terrible puede muy bien corresponder a un padre real débil.
El Umwelt es el mundo circundante al que tanto interés ha prestado la etología animal y que señala la prevalencia de una determinada gestalt en el desencadenamiento de los comportamientos animales.
No vamos a detenernos en esto pero pueden leer las páginas 178 y subsiguientes, en las que Lacan se dedica a analizar los efectos de lo imaginario en el mundo animal, desde la ovulación de las palomas, que no se produce si está aislada de sus congéneres: es tan grande la importancia de la imagen que la mera visión por el animal de su propia imagen en el espejo basta para desencadenar la ovulación, hasta el saltamontes peregrino cuyas variedades sufren notables diferencias (ciclo sexual, voracidad, agitación motriz) entre el tipo solitario y el gregario. Con estos y otros ejemplos J. Lacan nos muestra el valor de lo imaginario en el mundo animal.
Entendamos por "imago" una representación inconsciente. Aunque en esta época Lacan no había producido aún uno de sus aforismos centrales "el inconsciente está estructurado como un lenguaje", que más adelante tendremos ocasión de tratar, queda claro que las imagos no son independientes del lenguaje: "...es seguro que la percepción visual de un hombre formado en un complejo cultural completamente diferente del nuestro es una percepción completamente diferente de la nuestra..."
Lacan destaca los fenómenos subjetivos que provoca en el "cachorro humano" la imagen en el espejo y se interesa especialmente por la autonomía como lugar imaginario de referencia, pero más le interesa la relación con lo que denomina "prematuración del nacimiento" en el hombre "o sea en otros términos, la incompletud y el atraso del desarrollo del neuroeje durante los primeros seis meses."
En la pág. 175 tenemos la presentación formal del el estadio del espejo, es un párrafo en el que vale la pena detenerse, leerlo dos o tres veces, pues J. Lacan presenta en pocas palabras toda su tesis "Ese comportamiento no es otro que el que tiene ante su imagen en el espejo desde los seis meses de edad, tan asombroso por su diferencia con la del chimpancé, cuyo desarrollo en la aplicación instrumental de la inteligencia está lejos de haber alcanzado. Lo que he llamado asunción triunfante de la imagen con la mímica jubilosa que lo acompaña y la complacencia lúdica en el control de la identificación especular...me parecieron manifestar uno de los hechos de captación identificatoria por la imago".
En función de ese atraso de desarrollo adquiere la maduración precoz de la percepción visual su valor de anticipación funcional. Esto se puede leer en la pág. 176.
La prematuración del nacimiento, específica del hombre, es considerada por Lacan como la "enfermedad fecunda, el defecto feliz de la vida donde el hombre al distinguirse de su esencia descubre su existencia".
Fíjense que aquí nos encontramos con una de las primeras formulaciones de la falta en Lacan. En esta conceptualización, la falta es una falta de desarrollo, la prematuración del nacimiento es una falta podría decirse, biológica, es una falta también en lo imaginario, la imagen de completud que muestra el espejo comparada con la incoordinación motriz del niño.
Pero esa falta biológica no tiene un valor en sí misma, el fenómeno subjetivo de la asunción de la imagen en un segundo tiempo es lo que viene a inscribirla como falta.
(Otra forma de falta, que estuvimos viendo en las clases anteriores es la muerte como amo absoluto, como límite de la existencia humana. Pero no perdamos de vista que la muerte de la que se trata no es la muerte biológica, se trata de la muerte en su relación con la negatividad, de la muerte anticipada por el hombre en la medida en que habla, es decir la posibilidad de la muerte. Esa muerte anticipada, esa muerte de la que el esclavo quiere escapar es una muerte que está en juego en el orden simbólico, no es la muerte como fin del ciclo vital. Es la muerte asociada a la negatividad hegeliana, como Lacan solía definir al símbolo, parafraseando a Heidegger, como asesinato de la cosa, de la cosa en tanto que natural. La muerte como horizonte del sujeto humano es sustituida por la castración freudiana.)
El hombre se distingue de los animales por el hecho de que al contemplar su imagen lee su significación mortífera, puesto que ella le es fundamentalmente arrebatada. Toda esta descripción expresa las cosas de un modo evidentemente fenomenológico, la experiencia se puede ver, se puede verificar incluso el intento del niño por capturar su imagen (exactamente como Narciso). Pero esto aún no tiene valor explicativo, se trata de un modelo que nos aproxima a un problema, por sólo dar una objeción, los ciegos de nacimiento también construyen su yo sin nunca haberse mirado al espejo. Continuemos con la lectura.
Así se constituye en el hombre ese nudo imaginario, absolutamente esencial, al que el psicoanálisis ha designado con el nombre de narcisismo. Estoy parafraseando el texto.
Fíjense la temporalidad que se pone en juego, el cuerpo fragmentado como tal no existe antes que la imagen le de al niño la ilusión de completud. El niño puede definirse como fragmentado sólo a partir del momento en que jubilosamente, como dice Lacan, asume su imagen como propia, su imagen unificada. La identificación que implica la asunción de la imagen es en rigor una anticipación y sólo retroactivamente tenemos el cuerpo fragmentado.
Lacan considera los desarrollos de Bolk sobre la prematuración, "fundados en una reflexión acerca de las poblaciones animales y de lo que califica como estrategia de reproducción. Ciertas especies, aquellas cuyos miembros tienen una vida media mayor, tienen cachorros cada vez menos aptos para sobrevivir por su propia cuenta, con una infancia que se alarga. Bolk describió dos estrategias poblacionales diferentes"
Con estas consideraciones - atraso del desarrollo, anticipación funcional - J. Lacan introduce lo que denomina el nudo imaginario esencial que se constituye en el hombre, al que "admirablemente" nos dice, el psicoanálisis ha denominado narcisismo, esa pasión por excelencia del hombre. En ese nudo "la relación de la imagen con la tendencia suicida esencialmente expresada por el mito de Narciso".
Detengámonos un poco aquí.
Eco amaba a Narciso y como este no correspondía su amor pidió a Afrodita que la vengara. Afrodita accedió al pedido haciendo que en el momento en que Narciso se contempla en una fuente en vez de ver su rostro viese el de una hermosa ninfa de las aguas, cuando él se acercó para mirarla y extendió los brazos la ninfa (es decir la imagen de Narciso metamorfoseada por Afrodita) los extendió hacia él y cuando él se desespera por no poder alcanzarla ella parece desesperarse también. Finalmente en un esfuerzo exasperado por salvarla Narciso termina ahogándose en la fuente. Eco, y nosotros sabemos que lo que Narciso contemplaba era su imagen, él no.
Esa imagen que cautiva al sujeto, el yo, podríamos decir sin más que es esa hermosa "ninfa de las aguas" a la que J. Lacan homologó al "alma bella" hegeliana.
Así como toda la experiencia de Narciso no se explica sin Afrodita, la construcción del yo no sería posible sin un Otro que afirme el valor de esa imagen.
Toda la experiencia del narcisismo no puede explicarse sin una función que ordene esa imagen en la que el sujeto se aliena.
La tendencia suicida expresada por el mito de Narciso, dice Lacan, parece representar lo que Freud sitúa en su metapsicología con el nombre de masoquismo primordial, y eso depende del desamparo original del hombre, la miseria que desde el traumatismo del nacimiento hasta el fin de los primeros seis meses de prematuración fisiológica y el posterior traumatismo del destete. El juego del fort-da indica en su carácter iterativo la repetición liberadora que en él asume el niño respecto de toda separación.
El masoquismo aquí no debe ser entendido como perversión sino en el sentido de la mortificación y de la desvitalización que la palabra introduce en el organismo viviente, que hace del organismo humano un cuerpo humano por efecto del símbolo.
El yo entonces aparece como esencialmente alienado y el sacrificio primitivo como esencialmente suicida. Tenemos aquí la estructura fundamental de la locura.
Lacan reconceptualiza la estructura del narcisismo freudiano a partir del estadio del espejo y del modo imaginario. Ya desde Freud el narcisismo es un rasgo compartido por neurosis y psicosis, aunque el diferencie neurosis de transferencia de neurosis narcisistas. El narcisismo puede generar la locura del alma bella, la de la ley del corazón en ambas estructuras clínicas. Los ideales pueden enloquecer al sujeto al abrir esa falla virtual que todo ser hablante lleva en sí por acción de lo simbólico y llevarlo a la acción por la puesta en marcha de esa agresión suicida del narcisimo, intento último del sujeto de imponer la ley de su corazón. Para no ser presa de esa falla, para escapar de la identificación ideal (La lectura de"El Misántropo" de Moliére es imprescindible a mi modo de veralgo que no logra Alceste quien debe retirarse del mundo para seguir siendo un hombre de honor: "todos los hombres me son tan odiosos que sería lamentable ser sabio a sus ojos, "), "el hombre debe realizar en una serie de crisis la síntesis de su particularidad y de su libertad, llegando a universalizar esa particularidad misma..."
Si entendemos esta frase de Hegel entendemos que la locura es una palabra que ha renunciado a hacerse reconocer. En términos porteños, "creérsela" es el equivalente hegeliano de la locura.
Vemos como "La ley del corazón y el delirio de presunción" a los que se refiere Hegel en la fenomenología del espíritu son modificados a partir de este rodeo por el narcisismo freudiano.
Lacan nos aclara que Napoleón no era un loco que se creía Napoleón. La identificación sin mediación.
Tenemos ya elementos para definir que función cumple ese objeto y esa imagen que es el yo que Lacan nos dice corresponde estrictamente al yo de Introducción al Narcisismo. En este yo imaginario la imagen tiene el valor de muleta para el sujeto porque le permite protegerse de la invalidez y el desamparo, el Hilflosigkeit freudiano: "La imagen funciona como un seguro contra el desamparo. Esta muleta no es separable de la prematuración, pero una vez que se constituye es algo que reasegura, que calma que seda". La imagen especular es un error y el sujeto humano se desconoce en ella.
El moi se funda entonces en la ilusión de la identidad y en la ilusión de dominio, de que uno es dueño de sus actos y hace lo que quiere. Para Lacan este es el desconocimiento que caracteriza al yo (moi), no saber qué es lo que lo determina, creer que dirige cuando es dirigido, creer que es uno cuando está dividido, creer que es dueño de sus actos...que decide y manda desde esa casa interna que es su propio yo, pero sobre todo desconoce que su núcleo mismo se funda en una identificación con el semejante. Incluso llega a tener la ilusión de ser auténtico, de ser verdaderamente "yo" y nada más sospechoso que ese "yo soy yo" en psicoanálisis.
Dijimos que la construcción del yo no se explica sin ese Otro que consiente, que afirma el valor de la imagen. A partir de esto es posible establecer una relación entre el reconocimiento y el transitivismo infantil.
Tomaremos ahora una cita un poco extensa, pero que toma en cuenta el conjunto de las cuestiones que hemos tratado "el sujeto humano (deseante) se constituye en torno a un centro que es el otro en tanto le brinda su unidad y el primer abordaje que tiene del objeto es el objeto en tanto objeto del deseo del otro, esta base de rivalidad y competencia en el fundamento del objeto es precisamente lo que es superado en la palabra en la medida en que concierne al tercero. La palabra es siempre pacto, acuerdo...pero el carácter agresivo de la competencia primitiva deja su marca en toda especie de discurso sobre el otro, sobre el Otro en cuanto tercero y sobre el objeto...esta dialéctica entraña siempre la posibilidad de que yo sea intimado a anular al otro, por una sencilla razón, como el punto de partida es mi alienación en el otro hay un momento en que puedo a mi vez ser anulado porque el otro no está de acuerdo. La dialéctica del inconsciente implica siempre como una de sus posibilidades, la lucha, la imposibilidad de coexistencia con el otro. Aquí reaparece la dialéctica del amo y el esclavo...la constitución del mundo humano se produce en una rivalidad esencial, en una lucha a muerte primera y esencial con la salvedad de que asistimos al final a la reaparición de las apuestas. Esta distinción entre el Otro en tanto no es conocido y el otro que es yo fuente de todo conocimiento es fundamental".
¿Por qué a Lacan le interesa el transitivismo infantil? Le interesa porque le da el modelo sobre el cual se construye el yo como función imaginaria: yo es otro. Fíjense que no dice yo soy otro, dice yo es otro.
El Estadio del Espejo le permite a Lacan dar cuenta del modo en que se constituye el yo. Pero no debemos olvidar que la formulación del Estadio del espejo es una formulación que corresponde a un tiempo preliminar de su enseñanza, anterior a la inclusión del concepto de significante. Y que si bien el estadio del espejo nos permite identificar lo imaginario no es todo lo imaginario. "En la época del estadio del espejo la identificación es definida por Lacan como la transformación que sufre el sujeto por la asunción de una imagen, identificación que configura la forma misma de la causalidad psíquica...la asunción de dicha imagen brinda una unidad ortopédica a la incoordinación motora que caracteriza al cachorro humano como gusta llamarlo Lacan. La imagen es asumida con júbilo, con alegría... esta imagen alienante es anticipada y esboza ya la articulación propia de la temporalidad en Lacan, capturada siempre en el vaivén entre anticipación y retroacción...temporalidad imposible de definir según un patrón preestablecido, según una maduración biológica o una mera cronología que escapa a la objetividad de cualquier patrón. La alienación en esta imagen ortopédica establece una discordancia primordial entre el yo y lo que en ese entonces denomina el "ser del sujeto".
El narcisismo se funda entonces en la imagen del propio cuerpo y en el transitivismo infantil. Ambas identificaciones permiten hacer frente a la prematuración biológica. Esta falta biológica adquirirá después un carácter diferente en tanto será propia de la estructura.
Al organismo viene a sumársele un cuerpo especular, imaginario, causado por la imago. La espacialidad del cuerpo no pertenece al dominio de la red extensa, sino al dominio del ordenamiento significante del espacio en el ser hablante, que se separa por ello del mundo físico.
Y debemos distinguir la agresividad imaginaria propia del transitivismo infantil del estadio del espejo, propia del yo a yo de la dualidad especular y la muerte como más allá del principio del placer fundada en la insistencia repetitiva, la acción mortificante, desvitalizante del lenguaje sobre el ser que habla. Esta es la confusión Kleiniana para quien la pulsión de muerte equivale a la agresividad imaginaria (lo que ella llama el sadismo primario). Para Lacan la agresividad nunca es la pulsión de muerte. Por eso la agresividad que puede aparecer en una relación transferencial imaginarizada no tiene nada que ver con la relación terapéutica negativa, con esa inercia de lo real que Freud ligaba a la pulsión de muerte en cuanto tal. Al revés Lacan considera el planteo freudiano de un masoquismo primordial, no entendido como perversión sino en el sentido de la desvitalización que el significante introduce en el organismo viviente.
La teoría del estadio del espejo es sin embargo indisociable de la teoría de la agresividad. La agresividad es definida como intrínseca a la relación especular, a la relación yo a yo y a la rivalidad que le es propia
Vamos a ver ahora dos conceptos hegelianos que retoma Lacan. Son los conceptos de "ley del corazón" y de "delirio de presunción". Hegel plantea que la individualidad racional sabe "inmediatamente" que su deseo de felicidad es un deseo necesario y que tiene un carácter universal.
"La individualidad ha incluído en su deseo la idea misma de una ley, pero la relación entre el deseo y la ley es aún inmediata y por eso la ley todavía no existe, ella no es más que meta para la acción, por ello la llama ley del corazón. Si la ley es del corazón lo es en la medida en que el deseo de la individualidad no ha superado su inmediatez. Pero la conciencia supone que esa naturaleza es una ley universal, ella ya no es considerada como singular. Si todos siguen las indicaciones de su corazón todos gustarán esa alegría inmediata de vivir. Se trata pues de un orden natural, pero universal, que se opone al orden reinante...esta ley es para sí tan sólo en la conciencia dado que no tiene en ella la mediación...".
El orden del mundo es un orden que constriñe y violenta y contradice la ley del corazón. O bien me resigno a obedecer un orden que me es ajeno y me veo así privado de mi mismo, del goce de mi acto o bien transgredo ese orden y adquiero conciencia de mi oposición a la ley de los otros corazones, o más bien, como no puedo renunciar a la universalidad de esa ley, encuentro abominable el corazón de los demás hombres.
Pero el orden del mundo no es otra cosa que la expresión de la sumatoria de las individualidades y en tanto tal es también la obra de esa individualidad que repudia ese orden.
Es a partir de esto que Hegel da su fórmula de la locura que Lacan retoma "si algo es efectivamente real y esencial para la conciencia en general, pero no lo es para mí, entonces la conciencia de su nada, yo, que soy también conciencia en general, tengo al mismo tiempo la conciencia de su realidad efectiva, y cuando ambos momentos se han fijado, tenemos ahí una unidad que es la locura en general".
"La locura no resulta del hecho de que lo esencial para la conciencia en general sea inesencial para una conciencia en particular.", el loco tiene conciencia a la vez de la irrealidad y de la realidad de su objeto, ambas no se separan. La locura es esa contradicción misma. "Intenta pues escapar...de esa contradicción expulsándola afuera y construyendo así el delirio de presunción" Para preservarse denuncia esa locura como siendo un Otro que ella misma. Hay sólo un objeto extraviado para la conciencia y no la conciencia... el latir del corazón por el bienestar de la humanidad pasa al desencadenamiento de una presunción demente. ...Por otro lado, la realidad efectiva, es decir la ley en tanto orden válido se le presenta más bien a ese corazón como una nada"
Lacan insiste en que el delirio es inseparable de la estructura general del desconocimiento. El sujeto no reconoce como propias sus producciones. Y si el loco se cree otro esto lleva al problema general de la identificación y de los ideales. El loco que se cree otro no hace más que dar muestras de esa pasión humana por excelencia que es el narcisismo. Lacan articula entonces la fenomenología hegeliana y el narcisismo freudiano. El ejemplo del loco que se cree otro no hace más que retomar la estructura misma del yo tal como esta se revela en el estadio del espejo
¿Que es lo que enfatiza Lacan? La mediación o la inmediatez de la identificación y llama a este último caso "la infatuación del sujeto". El sujeto "se la cree". La falta de mediación alude precisamente a este estasis que prescinde del reconocimiento y no se mediatiza.
El desconocimiento esencial de la locura se revela en la revuelta mediante la cual el loco quiere imponer la ley de su corazón a lo que se le aparece como el desorden del mundo, empresa insensata porque el sujeto no reconoce en ese desorden la manifestación misma de su ser actual.
Por ahora dejemos aquí, continuamos la próxima.