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Seminario
Análisis parcial del concepto de pulsión
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Organizado por : PsicoMundo

Dictado por : Alfredo Eidelzstein


Clase 3

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Clase Nro. 3 - 21 de mayo de 1999

Tuve que suspender la clase pasada porque no estaban dadas las condiciones para darla. Se agrega entonces una al final. La fecha de terminación era el 10 de septiembre, pero agregando ahora una más, terminaremos el 24 de septiembre.

En las próximas reuniones trabajaré con Ustedes bien a la letra aquellos textos de Freud en donde más se desarrolla la noción de «pulsión», para realizar una crítica interna a los desarrollos freudianos. Les recomiendo este libro que se llama: «El extravío biologizante de la sexualidad en Freud» de Laplanche, editado por Amorrortu 1. Pero tiene un problema: Laplanche está todo el tiempo peleándose con Lacan, cosa que aburre un poco porque la pelea entre ellos a uno no le interesa demasiado; pero la crítica que le hace a los textos de Freud, la crítica interna, es en muchos casos muy acertada y es muy difícil encontrar que alguien la haga, o sea, habitualmente se toma como credo lo que escribe Freud a este respecto. Más allá de la pelea Laplanche-Lacan, la crítica a Freud está muy bien planteada.

Esa crítica de Freud nos llevará una o dos reuniones. Luego, en las subsiguientes, trabajaríamos con la evolución de la noción de «pulsión» en Lacan, lo que nos tomará el resto de las reuniones salvo las últimas dos, en que presentaré un trabajo de investigación en torno a la posibilidad del planteo de la «pulsión respiratoria» 2. Ése sería el plan de trabajo.

Dada la interrupción que tuvimos en el curso, voy a retomar un poquito lo que fue planteado en las primeras dos reuniones, y a desarrollar la problemática instinto-pulsión; luego voy a plantearles, en la segunda parte de la exposición de hoy, una cierta deriva que se plantea en la noción de Lacan en cuanto a las relaciones inconsciente-pulsión. Ya podrían Ustedes escribir en un cuadro de doble entrada:

INCONSCIENTE PULSIÓN
Contenido Fuerza

No sé si esto los complica. Me da la impresión de que es la manera más intuitiva en que alguien del campo del psicoanálisis podría relacionar los términos. Si yo les hubiese pedido, como en la primaria, que uniesen con flechitas los términos "inconsciente" y "pulsión" con "contenido" y "fuerza", ¿acaso no lo habrían escrito así? Bien, en este sistema van a ver que hay una deriva en Lacan muy pronunciada que voy a tratar de plantearles de una manera convincente para que entonces, desde la próxima, nos aboquemos a tratar de establecer qué quiso proponer específicamente Freud con la noción de «pulsión», y qué retoma de eso Lacan y cómo lo desarrolla.

En torno al problema de instinto y pulsión hoy les traigo otras referencias, bastantes e importantes, de la dificultad lingüística en distinguir entre "instinto" y "pulsión" como en el conjunto de lenguas en que esta referencia psicoanalítica se desarrolla, o sea, en castellano, alemán, inglés y francés. Hay una confusión permanente entre los términos "instinto" y "pulsión". Quiero presentarlo aquí desde una determinada perspectiva, porque sabemos que el estudio filológico, etimológico y lingüístico de los términos en la práctica psicoanalítica no tiene utilidad alguna. Digo, Ustedes jamás van a interpretar a un paciente por la definición que el diccionario da del término en cuestión, del significante en cuestión. Si por ejemplo un paciente les dijese que tiene la idea obsesiva de que se introduzcan ratas en el ano de su padre o en el de su amada, Ustedes jamás intervendrían diciendo: "¿Conoce Usted la etimología de la palabra «rata»?"... ¿Qué interés podría tener el paciente en eso? Con lo cual, el trabajo sobre los términos en sí mismos, por su valor, no es de especial importancia porque nosotros los consideramos como en el sistema sincrónico del Otro del analizante —nos desprendemos totalmente de la etimología. Ni siquiera nos interesa qué lugar tienen los términos en el código de la lengua, en el diccionario.

Pero a pesar de ello, Ustedes tienen que pensar un problema muy serio —evitando, a mi entender, una vertiente muy típica en el pensamiento de los lacanianos— que es cómo concebimos las relaciones entre los simbólico y lo real. Es muy común escuchar a lacanianos decir que lo real como tal no existe, y que solamente existe lo real a partir de que el orden simbólico lo nombra. Así, por ejemplo, que los neutrinos existirían a partir de que un científico, en algún laboratorio de alguna universidad seguramente anglosajona, creó la palabra "neutrino". Éste es ciertamente un problema muy serio y, en realidad, creo que es gravísimo sostener que las cosas en lo real existen sólo a partir de que se las nombre. Si fuese así, les advierto que el problema en el que se caería sería un profundo idealismo. Y Ustedes saben que al menos la posición de Lacan —ni hablar de la de Freud— es que el psicoanálisis no es un idealismo. O sea, tenemos que tener mucho cuidado con respecto a qué vamos a tratar de establecer las relaciones entre lo simbólico y lo real.

Si lo simbólico nomina lo real a partir de determinado momento, lo que cambiará no será lo real sino en todo caso la «realidad», ya que en tu realidad ese real empezará a contar, mientras que antes, sin si siquiera estar nominado, no podías tomarlo en cuenta en tu realidad. Yo acepto que los neutrinos no ocupaban ningún lugar en la realidad humana hasta que se los nominó, pero decir que los neutrinos existen desde que se los nominara, entiendan que plantea el problema de cómo era la materia antes de 1992, antes del acto de la nominación. Es estúpido plantear que los neutrinos existen desde que se los nominó.

Algo muy distinto es si lo que opera en nuestra realidad es una existencia, esto es, algo ya no referido a lo real. Una existencia efectivamente puede estar en la realidad sin que esté en lo real. Si es totalmente evidente que Dios no existe hasta que alguien dijo "Dios", eso es obvio siempre y cuando partamos de un pacto de que Dios no es real. Las existencias sólo existen en la realidad: nacen, cambian y hasta mueren en función de los cambios de los significantes y de la relación que tienen los significantes entre sí. Ejemplo de ello es el inconsciente. El inconsciente, como lo conocemos nosotros, tal como lo vemos operar, y tal como operamos sobre él, es un producto de la cultura; esto es, el inconsciente no es real. ¿Entienden lo que quiero decir? Es fuerte. Hace dos mil quinientos años no había inconsciente, pero sí sueños. Sueños, sí. Tenemos muchos ejemplos de sueños en la Biblia. Así que tenemos testimonio de ellos, pero no eran «formaciones del inconsciente». Para revisarlo les recomiendo el trabajo de Eric Robertson Dodds, publicado por Alianza Editorial 3; en donde Ustedes van a ver que efectivamente se analizan un montón de sueños. Dodds analiza los sueños y la función que tenían en los sujetos que los soñaban y en la cultura. Verán que no se trataba en absoluto de "formaciones del inconsciente".

Con «formación del inconsciente» queremos decir que es una responsabilidad ética tuya haberlo soñado. Si hace dos mil quinientos años alguien se despertaba luego de haber soñado que mantenía relaciones sexuales con su hermana, seguramente le producía una sensación de extrañeza pero veía en eso alguna intervención divina, que los dioses le hacían soñar esas cosas por algún motivo. No había entonces ninguna responsabilidad ética porque no se suponía que lo irracional que se manifestaba en los sueños tuviera estatuto ético. El estatuto ético del inconsciente adviene hace muy poco tiempo, a partir de una maniobra dada en la cultura occidental capitaneada por las histéricas, que lo hicieron de una manera muy peculiar, a saber, no haciéndose responsables. Ésa es la entrada del inconsciente.

Entonces, se puede decir que el inconsciente "existe". Y si el inconsciente existe, no lo supongan como un dato real. No lo supongan hace dos mil quinientos años y, más aún, ni siquiera lo supongan a más de doscientos cincuenta kilómetros de aquí. No tienen derecho de hacerlo, tienen que investigar primero cuáles son las coordenadas correspondientes, y ver si pueden aplicarlo. Digo que no es evidente que el inconsciente necesariamente opere en la Puna de Atacama. Por supuesto, no estoy diciendo que no sueñen o que no haya síntomas, sino que hay que ver si tienen estatuto de «formaciones del inconsciente».

Ahora bien, la pulsión sí existe ya que no es un hecho real. Pero entonces hay un problema entre qué se designa mediante "instinto" y qué se designa mediante "pulsión". Hay un problema de referencia con respecto a la pulsión. Y no pierdan de vista que eso va a estar en nuestra teoría porque va a estar indicando el problema de la pulsión. Las funciones psíquicas —por eso di el ejemplo del inconsciente— existen, pero no son reales. No sé qué valor tiene para Ustedes lo real. Yo al menos les voy a proponer dos definiciones de real. Cada vez doy un paso más para atrás por la cara de espanto con la que alguno de Ustedes me mira...

Lo real tiene, al menos, dos definiciones —pero bien puede tener tres. Res extensa —y extensa en tres dimensiones— quiere decir que si ponen eso que quieren saber si es real o no adentro de un tacho con agua, el agua tiene que aumentar su nivel por poquito que sea. Ésta es una definición de lo real: res extensa.

Otra definición de lo real es «aquello que retorna siempre al mismo lugar». Cien experimentadores en las mismas condiciones de experimentación deben hallar siempre el mismo resultado. Saben Ustedes que en psicoanálisis jamás, jamás sucedería; es totalmente imposible que sucediese que un sueño, un síntoma o un lapsus sea interpretado del mismo modo por dos analistas distintos. Con lo cual, es imposible que el inconsciente sea "real" en este sentido. Y ya Freud trabajó bastante como para que yo tenga que explicarles que si depositan inconsciente en un tacho con agua... De modo que no coincide con ninguna localización anatómica, el inconsciente no es real. Pero que no sea real no quiere decir que no "exista" —existe tanto como Dios puede existir. Es una pista para empezar a pensar la fórmula de Lacan, tan complicada, de que «Dios es inconsciente». Es una pista para pensar tanto ese problema como el de la Unglauben, la "increencia" en la psicosis. Y el Padre también existe —son todas existencias.

Entonces, hay lo que existe y, si existe, participa de la realidad de aquel para el cual eso existe; pero no necesariamente debe ser parte de lo real. Lo que les propongo es que la pulsión, como noción del psicoanálisis y también como función psíquica, se caracteriza por "existir". Pero si se caracteriza por existir, ¿entienden que dependiendo de cómo se lo llame, cambia su modo de existencia? Por ejemplo, si al neutrino lo llamo "pendorcho", no por eso los neutrinos —que en este caso prefiero llamar "pendorchos"— dejarían de funcionar de la misma manera. No obstante, si en vez de "pulsión" yo digo "instinto" ya es muy otra cosa a la que me refiero: cambiaría ya la clínica, cambiaría la noción y cambiaría también el conjunto de nociones.

De manera que si en torno a pulsión e instinto hay un problema de lenguaje, inexorablemente nos encontraremos con un problema teórico con respecto a la pulsión y el instinto; y, además, también con un problema clínico, porque la pulsión —como el inconsciente— "existe". ¿Pueden entender por qué mi preocupación acerca de qué es lo que designan "pulsión" e "instinto", no sólo en Freud, en Lacan y en otros autores, sino también en la lengua?

Ya les sugerí «Los Griegos y lo Irracional» de Dodds. Y en la reunión pasada les recomendé «El Pensamiento Salvaje» de Claude Lévi-Strauss 4, editado por Fondo de Cultura Económica, para pensar también la relación entre lo simbólico y lo real. Es muy interesante, y Lacan lo utiliza muchísimo. Pero hay aún otro libro que quiero recomendarles sobre este problema: «Pensar en la Matemática» 5, editado por Tusquets. Es una compilación de artículos de un coloquio sobre matemáticas, cuyo primer apartado —de los dos que conforman el volumen— se llama «De las matemáticas a la realidad». Así que está allí planteado nuestro problema. Y, especialmente, si están algo perezosos y no quieren leer todo un libro, les indico entonces un solo artículo que se llama «Física y Matemática», de Jean-Marc Lévy-Leblond. Los problemas entre matemáticas y física son muy interesantes. Se los planteo así: en la física, que es la ciencia de lo real (¿no les sorprende que diga que la física es la "ciencia de lo real"?), se plantea la pregunta de cómo es que, en lo real, la física verifica la existencia de las funciones matemáticas. Es un lío, un verdadero problema. ¿Cómo es que verifican  en lo real? Tal vez me respondan que  no es algo real, sino un elemento simbólico introducido en lo real. Y bien, lean esos artículos que les sugiero y verán que el problema es ciertamente mucho más complejo que eso. Dar cuenta de las relaciones entre las matemáticas y lo real es muy complicado. Y si aún no están informados al respecto, los insto a anoticiarse de la oposición entre Einstein y Heinsenberg. Toda la física, como problema filosófico, se divide en estas dos grandes corrientes. Para Einstein, lo real existe como tal con todas sus propiedades, y las matemáticas no serían nada más que un lenguaje para acceder a él. Por su parte, Heisenberg lo niega y afirma que las relaciones entre lo simbólico y lo real son íntimas y esenciales, y que por tanto no hay acceso a lo real sin lo simbólico.

Retomando los problemas lingüísticos que existen entre "pulsión" e " instinto", voy a proponerles, primero, del Diccionario Alemán–Castellano Langenscheidt, las definiciones de "Trieb" e "Instinkt".

En la página 523 del Diccionario, dice sobre "Trieb": "Brote, retoño, renuevo, impulso". Tiene uno la sensación de que, hasta ahí, vamos bien, de que era lo que suponía. Pero inmediatamente ponen: "instinto, (Instinkt)"... Observen que, para definir «pulsión», una de las acepciones es "instinto". Luego se consigna la acepción psicoanalítica: "Psicoanálisis: pulsión". O sea que si Ustedes quieren trabajar con «Trieb» desde la perspectiva del psicoanálisis, es un buen diccionario. Como verán, son cuidadosos, y ponen que desde el psicoanálisis —si ustedes quieren trabajar este término— tienen que concebirlo como «pulsión».

Pero no es a esto a lo que yo iba —es decir, a demostrarles que éste era un buen diccionario—, sino a que observaran que, en la definición de "Trieb", aparece " instinto", lo que ya vimos varias veces en nuestra última reunión. Y si buscan "instinto" o "instintivo", entonces encontrarán "Trieb" en la tercera acepción. O sea, para definir "instinto", tuvieron que hacer a la inversa que el artículo, y entonces ponen "Trieb".

En francés, como les había dicho la vez pasada —pero quería que lo recordasen—, teníamos dos definiciones de pulsión: una, de 1625, que quiere decir "empujar". El término "pulsión" aparece en francés en 1625; su primer uso es 1625 y su significado es "empujar". Y la segunda acepción de esta primera es de 1738, en Voltaire, que quiere decir "propagación de un movimiento en un fluido", y la segunda acepción para "pulsión", ya en 1910, es la de "impulsión", del latín pulsio, para traducir el alemán "Trieb", o sea la del psicoanálisis. Efectivamente, levantan "pulsión" del psicoanálisis, con fecha 1910. Pero no pierdan de vista que "pulsión" está como término de la lengua para "empujar".

En inglés, también esta "pulsion". Fui a buscarlo porque en castellano no está (no sé si alguna vez lo buscaron en el Diccionario de la Real Academia). En el alemán, está Trieb. En francés e inglés existe el término "pulsión", pero en castellano no está; quizás porque la Real Academia sea más conservadora6, porque en el francés y en el inglés los términos del psicoanálisis fueron levantados e incorporados. Es muy raro porque el psicoanálisis en castellano está mucho más desarrollado que en francés y en inglés, y, a pesar de eso, en nuestros diccionarios los términos no han sido levantados. En inglés, definen "pulsión" como: "to beat, to drive, to push", es decir "empujar". To beat es batir, golpear, el latido, el compás, el ritmo —esto es muy importante. To drive ya dijimos que era tanto golpear como dirigir; y to push, entonces, es empujar pero refiriéndose con energía que hace falta para empujar, apretar, pulsar. Éste es muy importante: pulsar como se pulsa una tecla, y presionar.

En castellano no lo tenemos. Tenemos solamente "pulsación" como "acción de pulsar". Y, por su parte, "pulsar" es definido como "Empujar, impeler, tocar, palpar, percibir algo con la mano o la yema de los dedos, o dar un toque o golpe a teclas o cuerdas de instrumento". Y "pulsátil": "lo que pulsa y golpea". No sé si se dan cuenta de a donde remite esto.

Y retomando el instinto, recuerdan que habíamos dicho que sus propiedades eran que es un saber automático, interno, innato, hereditario e inconsciente. Todos estos términos no eran las únicas propiedades del instinto, pero sí yo había acentuado la existencia de todos estos porque todos se nos mezclan con afirmaciones psicoanalíticas muy especialmente freudianas y lacanianas en torno a la pulsión; o sea, son propiedades de la pulsión, es un saber, automático, interno, innato, hereditario, inconsciente. Yo sé que muchos de ustedes deben estar pensando que seguramente los biólogos y los etólogos utilizan "inconsciente" en el sentido descriptivo, no en el sentido sistemático. Pero ustedes deben tener presente que el sentido sistemático del inconsciente, ¿sería equivalente a qué? Lacan diría que es el específicamente freudiano, pero, ¿cuál sería?

Intervención: Dinámico.

A.E.: Sí, ¿y? Mi abuela te objetaría que estás poniendo un término del diccionario con otro término del diccionario, que están utilizando Laplanche como autorremisión a sí mismo. ¿Cuál es, pues, la diferencia entre el inconsciente descriptivo y el inconsciente sistemático o dinámico? En realidad, se están cambiando definiciones porque en Freud están la energética, la sistemática. ¿Cuál es la propiedad del inconsciente que lo distinguiría? Por ejemplo, las tablas de multiplicar, la del siete, para mí, en este momento, es inconsciente, porque no la tengo en la conciencia: sería preconciente. Pero lo que pasa es que el preconciente es inconsciente descriptivamente hablando, está fuera de la conciencia. Y bien, ¿qué debe caracterizar al inconsciente para no ser preconciente? ¿Cómo lo distinguimos?

Intervención: [inaudible].

A.E.: O sea, por la represión. Es la represión la diferencia. Ahora bien, que se diga que el instinto es inconsciente, puede a ustedes dejarlos tranquilos porque no es de la represión, sino que es inconsciente en el sentido descriptivo. Sin entrar en el problema que yo trabajé bastante extensamente con alguno de ustedes cuando vimos «Posición del Inconsciente» —que es la cuestión de si hay conciencia en los animales—, diré que si el inconsciente se caracteriza por la represión y el instinto es inconsciente pero no de la represión, tienen entonces un problema teórico grave porque el inconsciente, que es el Ello, es inconsciente no por la represión. Los contenidos del Ello que son inconscientes no lo son por represión. Entonces, ¿por qué son inconscientes? ¿Qué atributo tienen para que su localización sea inconsciente? Porque, les pregunto, una vez que tenemos el Ello que está en el fondo de la bolsa (ese fondo de la bolsa que nos interesa muchísimo a nosotros porque es el reservorio de las pulsiones), el Ello inconsciente no de la represión, ¿es que el inconsciente de la represión desaparece para Freud? No, Freud dice que echa su basura allí. Este inconsciente, el del Ello —que uno podría decir que está "antes" de la represión—, es descriptivo. Cuando en los diccionarios ustedes encuentran unidos "instinto" e "inconsciente", se les vuelve un lío porque se les mezcla con las pulsiones del Ello, que es igualmente inconsciente pero no por causa de la represión.

Para que ustedes vean cuán complicado es este terreno, dos o tres pequeñas citas. Una es de Nikolaas Tinbergen, un autor que ganó el Premio Nobel en 1973, y que escribió con Konrad Lorenz un montón de libros. Tiene un libro que, respecto del instinto, es canónico: un estudio del instinto que está publicado por Siglo XXI y apareció en 1969; o sea, es viejo, se lo considera viejo, le faltan muchos desarrollos, pero es un libro citado por todos aquellos que estudian la cuestión del instinto. Entonces, en la página 21 de mi edición, en el capítulo que intenta distinguir en los animales entre comportamiento espontáneo y comportamiento reactivo (el comportamiento espontáneo sería innato y el comportamiento reactivo sería reactivo a un estímulo exterior), dice:

«El comportamiento es reacción en tanto depende, hasta cierto punto, de estimulación externa...».

El ejemplo típico es el arco reflejo.

«...y es espontáneo en el sentido de que depende también de factores causales internos o factores motivacionales que son responsables de la activación de un apremio o pulsión».

La cosa se complica... porque no solamente se nos mete el instinto en los textos de psicoanalistas que quieren hablar de Trieb (y de lo que hay que elucidar el porqué, que era mi propuesta en la primera reunión: por qué se lo pudo traducir por "instinto" y no por cualquier otra cosa. Hay ahí un problema en la teoría que justifica el deslizamiento), sino que a su vez los etólogos, cuando están tratando de pensar el comportamiento de peces, utilizan, para las conductas que no son estimulables desde el exterior, la noción de «pulsión».

Ahora, otra cita que a mi gusto es muy interesante, de «Posición del inconsciente». Recuerdan la intervención de 1960, pero escrito cuatro años más tarde, a la altura del Seminario 11, luego de la expulsión de Lacan de la IPA. Allí, Lacan dice:

«En el tiempo propedéutico, se puede ilustrar el efecto de enunciación preguntando al alumno si imagina el inconsciente en el animal,...».

Es decir que yo debería propedéuticamente preguntarles a ustedes: ¿se imaginan un inconsciente en el animal?

«...a menos que sea por algún efecto de lenguaje, y de lenguaje humano».

O sea, no por el hecho de la presencia de lenguaje humano. Si no hay lenguaje humano, ¿podrían ustedes suponer algo de la índole de la enunciación, esto es, del inconsciente en los animales?

«Si consiente efectivamente en que ésta es por cierto la condición para que pueda tan sólo pensar en él,...».

Hace falta lenguaje humano para que haya enunciación e inconsciente.

«...hemos verificado en él...».

En el alumno (yo todavía no lo he verificado en Ustedes)

«...la escisión de las nociones de inconsciente y de instinto».

¿Entienden? Si se puede demostrar que es imposible que alguien piense en el inconsciente en los animales. Si alguien llega a convencerse de que sí, efectivamente no puede haber inconsciente en los animales. Si no puede haberlo, es que se ha logrado distinguir entre inconsciente e instinto, porque instinto sí hay en los animales. Pero no inconsciente.

«Feliz auspicio inicial, puesto que si apelamos asimismo a todo analista, aun cuando haya podido ser llevado más adelante a un credo o a otro,...».

Habría que ver cuál es el de cada uno de nosotros, nuestro credo.

«...¿podrá decir que en el ejercicio de sus funciones...».

En 1964, las funciones del analista son: sostener el discurso del paciente, restaurar los efectos de sentido, ponerse en él en entredicho si le responde como asimismo si calla.

«[...] ha tenido alguna vez que vérselas con algo que se parezca a un instinto?».

Entonces, si eso ya se superó, preguntarle si en análisis —en caso de ser analista y de sostener estas tres funciones—, se ha encontrado con algo de la índole del instinto en sus pacientes. Y ahí viene el problema que yo quería que escucharan. Dice Lacan, en la página 814 de la traducción castellana de os Escritos (página 834 de la edición francesa):

«[...] la lectura de los escritos analíticos y las traducciones oficiales de Freud (que nunca escribió esa palabra) nos atiborran de instinto».

Comenté este párrafo a un psicoanalista lacaniano amigo mío, y le dije que Lacan se equivocaba, que Freud sí había utilizado "instinto"; que el término "instinto" estaba correctamente utilizado y que se nota que Lacan no lo había leído tan bien o no lo había leído a Freud, o que se había olvidado de lo que había leído, o que quizás lo había leído en francés y no —como él dice que lo había leído siempre— en alemán; o bien que encontró en francés "instinto" y supuso que era un error del traductor. Entonces, mi amigo lacaniano dijo: "No, él leyó bien. Lo que pasa es que Lacan está queriendo decirnos algo con eso...". Es como mi papá: siempre me quería decir algo con eso, ¡es terrible! Y bien, les propongo que no, que me parece que es un error de Lacan decir que Freud nunca utilizó "instinto", y me da la impresión de que si nosotros no utilizamos lo que Freud utilizó, no vamos a tener nunca el sistema de oposiciones que nos hace falta para poder ordenar una lógica que nos quite a nosotros de la ambigüedad.

Les menciono los tres lugares que, a mi entender, son los más interesantes para ver cómo Freud utiliza "instinto", y no "pulsión". Son: «Lo inconsciente», «El Hombre de los Lobos» y «Moisés...», o sea, 1915, 1914-18 y 1934-38. En «Lo inconsciente» dice Freud:

«El contenido del Icc puede ser comparado con una población psíquica primitiva. Si hay en el hombre unas formaciones psíquicas heredadas, algo análogo al instinto {Instinkt} ».

Y Etcheverry pone "Instinkt". Recordemos que es 1915, ya tiene «Pulsiones y destinos de Pulsión».

« [...] eso es lo que constituye el núcleo de lo inconsciente».

O sea, en el contenido del inconsciente como núcleo. ¿Entienden por qué está pensando como núcleo? Porque no se está refiriendo a la basura que luego se tira por represión —porque el inconsciente es un tacho de basura donde va a caer todo lo reprimido. El núcleo no es eso, sino algo equivalente a lo que son los instintos en los animales: el contenido.

«A ello se suma más tarde lo que se desechó por inutilizable en el curso del desarrollo infantil...».

Esto es, la represión.

«... y que no forzosamente ha de ser por su naturaleza diverso de lo heredado».

Idea interesante. Es de la misma naturaleza, es decir, lo que se heredó es de la misma naturaleza que lo que se reprimió en vida. No se entiende el problema si uno no lee con muchísimo cuidado el «Moisés...». Es que, para Freud, se aplica la noción de represión en la historia de la humanidad, y, entonces, lo que se hereda a nivel filogenético es lo reprimido socialmente; por ejemplo, el asesinato del padre de la horda primitiva es un hecho de represión social, y Freud utiliza «represión» (ya el año pasado, con algunos de Ustedes, discutimos bastante el uso por parte de Freud de su teoría de la historia y cómo había una serie de inversiones dialécticas producidas por represión). Es por eso por lo que dice que tiene que ser diverso. Por ejemplo, desear matar al padre de uno es reprimido y Freud dice: "Y, bueno, es bastante parecido a lo que uno hereda que fue el asesinato del padre: ahí se reprimió que efectivamente se lo asesinó y se lo comió, y aquí solamente que lo deseo; pero como contenido, podríamos decir que matar al padre es de la misma índole".

«Una división tajante y definitiva del contenido de los dos sistemas no se establece, por regla general, hasta la pubertad».

Hasta la pubertad, dice Freud, no se puede distinguir tajantemente entre lo heredado de la infancia de la humanidad, y lo reprimido de la infancia del sujeto. Y no se pueden distinguir porque son dos infancias: hasta que uno no atraviesa la pubertad y se hace adulto, no puede distinguir entre lo que fue de su infancia y lo que es la infancia de la humanidad.

Entonces, para Freud, el contenido del inconsciente es equivalente a lo que es el instinto en los animales.

Pasemos ahora al historial del Hombre de los Lobos.

«En qué pueda consistir esto, he ahí algo que se sustrae de toda representación; sólo disponemos de una marcada analogía con el vasto saber instintivo de los animales».

Entonces, ya tenemos lo Freud llamaba en el mismo año el "instinto de los animales": un cierto saber. Eso no nos rompe la cabeza porque ya la vez pasada leímos veinte definiciones de "instinto" tomadas de cualquier lugar, y en muchas de ellas efectivamente vimos que el instinto estaba definido como un saber. Luego hicimos, con Lacan, la distinción entre «saber» y «conocimiento», que es una definición muy útil en psicoanálisis. De modo que, para Freud, el saber del instinto de los animales sería equivalente al núcleo del inconsciente heredado, que también sería un saber, un contenido. En Freud sería un contenido de representación.

«Si también en el ser humano existiera un patrimonio instintivo de esa índole, no sería asombroso que recayera muy especialmente sobre los procesos de la vida sexual, si bien no podría estar limitado a ella».

También con los animales vimos eso. Vimos que el instinto era especialmente aplicable como un saber vinculado a la relación entre los sexos en los animales. Eso instintivo sería el núcleo del inconsciente.

«[...] una actividad mental primitiva que luego la razón de la humanidad —a esta razón es preciso adquirirla— destrona, superponiéndosele,...».

¿Notan la "historia de la humanidad"? Es decir que en un momento era lo que regía la actividad psíquica de la humanidad, que luego la razón de la humanidad, la evolución cultural de la humanidad, el malestar en la cultura, hace suprimir.

«...pero que con harta frecuencia, quizás en todas las personas, conserva la fuerza suficiente para atraer hacia sí los procesos anímicos superiores».

Esto de la fuerza que atrae hacia sí ya es un problema. No son solamente contenidos, sino contenidos que "atraen hacia sí". Recuerdan que muchas veces —especialmente entre lacanianos— se explica esto como la base de la represión originaria. Se acuerdan de la represión propiamente dicha, que expulsa fuera de la conciencia hacia el tacho de basura todo lo que genera conflicto, y, dice Freud, siempre lo expulsado no solamente es expulsado a causa de una fuerza expulsora sino también a causa de la existencia de una fuerza que atrae hacia el inconsciente. Nunca entendí por qué lo decía. Nunca entendí de dónde lo sacó, pero él lo dice. Entonces, se le arma un problema teórico respecto a la primera represión propiamente dicha. La primer represión propiamente dicha es expulsada a causa de generar conflicto, entonces la pregunta que se hace Freud es: ¿qué la atrae? Lo que la atrae, responde Freud, es la represión originaria. Y bien, es esa una versión que a los lacanianos nos encanta, porque siempre hay un significante que falta y ya...

Aunque hay otros textos en donde Freud dice otra cosa, dice que lo que atrae son los contenidos heredados recibidos filogenéticamente. Son contenidos que tienen una fuerza, fuerza de atracción gravitatoria hacia ellos, como si el Ello tuviese la propiedad de atraer hacia sí los contenidos del inconsciente reprimido.

«La represión sería el regreso a ese estadio instintivo, y el ser humano pagaría entonces con su capacidad para la neurosis esa su grande y nueva adquisición, y con la posibilidad de las neurosis atestiguaría la existencia de aquel estadio previo, regido por el instinto».

El hecho de que haya neurosis demuestra que hubo aquel período, porque si no existiese esa fuerza que atrae hacia sí nunca se completaría la función de la represión, porque le faltaría una fuerza a la represión; y si no hubiera represión, no habría neurosis. Si hay neurosis, dice Freud, es que hubo una historia de la humanidad, y en esa historia de la humanidad hubo lo instintivo y eso instintivo fue reprimido.

Intervención: Entonces, el inconsciente es real.

A.E.: Si es un contenido, no necesariamente, porque los contenidos no necesariamente tienen que dejar de ser simbólicos, estrictamente hablando, como contenido de representación. Pero si es heredado filogenéticamente, sí: tendría que tratarse de algunas conexiones neuronales que sean verificables en el microscopio, algún componente genético verificable en el microscópico, cadenas de proteínas, los núcleos del ADN, que sean verificables en microscopio. Pero, en todo caso, solamente por ser filogenéticos, y no por ser contenido. No sé si estás entendiendo la diferencia que te propongo. Si hay un contenido, su existencia no implica que sea real. Más aún, es cierto que se pueden heredar los contenidos, pero hay que ver si se heredan filogenéticamente. Por ejemplo, el Hombre de las Ratas heredó las deuda del padre. Uno podría decir que hubo códigos civiles por los que los hijos heredaban la deuda del padre. En la Roma precristiana era así, el padre se moría y dejaba sus deudas a los hijos, que tenían que pagarla (y si no tenían cómo pagarla, eran vendidos como esclavos), cosa que no pasa en la actualidad: uno sólo a nivel del patrimonio hereda lo que el padre dejó como neto positivo. Y si deja solamente deudas, el acreedor se jode... Porque si ustedes tienen una propiedad a su nombre, y son hijos de esa persona que murió, el acreedor no puede reclamarles nada. Ahora bien, el hombre de las ratas sí heredó un contenido, pero ¿por qué por heredarlo hay que decir que es real? ¿Qué atributo de real tendría? Al revés, parece bien simbólico, y tan simbólico que parecería, primero, que se lo debía al teniente primero: A, después al teniente primero B, luego parecía que se lo debía a la mujer, y Freud dice: ¡Ah, no, la que pagó los quevedos! Y no era tampoco la que pagó los quevedos. Era la deuda del padre. Entienden que diciendo que era la deuda del padre es donde uno se detiene, porque el síntoma se levanta, ya que tampoco es la deuda del padre.

Hay una ficción que dice: teniente primero A, otro texto que dice teniente primero B, otro texto dice que era la empleada de la estafeta postal que había pagado los quevedos, y otro texto dice que era la deuda del padre. En realidad, no se levantó el síntoma cuando se trabajó la deuda del padre, solamente se levantó cuando por asociación apareció la damisela de las ratas de Ibsen, y el paciente, como quien no quiere la cosa, comentó que Gisella Fliess, su novia, era estéril, que había sido histerectomizada. Con lo cual, el pensamiento inconsciente reprimido completo —diría un post-freudiano— sería: «Se le meterán ratas por el culo a mi padre con la misma posibilidad que le saldrán hijos por adelante a Gisella: es imposible». Recién ahí se resolvió el síntoma. Lo que no significa que todas las versiones y ficciones que se podrían haber hecho sobre ese pensamiento obsesivo compulsivo estaban agotadas. Más aún, Freud dice que se podría seguir. Lo que ocurre es que, como uno no investiga y se dedica a curar, uno detiene la investigación con la resolución del síntoma, caso contrario seguiría habiendo ficciones. Entonces, ¿por qué considerarlo real? El problema es si es de transmisión filogenética.

Por otra parte, les propongo que «Moisés...» es el texto más importante para pensar la teoría de la historia con la que trabaja Freud. Freud tiene una teoría de la historia, y, en el «Moisés...», está planteada plenamente y convendría revisarla. Dice él allí:

«Si suponemos la persistencia de tales huellas mnémicas en la herencia arcaica, habremos tendido un puente sobre el abismo entre psicología individual y de las masas; podremos tratar a los pueblos como a los neuróticos individuales».

Esto porque hay represión e inconsciente en los pueblos.

«Concedido que por el momento no poseemos, respecto de las huellas mnémicas dentro de la herencia arcaica, ninguna prueba más fuerte que la brindada por aquellos fenómenos residuales del trabajo analítico que piden que se los derive de la filogénesis; empero, esa prueba nos parece lo bastante fuerte para postular una relación así de cosas. Si fuera de otro modo, por el camino emprendido no daríamos un paso más ni en el análisis ni en la psicología de las masas. Es una temeridad inevitable».

O sea que, para entender la psicología de las masas, hay que tratar a las masas como si fueran un individuo, suponiéndole inconsciente y represión. Es una temeridad, no hay cómo se justifique, pero no hay otra forma de explicar algunas cosas que Freud cree que la mejor forma de explicarlas es como él lo hace.

Lo que él está tratando de explicar todo el tiempo es que Moisés fue asesinado. Todo el problema estriba en por qué Moisés fue asesinado, que es la hipótesis con la que él trabaja, que fue asesinado por el pueblo al cual liberó —lo cual es, por lo demás, bastante contradictorio.

«Así conseguimos todavía otra cosa. Reducimos el abismo excesivo que el orgullo humano de épocas anteriores abrió entre hombre y animal».

"Épocas anteriores" quiere decir anteriores a Darwin, que según Freud es una herida narcisística para el orgullo del hombre. Y dice:

«Si los llamados «instintos» de los animales, que les permiten comportarse desde el comienzo mismo en la nueva situación vital corno si ella fuera antigua, familiar de tiempo atrás; sí la vida instintiva de los animales admite en general una explicación, sólo puede ser que llevan congénitas a su nueva existencia propia las experiencias de su especie, vale decir, que guardan en su interior unos recuerdos de lo vivenciado por sus antepasados».

O sea, se rompen todos los huevos de tortuga y todas las tortuguitas escapan como locas, desesperadas, hacia el agua: ¿cómo saben que tienen que ir hacia el agua?, ¿por qué ninguna escapa en sentido contrario? Más aún, ¿cómo saben dónde está el agua? Porque eso de que ven el agua... Por otro lado, deberían reconocer que es eso lo que quieren. ¿Cómo se explica todo eso? Entonces, Freud dice: está inscripto, como un recuerdo heredado, el hecho de que si no vas para el agua, mueres. Con lo cual, Freud propone que hay una memoria, recuerdos heredados.

«Y en el animal humano las cosas no serían en el fondo diversas. Su propia herencia arcaica correspondería a los instintos de los animales, aunque su alcance y contenido fueran diversos».

De modo que, efectivamente, es incorrecto lo que decía Lacan, esto es, que no es un credo de algunos psicoanalistas suponer que Freud utilizó "instinto". Hay un problema de traducción. Cuando Lacan dice que Freud nunca utilizó "instinto ", se equivoca, como también se equivoca cuando dice —tan sueltito de cuerpo— que Freud nunca utilizó " frustración" (recuerdan que también dice que es un término jamás utilizado por Freud, pero Freud sí utiliza "frustración"). Es cierto que, en el caso de "frustración", Freud no lo empleó con valor teórico trascendente, pero para estos problemas "instinto" es una clave explicativa. Y, para Freud, no hay otra clave explicativa que esa. Se acuerdan de que Moisés es de 1934, publicado en el 38; y ustedes saben que fue publicado en el 38 porque Freud estaba ya por morir, y había decidido no publicarlo en vida porque tenía miedo, y había decidido que se publicara después de su muerte. Era por miedo de Freud. Así que no es cualquier cosa: lo último y lo más fuerte que él tenía para decir fue lo único que el temía publicar.

Es fuerte lo que hay en torno a la publicación de «Moisés y el monoteísmo». Este texto estuvo rodeado de un halo de miedo, porque, para Freud, la única salvación de los judíos era la Iglesia bajo el régimen nazi; era el último recurso, y, como el psicoanálisis estaba tan pegado a los judíos, el suponía que si llegaba a escandalizar a la Iglesia con la publicación de el «Moisés...», la Iglesia iba a abandonar su función de ser el límite a la atrocidad nazi con los judíos y, consecuentemente, con el número más grande de sostenedores del psicoanálisis. Pero a la Iglesia le importó un comino el «Moisés...»... Por lo demás, «Moisés...» en general nunca causó siquiera un comentario de la índole de lo que temía Freud, que era una verdadera subversión en el pensamiento occidental y un quiebre radical del pensamiento religioso. No pasó absolutamente nada...

Intervención: [inaudible].

A.E.: Claro. En el Vaticano, esos estaban dentro de la lista de libros prohibidos. Ustedes saben que es una lista que tiene prohibidos —qué se yo— libros de ciencia del siglo XVII, cuya prohibición el Papa actual levantó hace apenas dos o tres años. En cualquier caso, no se produjo esa temida conmoción en el pensamiento religioso; o sea que el Vaticano sancionó como corresponde los libros de Freud, creo que aun mejor que el propio ambiente psicoanalítico, que no dio ningún valor a la cuestión religiosa que trasuntaba y el problema religioso que estaba en juego. El único que lo retomó fue Lacan, designando al Padre con el «Nombre-del-Padre», una designación religiosa que jamás nadie comentó, por qué Lacan llamó con un nombre religioso, cristiano, católico, al Padre en psicoanálisis. Pero en el pensamiento religioso no causó la conmoción que Freud esperaba.

Se acuerdan de que habíamos trabajado el parrafito de «Subversión del sujeto» en donde se oponía "instinto" y "pulsión". Vuelvo a leerlo rápidamente (hubo, a propósito de aquello, algunas preguntas que quiero retomar hoy). Dice allí Lacan:

«Y de ahí que insistamos en promover que, dado o no en la observación biológica,...».

Es muy interesante esto de "dado o no en la observación biológica", porque el instinto no se ve; ustedes sólo ven una reacción: las tortugas salen del cascarón y corren hacia el agua. Llama la atención el hecho de que todas, miles y miles recién nacidas, vayan hacia allí, y que ninguna vaya para otro lado. Eso llama la atención. ¿Cómo se lo explica? Mediante una noción que es «instinto». Pero el instinto no se ve.

«Y de ahí que insistamos en promover que, dado o no en la observación biológica, el instinto, entre los modos de conocimiento que la naturaleza exige de lo vivo para que satisfaga sus necesidades, se define como aquel conocimiento en el que admiramos el no poder ser un saber».

Entonces, el instinto es una "conocimiento": conocen el agua salada, pero ese conocimiento no puede pasar a estatuto de "saber".

«Pero de lo que se trata en Freud es de otra cosa, que es ciertamente un saber, pero un saber que no comporta el menor conocimiento, en cuanto que está inscrito en un discurso del cual, a la manera del esclavo-mensajero del uso antiguo, el sujeto que lleva bajo su cabellera su codicilo que le condena a muerte no sabe ni su sentido ni su texto, ni en qué lengua está escrito, ni siquiera que lo han tatuado en su cuero cabelludo rasurado mientras dormía».

Es decir que, efectivamente, Lacan toma el problema del saber, se hace cargo del problema del saber. En efecto, considera al instinto y a la pulsión como dos maneras distintas del saber; y nos propone —él estaba muy capacitado para eso porque en Lacan hay una teoría del conocimiento— distinguir entre dos modalidades de saber: a una de ellas la designará como «conocimiento», y a la otra específicamente como «saber». Entonces, para Lacan, la pulsión es un «saber», pero es un saber que nunca puede pasar al «conocimiento».

Si definimos así a la pulsión —es decir, como un «saber»—, se dan cuenta de que el problema radica en que deja de ser una fuerza para pasar a ser un contenido. ¿Qué es lo que llevaba escrito en su cuerpo el mensajero, sin saber siquiera que lo llevaba escrito? Un mensaje como, por ejemplo: "¡Mátenme! ". Pero entonces es un contenido. Con lo cual, el problema que tenemos permanentemente entre inconsciente y pulsión es el de la "fuerza pulsionante", lo que impulsa, lo que empuja, o el contenido. Y aquí, de vuelta, se nos presentó el problema porque Lacan —a diferencia de Freud— define a la pulsión como un «saber», esto es, un contenido.

Hagamos un pequeño cuadro.

En Freud, el inconsciente no reprimido, o sea el Ello, es contenido, un cierto saber, y es articulado como tal al saber de los animales. ¿Cómo reconoce un pato macho a un pato hembra? ¿Cómo sabe con quién tiene que mantener relaciones sexuales? Lo sabe sin haberlo experimentado. Dice Freud que ese saber es heredado, transmitido filogenéticamente. Y, para Freud, la pulsión es sobre todo una exigencia de trabajo.

Mientras que, con Lacan, se nos arma un problema muy serio, porque la pulsión va de este lado, es un saber. Van a ver que el problema se extiende muchísimo. La pulsión es un contenido.

  Inconsciente Pulsión
FREUD Contenido (das Es) Exigencia de trabajo
  Saber instintivo  
LACAN Tesoro Saber – Contenido

En la reunión pasada, yo les había propuesto una definición de «saber», pero hoy les traigo dos definiciones caseras, hechas por mí. Se las doy de manera condensada, en una fórmula abreviada, a partir de todo lo que yo conozco sobre esos temas y de lo que aprendí con Freud y con Lacan, y de lo que pude articular para ustedes; se las doy en forma de definición, aunque en rigor no es una definición: «Saber» es un tipo de ligazón o red de significantes cuya articulación, a partir de determinado momento histórico (el surgimiento de la filosofía antigua en Grecia, o sea, cuando se corta con el saber mítico), empezó a tener una exigencia de racionalidad. Entonces, el «saber» es una articulación de significantes a la que se le exige coherencia o racionalidad, esto es, la episteme, que es la transformación realizada por los filósofos antiguos en Grecia del savoir faire, del saber-hacer de los esclavos.

Hay pues un saber-hacer. El esclavo era aquel que sabía cómo se cultiva, cómo se cría, cómo se construye. El esclavo era quien tenía ese saber, como un saber-hacer. Como un plomero: sabe arreglar un caño, lo sabe hacer, aunque no necesariamente sea capaz de escribir un pequeño tratado para explicar cómo se hace. Con el advenimiento de la racionalidad en la Grecia Antigua, el saber-hacer de los esclavos es formalizado bajo la forma de un saber-hacer racional y comunicable. Y así es pasado al bolsillo de los amos: es la única forma de robar algo a los esclavos, porque el saber-hacer en sí mismo no se puede expropiar sino volviéndolo formalizable y comunicable. Así, con la base de racionalidad, entonces, se pasa de las manos del esclavo al bolsillo del amo. Esa es la maniobra realizada por la filosofía antigua en Grecia, y por eso Lacan siempre nos advierte tanto de cómo la filosofía opera en favor del amo, porque surgió como una operatoria a favor del amo. Recuerdan la forma argumentativa de las preguntas de Sócrates, apuntando al saber-hacer del esclavo para ver si podía o no explicarlo.

A partir de que surge el saber racional y se constituye la episteme, se quiebra el saber mítico. Es cuando Sócrates empieza a preguntar: "Y tú, ¿crees en eso? ¿Realmente crees en eso?, ¿crees que los dioses se pelean y nos dan las consecuencias de sus peleas?". A partir de ahí, empieza a desaparecer el saber mítico en la reflexión griega, y por eso, cuando los Padres de la Iglesia —muchos de ellos eran de cultura helenística— intentan articular el Antiguo Testamento con la filosofía griega, empieza a advenir una nueva modalidad religiosa que es la del cristianismo; no la de Cristo, sino la de los Padres de la Iglesia, que es la racionalidad en la religión. ¿Cómo se puede justificar racionalmente la Trinidad? Y tendrán tratados enteros para explicar racionalmente las cuestiones religiosas. En el Antiguo Testamento no hay racionalidad, no hay ninguna explicación racional. En realidad, los judíos antiguos no nos legaron de saber articulado prácticamente nada, no tienen ni matemática ni aritmética, ni astronomía, lo cual no era el caso en los babilonios ni en los egipcios.

Del saber, ¿qué nos dejaron los hebreos antiguos? Me parece que eran bastante brutazos... Hoy, los judíos son bastante universitarios, pero parece que en aquella época... Estaban posicionados en una fe que no requería racionalidad. Justamente, la religión judía del Antiguo Testamento se funda como propiedad específica en la fe, sin hacerle falta explicar nada. En hebreo antiguo la misma palabra que dice "verdad" dice "fe": "emuná", palabra muy importante, hoy los que hablan en hebreo la utilizan para afirmar que aquello que se dice es verdad; dicen "emuná", y no se sabe qué se quiere decir con eso, si se quiere decir que es verdad o que se tiene fe. La función de verdad está dada en la fe: si uno tiene fe, es verdad.

Intervención: Este contenido heredado filogenéticamente, ¿no es una verdad mítica?

A.E.: Para Lacan, el inconsciente son las ruinas del saber mítico cuya localización es en el inconsciente porque la sociedad reprimió a partir de este momento histórico al saber mítico. ¡Una mezcolanza de aquellas! Es la clave del Seminario 17. Para Lacan, el inconsciente, socialmente hablando, es la ruina del saber mítico. Como el saber mítico fue reprimido, advino una interiorización del mito, y por eso tenemos el "mito individual del neurótico", porque ahora los mitos son individuales ya que ha sido reprimido el mito como explicación social, que comienza con la racionalidad de la filosofía antigua en Grecia, en el siglo V antes de Cristo. Con el advenimiento de la ciencia moderna, no quedó nada.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Es la base del inconsciente. Lo que ocurre es que hoy en día tiene modalidades individuales. Por lo tanto, hoy, para saber el saber mítico hay que preguntar a las personas qué mito tiene sobre la mamá, sobre el papá. En realidad, eso no es tan importante, sino que es mucho más relevante qué mito tiene de la pareja de los padres, cómo se llevaban, etc. Si uno empieza a investigar, se da cuenta de que la estructura de ese saber es mítica, que ese saber no está sostenido en una racionalidad discursiva. "Pero, ¿cómo?, si esto y aquello es así, entonces...", responde el analista. Y el paciente bien puede sorprenderse: "¡Ah! Es cierto... Nunca lo había pensado". En realidad, el saber estaba sostenido en no pensar en las contradicciones lógicas que ese mito implicaba. Eso es «saber».

Pasemos ahora al «conocimiento». En realidad, convendría que distinguiésemos entre «saber», «tecnología» y «conocimiento». Si distinguen entre tecnología y saber, tienen pues la definición de «ciencia», porque la ciencia es una modalidad de operar con el saber y no con lo tecnológico: no es operar sobre sustancias. No es nada fácil hacer una aparato de radio, poner satélites en el espacio. Y vieron que los programas de televisión sobre ciencia suelen presentarse bajo la rúbrica de "Ciencia y tecnología", pero no queda claro. En Chile, por ejemplo, construyeron un nuevo telescopio de una potencia tal que no sé hasta dónde alcanza a escudriñar... Y bien, eso, ¿qué es? ¿Acaso un avance científico? Es muy importante para asumir posición respecto de si hay post-modernismo, o no. Para nosotros, es muy importante porque nosotros decimos que el psicoanálisis solamente se aplica por el advenimiento del sujeto de la ciencia. Pero si la sociedad cambió, y ahora el sujeto no es más el de la ciencia, es otra cosa. A mí no me preocupan mucho los problemas sociales y culturales en ese sentido, pero uno podría empezar a preocuparse por temor quedarnos sin trabajo, porque perderíamos campo de aplicación. Pero el post-modernismo, ¿implica un cambio en la modalidad de saber, o más bien a nivel tecnológico? Los "no-lugares" de Marc Augé, ¿son propios de qué? De la manipulación tecnológica, y no del saber. Es decir, ¿la Internet cambia nuestras vidas? Sí, pero ¿quiere eso decir que forzosamente también cambia la estructura del sujeto de occidente? Me parece que no, porque la modalidad de operar con el saber es la misma. Pero, para eso, hay que distinguir entre «saber» y «tecnología».

«Saber» es la estricta operancia con los significantes. Eso es saber. Y otra cosa muy distinta es la manipulación de sustancias que obviamente progresa enormemente si se modifican mucho los conocimientos de la ciencia. Pero los desarrollos que se hacen de computadoras en un laboratorio en EE.UU. o en Japón —copiando todo lo que hacen los yanquis, porque los japoneses copian todo—, eso no es «ciencia». Hacer un microchip más pequeño, más rápido y más potente, eso no es ciencia en sentido estricto, sino «tecnología». Una diferencia que conviene tener presente, pero que no hace al problema de pulsión e instinto.

Sí, en cambio, en lo que concierne al conocimiento. Para Lacan, la definición de «conocimiento» que les propongo, que les armé —aunque no está así, como tal, en ningún lugar— sería algo así como: la relación entre el sujeto (en este caso funcionando como Yo) y el objeto concebida como co-naissance —literalmente significa "co-nacimiento"—, esto es, que adviene uno simultáneamente con el otro, o sea, el surgimiento simul táneo y aparejado del uno y del otro y su —esto es muy importante— coaptación imaginaria, que no les había propuesto la vez pasada. La coaptación imaginaria es la unión de elementos a través de sus propiedades naturales.

Entonces, la relación de conocimiento, de co-nacimiento, es la relación —si se aplica a un sujeto humano hablante— entre el sujeto concebido como Yo, moi, y un objeto que se plantea como que nacen simultáneamente. ¿Qué ejemplo podrían dar de una relación de conocimiento como co-nacimiento del sujeto planteado como Yo? El estadio del espejo, porque el Yo y el otro nacen juntos, es una relación de co-nacimiento. Es muy interesante por el problema de la reacción jubilosa del niño frente a la imagen, ¿por qué reacciona jubilosamente? Sin considerar la mirada de la madre como elemento simbólico, ¿entienden que es tal como pasa con la tortuga y el agua? La tortuga y el agua advienen simultáneamente. El estímulo y la reacción frente al estímulo son de la índole del co-nacimiento. No está antes, no hay una búsqueda, no es que la tortuga naciente está buscando agua porque le falte el agua. Y por otra parte, la coaptación imaginaria, o sea, la relación a través de elementos naturales, el encastre, la ensambladura, esa es una relación de «conocimiento».

Ustedes saben que desde el comienzo mismo de su enseñanza, Lacan propone que para el sujeto humano no hay verdadera relación de conocimiento. Primero, con relación al otro imaginario del estadio del espejo, Lacan directamente propone un «conocimiento paranoico», o sea que ya no hay conocimiento, por la cuestión de lo para-noico, "para" (del otro lado), "nous" (espíritu, pensamiento). Quiere decir que no es que uno adviene, sino que ya uno adviene otro. Con lo cual, no nace el Yo: en todo caso, nace el Yo que es otro. Y, por otro lado, tampoco aceptamos la coaptación imaginaria: hace falta la mirada de la madre, hace falta el orden simbólico, el elemento tercero que siempre opera. De manera que lo que nosotros postulamos es que no hay verdaderas relaciones de conocimiento en el sujeto humano. Y esto es una forma de decir que no hay objeto de la pulsión, que nunca habrá para el hombre un advenimiento de él como hombre por la aparición simultánea de él como hombre y un objeto que se enfrente a él como mujer. No existe tal cosa. Es lo que Freud nos propone como la contingencia del objeto. Y si hay contingencia del objeto es porque no hay relaciones de conocimiento. Es por eso por lo que Lacan dice que la pulsión nunca puede llegar a conocimiento, o sea que nunca sabremos con quién o qué tendremos que copular.

No sé si conviene que revisemos un paso que dimos la vez pasada, es decir, ¿cuál es para Freud este contenido o este saber, en qué consiste, qué sabemos de él? ¿Cómo podemos saber con qué se nace? ¿Cómo cree Freud que sería la fórmula de estudiar con qué se nace, que, por otra parte, se junta con lo que se produce en cada vida y que fue reprimido? ¿Cómo podrían obtenerlo si fuesen científicos y no psicoanalistas? Se trataría de algo que siempre se repetiría más allá de cada caso, ¿no? Supongan que ustedes son todos ex pacientes míos: si yo encontrase entre ustedes elementos en común, podría preguntarme cómo es posible que historias tan distintas, gente joven, gente vieja, hombres, mujeres, gente del interior, extranjeros, tengan todos lo mismo en el inconsciente, si las historias particulares son tan distintas. Algunos son hijos únicos, otros son hijos menores, otros son hijos del medio, ¿cómo puede ser? Puedo suponer que justamente aquello que encuentre en común entre todos ustedes sería lo que todos los sujetos humanos traen como bagaje. Si yo veo que todas las tortugas van para el mismo lado, ir para el mismo lado no lo pongo como propiedad de cada tortuga. Si tiene una de ellas tiene un rayón sobre el caparazón, digo que fue un accidente que tuvo, porque sólo esa lo tiene.

Intervención: Podría ser obra de la cultura.

A.E.: ¿Por ejemplo? ¿Qué sería? ¿Que los negros tienen feo olor? ¡Los prejuicios son bárbaros! Un prejuicio es eso, porque, en rigor de verdad, ¿cuántos de ustedes olfatearon a un negro? Y, sin embargo, ese prejuicio está. Lo mismo que con respecto a la supuesta avaricia de los judíos, o que la historieta de que las gitanas roban niños... Prejuicios.

Intervención: Pero los prejuicios son parte de la cultura.

A.E.: El problema es que si yo analizase negros, no tendría los mismos prejuicios. Los prejuicios no son compartibles por otros grupos sociales. ¿Qué sería más allá de un prejuicio de un grupo social? ¿Entienden? El inconsciente como heredado tiene que tratar a los registros de los grupos culturales, tiene que estar más allá de los grupos. Por ejemplo, en general, a los argentinos nos indigna que se diga que "los negros tienen feo olor", pero no parece remordernos mucho la conciencia cuando decimos que los "cabecitas negras son todos unos vagos, haraganes, borrachos, todos ladrones", etc. Tanto es así que, en Brasil, empezaron a matarlos, y los matan desde niños, matan a chicos indigentes para que no se conviertan en asesinos... Son prejuicios de grupo. ¿Qué sería, entonces, un más allá del grupo? Algo así como lo que dice Jakobson, que toda lengua tiene una estructura bipolar, metafórico-metonímica: es una estructura que va más allá de toda lengua.

¿Qué serían los elementos del inconsciente que no podrían participar de las culturas? ¿Se entiende el problema de la cultura? Justamente, Lacan analiza muchísimo el efecto de la incorporación de psicoanalistas judíos que escaparon de Europa, en EE.UU., no solamente porque existía el american way of life, o sea, que Estados Unidos es una tierra que hospeda inmigrantes siempre y cuando se olviden por completo de lo que eran antes de inmigrar; y la posición de los psicoanalistas emigrantes que dijeron: "Está bien, está bien, con tal de que haya psicoanálisis vamos a olvidarnos de lo que el psicoanálisis significaba con tal de que exista". Y en efecto existió, pero ya no era psicoanálisis. Ahí hay un problema cultural............

 

[Cambio de cinta]

 

.................en Freud, el problema que tenemos es que él creyó que existía un universo. Lacan es el primero que empezó a avanzar un poquito sobre eso, pensando en que, por ejemplo, si la instancia del inconsciente es «instancia de la letra», y los chinos te las pintan como objetos artísticos en vez de escribirlas, ya no sabemos lo que es el inconsciente en los chinos... Sí sabemos que es otra cosa.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Estamos reflexionando en voz alta. Pero lo que digo es que, para poder reflexionar entre nosotros y salir de nuestros prejuicios, hay que salir a ver qué dicen los autores porque si no, estamos criticando; en realidad, estamos perdonando, que es lo más común que hacemos porque somos muy neuróticos: "Freud dice todo lo que dice Lacan", o "lo que dice Lacan ya lo había dicho Freud", o todos tienen razón, etc. Pero, ¿qué es lo que dicen? Y bien, si hay por ejemplo fantasías originarias, esto es, si hay contenidos universales, evidentemente han de ser, precisamente, universales. Por otra parte, la idea de que sean universales a consecuencia de una evolución es ridícula, porque si se comienza en la horda primitiva —que como tal no existió jamás, y es en sí mismo un planteo ridículo—, podés decir que es un estado previo de la humanidad. Pero, ¿y si considerás, por ejemplo, la historia judía o los pueblos que no vienen de la tradición de la historia judía? Se te escaparon. La historia del Padre que hace Freud sería válida para Occidente, pero fuera de Occidente no puede aplicarse. Y no sólo en los chinos o en los hindúes, no se puede aplicar porque él hace que la historia de la horda primitiva y los asesinatos de los padres y el retorno de la culpa pasen por Moisés y el pueblo judío, lo cual sería en todo legítimo para Occidente. Pero ocurre que en Freud nunca hay verdaderas reflexiones sobre todos los otros pueblos modernos que no vienen de esa tradición, que son mayorías. O sea, el psicoanálisis como tal se aplica solamente a sujetos de la ciencia, monoteístas y de estructuras familiares patrilineales. Si no tenés esos tres elementos... Ya no sabríamos qué decir de cualquier persona que pertenezca a alguna cultura que no se configure de acuerdo a esos tres elementos. Si son politeístas, ya no sabemos; es decir que, si tuvo un lapsus, ya no podés esbozarle una sonrisa socarrona... Nosotros nos reímos cuando alguien tiene un lapsus, pero en un caso de esos ya no podrías reírte: habrá que ver qué es para ellos. No podemos saberlo.

Freud confundió el mundo con Occidente. Es un prejuicio bastante común en la Europa de Freud. Se acuerdan que traían a un tarzán y se preguntaban si se podría o no convertirse en un gentleman. ¿Recuerdan esas películas? Y era justamente para ver si podía llegar a ser un "sujeto humano", porque no lo era. En Freud encontramos esa ideología.

Sea como fuere, son las escenas o fantasías originarias. Ahora bien, si el contenido del inconsciente son las fantasías originarias, ¿entienden que en el Ello ya tenemos un montón de cosas? Ahora tenemos en el Ello: a) el tacho de basura de lo reprimido inconsciente sistemático propiamente dicho, de la represión propiamente dicha; b) la sede de las pulsiones, o sea, las fuerzas pulsionantes surgen de allí, y c) lo que parecido a lo reprimido particular es lo reprimido social, es decir, lo que recibimos por herencia filogenética de la historia de la humanidad, pero lo que más se reciben son los efectos de la represión que son las fantasías originarias.

Si no les queda claro, me da la impresión de que no convendría que salteáramos estos pasos. Si les parece bien, revisamos esto ahora, y, si no, pasamos directamente a trabajar con el inconsciente como pulsión en Lacan.

Si dicen que no hace falta revisarlo, entonces del historial del Hombre de los Lobos, en el tomo XVII de la edición de Amorrortu, revisen las páginas 54 a 57 y las páginas 87 a 89. Ahí van a encontrar una expresión que yo quiero leer porque si no escuchamos estas cosas en nuestros autores, no creemos. En esas páginas Freud desdice toda la interpretación del Hombre de los Lobos. No sé por qué nunca nadie la toma. Freud dice allí que el Hombre de los Lobos nunca vio a sus padres manteniendo relaciones sexuales. ¡Es increíble! Si tienen la traducción de López Ballesteros, busquen lo que aparece entre corchetes. Freud terminó el caso, lo escribió, y lo mandó a la editorial. Empieza la Primera Guerra Mundial, hay en Europa un desbarajuste infernal y el caso no se publica. Mientras tanto, avanzan las Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, y da la vigésimo tercera. Por lo que allí dice, debe revisar lo que está en el Hombre de los Lobos, y entonces hace dos grandes agregados de dos páginas incrustados en el historial que salió publicado más tarde. El historial es anterior, su escritura completa es de antes; luego viene la muy conocida Conferencia 23, «Los caminos de la formación de síntomas», y, por lo dice allí, tiene que hacer estas dos grandes salvedades al material, que son increíbles porque dice que el Hombre de los Lobos no vio copular a sus padres. Decir eso era increíble; sostenerlo no tenía ningún sentido sostenerlo. No entiendo por qué nunca se lo comenta, porque es de lo más increíble. Lo que dice Freud es que el paciente debe haber visto perros ovejeros copulando, y no a los padres, y que por retroacción asigna esa escena de copulación canina a sus padres. El problema con el que se encuentra Freud es el siguiente: sin embargo, todos los pacientes que dicen que vieron a sus padres mantener relaciones sexuales, los vieron a tergo, y no puede suponerse que todos hayan visto perros copulando, por muy frecuente que sea. Con lo cual, ahí se le plantea si no hay otra cosa en juego.

Entonces, en la página 56, dice:

«Sin duda, en cuanto al acierto de la concepción aquí propuesta la mayoría de los lectores considerarán decisivo lo que yo pueda indicar a partir de los resultados obtenidos por el análisis en otros casos. En verdad, en los análisis de personas neuróticas no es una rareza la escena de observar el comercio sexual entre los padres a una edad muy temprana -se trate de un recuerdo real o de una fantasía- Acaso se la encuentre con igual frecuencia en quienes no se han vuelto neuróticos. Y acaso pertenezca al patrimonio regular de su tesoro mnémico».

Sólo quería leerles estas palabras para que les pegara un poco, y decir que a esto también se lo puede llamar "tesoro". Esta suerte de "tesoro mnémico" se lo recibe por vía hereditaria, y es cierto que a algunos tesoros uno los recibe trabajando como Dios manda, y otros siendo funcionario del gobierno —que ya no es trabajando como Dios manda... Yo conozco más bien casos desgraciados que afortunados, de recibir tesoros o fortunas heredadas. Vieron que siempre eso se pierde, que el destino de esas fortunas, con una regularidad notable, es el de esfumarse, mientras que las deudas que nos dejan nuestros padres, esas no se esfuman... ¡Veinte años de análisis...!

Con lo cual, lo que hay de común y compartido en el núcleo del inconsciente no reprimido —es decir, el Ello—, ese tesoro mnémico, son las fantasías primordiales. Son las tres que ustedes conocen tipificadas por Freud. Y son así propuestas por Freud porque él las encontró regularmente en un montón de pacientes que él analizó, y no pudo deducir que sean consecuencia de experiencias realmente vividas.

Por su parte, en «Subversión del sujeto», Lacan, comentando los lugares del grafo del deseo, dice:

«Les ahorraremos a ustedes sus etapas dándoles de buenas a primeras la función de los dos puntos de cruzamiento en este grafo primario».

Los dos puntos de cruzamiento del grafo primario son los primeros dos, que luego se completará con los otros dos puntos de cruzamiento.

Estos son los elementos que al menos tenemos que tomar en cuenta. Entonces:

«Uno connotado A, es el lugar del tesoro del significante,...».

Lo cosa parece empezar a complicarse, ¿no? Para ustedes, ¿no sería un salto al vacío si yo les dijera que el inconsciente, para Lacan, es el discurso del Otro? Quiere decir que el inconsciente se vincula mucho al Otro, y acaba de definir el inconsciente como el "tesoro".

«...lo cual no quiere decir del código, pues no es que se conserve en él la correspondencia unívoca de un signo con aIgo, sino que el significante no se constituye sino de una reunión sincrónica y numerable donde ninguno se sostiene sino por el principio de su oposición a coda uno de los otros».

El tesoro, que es el Otro, ¿es algo que se adquiere, o que se hereda? Para decirlo muy groseramente, ¿se adquiere por experiencia, o se hereda? Se hereda. Ustedes no dicen "caballo" por las experiencias que tuvieron con los caballos; y por eso, justamente, no conviene jamás olvidarse de que la lengua primordial que ustedes aprenden, y sobre la cual se montarán todas las otras, es materna. La lengua materna no es la que reciben de mamá.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Es el "tesoro del significante". Esa es la definición que tiene: es donde están los significantes. Ahora bien, si se llama "tesoro" es también una forma de indicar dónde están los significantes, como el lugar. En el tesoro del Banco, ¿piensan ustedes encontrar plata ahí? No, la bóveda, la llave del tesoro; puede tanto haberla como no. Quiere decir que "tesoro" es lugar. Pero también es el tesoro del Pirata Morgan, el tesoro de los doblones de oro español, y no solamente el lugar. El lugar no lo tenemos. Ahí, "tesoro" es por el valor: son los lingotes de oro, las joyas, etc. Quiere decir que tesoro es el lugar, y también el valor. Asimismo, convendría que nunca perdieran de vista que "tesoro" es una manera de designar totalidades no completas, porque Lacan habla de "tesoro del significante" y "batería del significante". "Batería del significante" es una forma de designar al significante en forma completa. "Tesoro", no. Pongamos el ejemplo de que una chica se casa, y la tía le regala una batería de cocina de cuarenta y ocho piezas. Ahora bien, cuando su hermana menor se casa, esta misma tía le obsequia una batería de cocina de veinticuatro piezas (se nota que no es la sobrina preferida...). Entonces, ¿le falta alguna pieza? No, ambas baterías están completas. Una batería es lo que es. Una batería de tres cañones está compuesta de tres cañones. La batería es un conjunto completo, mientras que un tesoro es incompleto. Si acaso ustedes tuviesen en un tesoro todos los brillantes del mundo, ya no valdría nada porque perderían el valor de intercambio. Con lo cual, "tesoro" es tanto el lugar, como el valor que se guarda en ese lugar. "Tesoro" es pues una modalidad de indicar la incompletud.

«Pero si nuestro grafo completo nos permite situar a la pulsión como tesoro de los significantes, su notación como S barrado rombo D mantiene su estructura ligándola a la diacronía».

¿Ven el problema? Definió a «A» como "tesoro de los significantes", y definió a la pulsión como "tesoro del significante", con diferencias. Representaré muy sencillamente la estructura de esto para que se den cuenta de cómo es:

 

[Gráfico en el pizarrón]

 

Hay un lado pintado de blanco, y un lado no pintado de blanco. De un lado, círculos; del otro lado, cuadrados. Pero ninguno de los elementos es igual que el otro. Con lo cual, la estructura del grafo del deseo es esta. De modo que aquí tienen «A», y allí «S barrado rombo D». Ambos son definidos como "tesoro". Uno es un tesoro sincrónico y el otro es tesoro diacrónico. Diacronía y sincronía implican que estén en dos pisos distintos.

El problema que tenemos es que Lacan ha definido tanto al inconsciente y a la pulsión como "tesoro". Son dos formas distintas de funcionamiento del tesoro. Y el problema con el que nos encontramos es que si ambos son dos dimensiones del tesoro como contenido, se nos confunden «inconsciente» y «pulsión». ¿Se dan cuenta del problema? Es un problema no visto por Lacan, no es que él asuma una posición. Él va desarrollando su teoría así, argumentando en función de su clínica.

Intervención: ¿Por qué la pulsión es diacrónica?

A.E.: ¿Cómo entender "diacronía" y "sincronía" en «Subversión del sujeto»? Eso es lo que estás preguntado. «A» mayúscula es un tesoro en la sincronía porque, para Lacan, la estructura de las relaciones entre significantes, el estado de relación entre sí que tienen los significantes en el Otro, es equiparable a las bolillas de un bolillero de lotería. ¿Se entiende por qué eso es sincrónico? "Sincrónico" no quiere decir "simultáneo", sino no ordenado en el eje temporal. No confundan sincronía con simultaneidad. Simultaneidad es: en el eje del tiempo, dos sucesos acontecidos en el mismo instante. Puede ser en el mismo período de tiempo, mismo año, mismo mes, misma semana, es decir, mismo corte de tiempo. Ahí es sincronía. O sea, los significantes en el castellano, al momento de nacer, ¿cómo están para uno? Todos ellos ya allí en una reunión sincrónica. Y no importa si uno va conociéndolos de a montones, porque no es cierto que uno los conozca de a uno. Los niños no aprenden un término, luego otro, y luego otro. Habrán visto que eso se aprende como en oleadas, de a montones. No puede ser de otra manera, no se puede aprender un significante como tal: se aprenden en oposición, al menos de a dos, ya que de a uno no se puede, es un puro ruido. Se los va recibiendo de a duplas. Pero no por eso dejan de estar todos juntos ya en el Otro. Quiere decir que la estructura de tiempo que le corresponde al Otro es la de la sincronía.

Ahora bien, ¿cómo entender que, en la pulsión, el tesoro de significante esté articulado a la diacronía? Lo que les propongo —porque Lacan no explica en ningún pasaje de «Subversión del sujeto» qué estatuto le da a esa definición—, es que tesoro en diacronía es que, a nivel inconsciente, los significantes, como tesoro, ya están articulados, son cadenas. Este es un problema que tenemos que pensar para la próxima reunión. La clave que les propongo para pensar el cuadro anterior y este problema, cómo se complejiza, es el inconsciente pulsátil del Seminario 11 y de «Posición del inconsciente». Con eso, se nos complica todo, porque lo pulsátil pasa a ser un atributo esencial del inconsciente. Pero, ¿qué quiere decir eso? Yo siempre lo había entendido en términos de ritmo, pero no es eso. Se trata del "apretar la tecla". No solamente que sea un ritmo en el sentido de hay-no hay, uno-cero-uno-cero, sino también lo que pulsa, lo que es la causa de que eso haya, lo que golpea la tecla.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Lo que irrumpe, aquello que en «Instancia de la letra» es lo que insiste. Si insiste, ¿es porque uno ve aparecer el mismo significante en la cadena, o porque tiende a salir? Cuando Freud ve la monografía botánica en el escaparate, lo que estaba en su inconsciente ¿quería o no quería salir? ¿Se trata del enano dentro del hombrecito? Nosotros solemos explicárnoslo así: por la noche, el enano, aprovechando cierta debilidad de la censura, pugnaba por salir, favorecido por el material que se llama "resto diurno". En todo caso, el enanito parece tener ganas de salir.

Retomemos entonces la cuestión de la pulsión como tesoro del significante en la diacronía. Lo que lleva inscrito el mensajero en su cuero cabelludo, ¿qué es? El problema para responder qué es nos exige abandonar la teoría de que en el inconsciente hay significantes reprimidos. En primer lugar, porque ya es un completo mélange. En todo caso, es para Freud para quien habría representaciones reprimidas en el inconsciente. Pero que haya representaciones reprimidas, ¿qué quiere decir? Supongan yo soy la de la astasia abasia que se quería acostar con su cuñado que quedó disponible cuando murió mi hermana: entonces, sucede que está todo eso reprimido, ¿no? Si así fuera, yo tendría que hablar más o menos así: "Bueno, fui al velorio de mi..., y lo vi a..., y enseguida pensé que él, ...", etc. Les pregunto: ¿es que los neuróticos hablamos así, entrecortado? No, en absoluto. Entonces, ¿qué quiere decir que una representación está reprimida? Lo que hay en el inconsciente son pensamientos. No es que "cuñado", "hermana" y "ganas de «coger»" estén reprimidos, sino: «Ahora que se murió mi hermana, ¡le tengo unas ganas bárbaras al bomboncito de mi cuñado! Pero... ¿no quedará mal?». ¡Claro que quedará mal! Y eso es lo que está reprimido. En Freud, eso son Gedanken. Y cuando Lacan trabaja este problema, dice que para Freud en el inconsciente hay pensamientos, no representaciones. Es muy importante hacer esa diferencia. No hay representaciones aisladas en el inconsciente. Eso es ridículo, y no tiene utilización clínica pensarlo así. Lo que hay son Gedanken, pensamientos. De manera que cuando un término de la cadena significante aparece problematizado, por ejemplo en un lapsus, es porque tenía un nexo como término con otra cadena, con otro pensamiento.

Lacan propone que la pulsión son pensamientos inconscientes. ¿La pulsión son pensamientos inconscientes? Volvemos al ejemplo del mensajero que llevaba escrito el mensaje: se trata precisamente de eso, de llevar inscripto un mensaje que uno no sabe que porta, ni que es en sí mismo un mensaje. Pero, ¿eso es «pulsión» para Lacan? Si es eso «pulsión» para Lacan, pareciera más bien que fuese el contenido del inconsciente para Freud.

Cuando revisemos la noción de inconsciente pulsátil, en las clases 10, 11 y 16 del Seminario 11, y en «Posición del Inconsciente» —que son textos del 64—, van a encontrar buenas definiciones, y van a ver que el cuadro se va a terminar de complicar.

Intervención: [inaudible].

A.E.: Si Lacan define a la pulsión como el tesoro del significante diacrónicamente articulado que opera inconscientemente, ¿eso qué es? Lacan dice que son pensamientos inconscientes inscriptos en el cuerpo. Y además aclara: como una heráldica. Como una heráldica, tal como utilizan los niños el dibujo del cuerpo humano en análisis. Esa dimensión del cuerpo, y no la carne, sino la inscripción en una heráldica. Y una heráldica es un código. Lacan dice que, si la pulsión implica al cuerpo, lo implica así. No parece que tuviese mucho que ver con la "exigencia de trabajo" planteada por Freud...

Notas

1 J. Laplanche, «El extravío biologizante de la sexualidad en Freud» (Amorrortu, Madrid, 1999, ISBN: 9505180764).

2 A. Eidelsztein (comp.), «La pulsión respiratoria» (Letra Viva, Buenos Aires, en imprenta).

3 E. R. Dodds, «Los griegos y lo irracional» (Alianza, Madrid, 1997, ISBN: 8420622680).

3 E. R. Dodds, «Los griegos y lo irracional» (Alianza, Madrid, 1997, ISBN: 8420622680).

5 Varios, «Pensar en la Matemática» (Tusquets editores, Barcelona, 2001, ISBN: 8472236145).

6 En la edición de 2001 del Diccionario de la Real Academia sí se consigna el término: «(Del latín tardío, pulsio, pulsionis) 1. f. En psicoanálisis, energía psíquica profunda que orienta el comportamiento hacia un fin y se descarga al conseguirlo». (Víd. www.rae.es).

 

Desgrabación: Lic. Nancy Fontana

Correcciones y establecimiento del texto: Lic. Luciano Echagüe


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