Seminario
Sexología
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Organizado por : PsicoMundo
Dictado por
:
Lic. Virginia Martínez Verdier y Dr. Carlos Alberto Seglin
Clase 13
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TEMARIO:
- Disfunciones sexuales femeninas. Lic. Virginia Martínez Verdier
- Disfunciones sexuales femeninas de causa orgánica. Dr. Carlos A. Seglin
DISFUNCIONES SEXUALES FEMENINAS
Lic. Virginia Martínez Verdier
Introducción:
Los trastornos serxuales son la dificultad de realizar una respuesta sexual completa y satisfactoria. Se manifiestan de manera permanente y se aplican a todas las conductas y situaciones eróticas.
La disfunción del deseo, el matrimonio no consumado y las fobias sexuales son trastornos comunes a ambos sexos. Los demás, los iremos mencionando individualmente.
Hasta hace relativamente pocos años (30 o 40 años), el goce sexual de la mujer no era tomado en cuenta como necesario. Varios sucesos sociales fueron modificando esta idea:
* Con la segunda Guerra Mundial, muchas mujeres salieron de su ámbito privado para pasar a ocupar lugares de trabajo hasta ese momento restringidos a los varones.
* El desarrollo del "feminismo" como búsqueda de reconocimiento social del lugar de las mujeres.
* El descubrimiento de la penicilina permitió curar las infecciones que hasta ese momento llevaban a la muerte, entre ellas las enfermedades transmisibles sexualmente.
* El descubrimiento de la pastilla anticonceptiva que le permitió a la mujer hacerse dueña de su cuerpo y de su decisión de procrear.
En este contexto social, muchas mujeres pasaron a ser catalogadas como "frígidas" por sus dificultades sexuales.
Frigidez, según el Diccionario: "Frialdad, falta de calor".
Más allá del significado preciso, "frigidez" resulta ser una palabra francamente desagradable, que linda con lo humillante, especialmente cuando desde el trato popular se la utiliza como insulto.
Tradicionalmente se consideró que una mujer frígida era una mujer fría, sin capacidad de goce. Por extensión, las mujeres que, aunque pudiendo desear y excitarse no alcanzaban el orgasmo también fueron catalogadas como frígidas.
Aún hoy, aunque los temas sexuales sean tratados con mayor habitualidad y naturalidad, el término "Frígida" sigue resonando, con gran peso, en el medio social.
Veamos algunas opciones posibles en la modalidad sexual de una mujer:
1.- Puede no tener deseo previo a una relación sexual, pero una vez iniciado el encuentro, se excita y alcanza el orgasmo.
2.- Puede tener deseo sexual pero una vez iniciado el encuentro le cuesta excitarse adecuadamente y alcanza el orgasmo con dificultad.
3.- Puede tener deseo sexual, pero una vez iniciado el encuentro le cuesta excitarse y no alcanza el orgasmo.
4.- Tiene deseo sexual, se excita intensamente pero no alcanza el orgasmo.
5.- Tiene deseo sexual, se excita y alcanza el orgasmo, pero tiene una vivencia íntima de insatisfacción.
6.- No tiene deseo sexual nunca, no se excita de ningún modo, desconoce el orgasmo. La sexualidad no le interesa ni tiene conflicto por ello.
7.- Una mujer puede pasar por cualquiera de las situaciones anteriores pero además su pareja no logra penetrarla, es como si no tuviera introito vaginal, o se queja de dolor.
Cuál de todas estas mujeres puede ser catalogada como fría - frígida?
Aclaremos algunos términos, caso por caso:
1.- Esta mujer padece de un deseo sexual hipoactivo o inhibido.
2.- Esta mujer tiene dificultades en su excitación.
3.- En este caso la dificultad se manifiesta en la excitación y en el orgasmo.
4.- Es un caso de anorgasmia.
5.- Técnicamente esta mujer no padece ninguna disfunción sexual. La dificultad debe entenderse desde sus expectativas de satisfacción sexual.
6.- Disfunción sexual generalizada o Frigidez.
7.- Cualquiera de las situaciones anteriores que se complementan con vaginismo y/o dispareunia.
En síntesis, sólo en el caso número 6 podemos hablar de una Frigidez sexual generalizada.
El resto de las mujeres de estos ejemplos, aunque padezcan de dificultades en algunas de las fases de su respuesta sexual (deseo, excitación, orgasmo), por el sólo hecho de mantener otras fases con buen funcionamiento no son frígidas. No son frías, pueden conectarse con el placer en determinados momentos del encuentro. Sólo necesitan resolver un aspecto para poder gozar plenamente de su sexualidad.
Frigidez sexual generalizada:
Aunque estemos llegando al siglo XXI, y muchos piensen que la mayor liberación de costumbres sexuales es generalizada, la realidad nos muestra que aún hoy persisten personas con ideas y actitudes que podemos considerar habituales de otras épocas histórico-sociales.
En sexualidad, como en muchos otros temas, es importante no generalizar, ni considerar que "lo común" es lo que nos pasa a nosotros. Toda sociedad está conformada por diversos sectores humanos que se manifiestan con costumbres y conductas totalmente diferentes y hasta opuestas.
Aún persisten mujeres que manifiestan su sexualidad desde el trastorno sexual definido como frigidez sexual generalizada. Esta implica a una mujer que nunca muestra ni mostró en su pasado interés por la sexualidad. No recuerda juegos sexuales en su infancia, ni la atracción casi instintiva de la adolescencia, y suele expresar que puede vivir plenamente sin necesidad de encuentros íntimos, no sólo coitales, sino que también rechaza el placer corporal en general (caricias, abrazos, besos, etc.).
Los motivos que llevan a estas mujeres a mantener esta actitud a lo largo de su vida pueden ser variados: Situaciones dolorosamente traumáticas de abuso sexual vividas en la infancia, arraigados mitos y prejuicios con respecto al sentido del placer, convicciones religiosas fuertemente estructuradas, son algunos de esos motivos.
Muchas de estas mujeres suelen formar pareja e incluso tener hijos. Sin embargo llevan su vida sexual como una obligación matrimonial y exclusivamente para cumplir con el mandato social de la reproducción.
Las parejas de estas mujeres pueden acordar con esta actitud ante la sexualidad por diversos motivos de su formación y de su historia personal. Es habitual que sostengan la idea de que una mujer debe ser "sólo una buena madre y esposa", que ser sexual corresponde a "malas mujeres". Y es posible que ellos busquen su satisfacción sexual en la prostitución, manteniendo disociado el amor de la sexualidad.
Mientras ambos coincidan en estas ideas, el matrimonio cursará por una vida armónica donde lo sexual no está incluido como importante para la relación. Sin embargo, si alguno de ellos con el paso del tiempo cambia las pautas iniciales del contrato matrimonial, se iniciará el conflicto entre ideas y sentimientos opuestos, desequilibrándose la relación general de la pareja.
Las diversas maneras que tenemos los seres humanos de manifestarnos sexualmente no son sencillas de comprender. Cada caso es único porque depende de la personalidad, la historia, las experiencias vividas, las creencias, los prejuicios, la relación general de la pareja.
Recordemos la palabra "frígida" dicha habitualmente como un insulto destinado a la mujer. En estos casos, la frialdad sexual no incluye a la totalidad del sujeto. Cualquiera sea la situación sexual personal que despierta sufrimiento, dejar de globalizarla como problema que incluye a la persona toda y el poder circunscribirla a lo que realmente corresponde permite aliviar parte del camino hacia la recuperación.
Trastornos del deseo sexual:
El deseo sexual es el motor que nos impulsa a buscar situaciones sexuales que nos den placer y satisfacción. Su aparición suele estar circunscripta a determinadas circunstancias decodificadas como eróticas para cada persona.
No todos deseamos lo mismo, pero sí todos tenemos la capacidad de desear. Recordemos que los estímulos eróticos son recibidos por nuestros sentidos -gusto, tacto, olfato, oído, vista- acorde a nuestra personalidad, nuestra historia, nuestro mapa erótico personal.
Cuestiones biológicas y culturales determinan que los varones alcancen su nivel máximo de deseo durante la adolescencia, en cambio, las mujeres lo logran alrededor de los 40 años. Sabemos que el reloj biológico que pone en marcha la pubertad impone el instinto sobre la razón y el deseo es casi irreprimible. En cambio, el poder de las pautas culturales de lo que se espera de una mujer, logra que, hasta que ésta se sienta segura y firme en su aprendizaje de ser sexual, no logre expresar su deseo sexual plenamente.
Luego de sus picos máximos, en ambos sexos, el deseo va declinando muy paulatina y lentamente a lo largo de la vida, y -en situaciones normales- sólo debería desaparecer con la muerte. Su lenta declinación se relaciona con el paso de los años biológicos y las diversas experiencias vitales, pero la capacidad de sentir, de dar y recibir placer no se termina nunca.
El deseo sexual inhibido o hipoactivo se observa en aquellas personas que no muestran interés por las cuestiones sexuales, con escasas fantasías, con una actividad sexual muy espaciada y realizada "por deber".
Cuando el deseo no aparece, la "chispa" no se enciende o lo hace con dificultad. Aunque la excitación y el orgasmo son posibles aún sin deseo, cuando éste no existió previamente, la calidad del encuentro y la vivencia de satisfacción disminuye.
Para establecer el grado de trastorno sexual y el tipo de tratamiento que requiere, es necesario discriminar:
- si es primario (desde siempre) o secundario (sucede en algún momento de la vida); -permanente o transitorio;
- generalizado (en todas las situaciones) o situacional (con alguna persona o circunstancia particular).
En los casos primarios, permanentes y generalizados el pronóstico es más difícil y requerir un tratamiento más complejo.
Sus causas pueden ser de origen orgánico, psicológico, relacional, o una combinación personal de todos los factores.
Cuando el origen es orgánico, generalmente se relaciona con la disminución de la testosterona (hormona del deseo), con determinadas enfermedades (tumores, diabetes, infecciones crónicas, trastornos neurológicos, etc.), y con la ingestión de algunos medicamentos (antihipertensivos, antidepresivos, hipnóticos, ansiolíticos, antipsicóticos, etc.). Un médico avezado puede indicar medicaciones que contrarresten los efectos secundarios de aquéllos o disminuir su dosis.
En relación al origen psicológico, una persona puede tener un deseo sexual inhibido desde siempre, y esto puede no perturbarla, salvo que surja como conflicto por incompatibilidad sexual con su pareja.
El deseo puede desaparecer en determinados momentos de la vida. Las crisis vitales (casamiento, divorcio, nacimiento de los hijos, climaterio, jubilación, muerte de un familiar, etc.) y las crisis accidentales (mudanzas, pérdida del trabajo, etc.) suelen interrumpir el fluir del apetito sexual. A medida que estas crisis van resolviéndose, el deseo reaparece.
El estrés es un enemigo feroz de la sexualidad. Así mismo, los conflictos emocionales, la depresión, las perturbaciones de la personalidad, los traumas sexuales (violación, abuso), una educación antisexual, el apego a los padres, el miedo al compromiso y a la intimidad, también influyen negativamente en la capacidad de desear.
Las causas relacionales son muy comunes en la desaparición del deseo. Las crisis de pareja, la incomunicación, las luchas por el poder son eficaces refrigerantes. El descuido físico personal o de la pareja, las situaciones de maltrato, las experiencias desagradables repetidas (falta de orgasmo, eyaculación precoz, dolor, etc.) inhiben nuestras ganas de estar en intimidad sexual.
Muchas veces, la vivencia de agonía de la sexualidad y de la capacidad de sentir placer en general, empuja a las personas a la búsqueda de reencontrarse con el deseo sexual. Cuando lo logran suelen tener la sensación de volver a conectarse con la vida.
Trastornos de la excitación :
Recapitulemos que, fisiológicamente, la excitación se manifiesta como la llegada de sangre a la zona genital. Las mujeres necesitamos alrededor de 500 centímetros cúbicos para que la congestión pelviana alcanzada nos permita ingresar en la plataforma que impulsa el orgasmo. Además, durante la excitación la vagina se lubrica para que la penetración no sea dolorosa.
Estos cambios genitales van acompañados a su vez por modificaciones en todo el organismo: la respiración comienza a acelerarse y agitarse, el pulso cardíaco también se acelera, aumenta la temperatura externa del cuerpo llevando a la sudoración. Los pechos aumentan de tamaño, los pezones se yerguen. Los músculos van poniéndose cada vez más tensos, todo el cuerpo "se prepara para la lucha". Como sucede también en la práctica de los deportes, toda actividad física requiere de un precalentamiento.
Hasta aquí, sólo estamos mencionando las modificaciones que se relacionan con la fisiología; sin embargo lo emocional y la relación de pareja influyen decisivamente en la capacidad de despertar al organismo físico.
Las perturbaciones en la excitación pueden ser motivadas por diversas situaciones. La más común es la estimulación inadecuada, en cantidad y en calidad.
En relación a la calidad, si el compañero no sabe cuáles zonas corporales de su mujer son más sensibles, o qué tipo de estímulo, con qué ritmo y frecuencia su pareja lo necesita, lo más probable es que haga lo que supone que es correcto, aunque tal vez no lo sea. Cada mujer es única y tiene necesidades únicas.
Para poder congeniar y conocerse recíprocamente es imprescindible el diálogo abierto entre los miembros de la pareja acerca de los gustos, preferencias y necesidades sexuales de cada uno.
En relación a la cantidad, otra situación ligada a la anterior es el escaso o inexistente juego sexual previo. La pareja no utiliza diversas conductas sexuales que puedan estimularlos e incrementar su deseo, ni se detienen largamente en cada una de ellas. Pasan directamente -o casi directamente- a practicar la penetración.
Las mujeres necesitamos entre 20 y 40 minutos para que nuestro cuerpo esté disponible para completar la respuesta sexual. Los tiempos dependerán de las características de personalidad de cada mujer, del tipo de relación de pareja, del conocimiento y la confianza recíprocas, del momento vital, del estado de ánimo situacional, entre otras cuestiones.
Pero más allá de todo esto, los tiempos femeninos son más prolongados que los masculinos, por mandatos culturales y también por las diferencias en nuestras estructuras anatómicas genitales. El varón sólo necesita entre 70 y 90 mm. para llenar de sangre su pene, las mujeres necesitamos 500mm. Además no tenemos reservorios que dificulten la vuelta de la sangre a la corriente general, como sí tiene el varón.
Teniendo en claro las necesidades fisiológicas de las mujeres para alcanzar una plena excitación, es importante que recordemos la influencia de las emociones en la capacidad de dejarse llevar por el placer.
Una mujer enojada, triste, preocupada, asustada, no se excitará. Tanto sean estos sentimientos movilizados por motivos ajenos a la pareja, o por motivos relacionados con la pareja.
Es necesario evaluar si la dificultad con la excitación ocurre desde siempre y con todas las parejas sexuales (por lo cual, es posible que se trate de una perturbación personal), o si se trata de una situación ocasional de momentos afectivos determinados pero no permanentes o con determinado tipo de hombre (donde puede tratarse entonces del estilo de relación de pareja).
En síntesis: Una mujer mal estimulada, poco estimulada o con sentimientos negativos en su mente durante el encuentro sexual, no se excitará o lo hará escasamente, empobreciendo su satisfacción personal y, probablemente, la de su pareja..
Trastornos sexuales con la penetración:
La dispareunia es un motivo habitual de consulta entre los médicos ginecólogos. El dolor durante la penetración puede tener varios orígenes. Un diagnóstico preciso permitirá evaluar si las causas son orgánicas o no.
En principio es necesario determinar la zona específica de dolor: interna o externa, y en qué parte de la vagina. Así como saber si el dolor apareció en un momento determinado u ocurrió desde siempre.
Este trastorno puede ser de origen orgánico o sexológico. Si acaece en determinado momento, es posible que sea síntoma de una inflamación o infección genital. Pero, si es un síntoma recurrente es necesario pensar en que el encuentro sexual no se está realizando armónicamente.
La causa sexológica más común de la dispareunia es la excitación inadecuada, por lo cual, al no producirse la lubricación, la penetración resulta dolorosa. En este sentido, recordemos nuestra nota anterior en la que nos detuvimos a reflexionar sobre la necesidad de una calidad y cantidad especiales para que la excitación femenina se produzca.
El vaginismo se produce por la contracción involuntaria de los músculos perivaginales, por lo cual, la entrada de la vagina "desaparece", el varón se encuentra con un tabique, es como si la mujer no tuviera nada para ser penetrado.
El miedo al dolor es una de las causas de esta alteración. La mujer "se defiende" no permitiendo el coito, pero lo hace inconcientemente. Puede excitarse mientras sepa que no será penetrada, cuando esta posibilidad aparece, el peligro la hace "cerrarse".
Pueden ser mujeres que mantengan su respuesta sexual completa -deseo, excitación, orgasmo- mientras no se sientan amenazadas por la penetración. Cuando esta posibilidad aparece puede surgir el dolor, o , simplemente, "la pared".
Causas más profundas nos hablan de un temor irracional (fobia) a la penetración. Generalmente son mujeres que tuvieron una sexualidad infantil fuertemente reprimida o traumatizada (abuso sexual). El momento actual vuelve a hacer presente ese pasado doloroso y se defiende de su pareja como si fuera aquel victimario de la infancia.
Este trastorno sexual femenino requiere de una tarea constante de recuperación de la confianza y de estimulación del crecimiento personal de la mujer que lo sufre. Ha quedado paralizada en aquella nena, y las nenas no tienen relaciones coitales. Es necesario que aprenda a ser mujer adulta sin temor y que vaya descubriendo que la penetración en sí no es peligrosa.
En el matrimonio no consumado suelen vincularse alteraciones sexuales de ambos miembros de la pareja: disfunción erectiva o eyaculación precoz ante portas en el varón con dispareunia o vaginismo en la mujer. En estos casos, pueden ser parejas que hayan tenido relaciones sexuales durante años, manteniendo la respuesta sexual completa, pero sin haber llegado a la penetración, tradicionalmente llamado "consumación matrimonial".
Los motivos de esta situación pueden encontrarse en causas orgánicas, pero son sostenidas largamente por cuestiones emocionales de ambos. La penetración necesita de cierta dosis de agresión sana para ser llevada a cabo, si un varón teme dañar, no penetrará. Si una mujer teme ser dañada, no permitirá ser penetrada Incluso esta dificultad puede no ser motivo de preocupación hasta que la pareja desea tener un hijo o si alguno de los dos comienza a hacer modificaciones personales que lo ubican en un lugar diferente al que tenía cuando hizo el "pacto inconciente de no agresión".
Perturbaciones del orgasmo femenino:
El orgasmo es la tercera fase de la respuesta sexual humana, posterior al deseo y la excitación; es el climax, el final de un encuentro sexual. Desde el punto de vista fisiológico es un reflejo, metaforizando es "un estornudo de placer".
Como todo reflejo, ante un estímulo sobre el clítoris o el punto G (polo sensitivo), con un ritmo y una intensidad particular para cada mujer, se producen contracciones de los músculos perivaginales y perianales (polo motor), las que son vividas como intensamente placenteras. La decodificación de satisfacción la realiza el cerebro, por lo cual, la capacidad de alcanzar el orgasmo en las mujeres est generalmente influida por procesos emocionales.
La anorgasmia es la dificultad o incapacidad de alcanzar el climax, aunque el deseo y la excitación se hayan producido previamente.
La preocupación por la ausencia del orgasmo femenino es una adquisición de estas últimas décadas, ya que comenzó a considerarse importante el placer de la mujer. Recordemos que el orgasmo femenino no es necesario para la reproducción, por lo cual en otras pocas -no tan lejanas-, no era considerado un problema el no tenerlo. En realidad, era visto como una virtud, ya que las esposas-madres no debían comportarse como las mujeres prostituidas.
Actualmente, la posibilidad de alcanzar el orgasmo ocupa -en general- un lugar muy valorizado en la media social. Su ausencia suele producir frustración, depresión, baja autoestima y sufrimiento en la mujer que no lo logra, as¡ como vivencias de desvalorización masculina en su pareja.
La ausencia de orgasmo sostenida en el tiempo puede provocar dolor pelviano crónico, prurito y flujo vaginal por la falta de descarga de la sangre acumulada en los genitales durante la excitación.
Su falta puede llevar, paulatinamente, a la inhibición del deseo sexual, y a la evitación de situaciones sexuales como forma de defenderse ante la frustración.
Una salida "tramposa" que buscan algunas mujeres es fingir el orgasmo para no sentir vergüenza ante su compañero, ya que en general le resulta difícil al varón poder percibir el orgasmo de su pareja. Esta aparente "solución", sólo alivia la ansiedad inmediata de la mujer; pero con el tiempo, cuando se instala la mentira se hace muy complicado el desandarla para poder realmente tener orgasmo. Por otro lado, puede aparecer resentimiento ante el varón que disfruta a expensas de una mujer que no lo hace. Así, el conflicto se hace cada vez mayor, ya que la mujer queda atrapada en su propia trampa.
Los diversos autores no se ponen de acuerdo acerca de la incidencia de la anorgasmia femenina. Según diferentes investigaciones entre un 15% y un 50% de las mujeres padecen de esta dificultad en algún momento de sus vidas.
La mayoría de las mujeres logran alcanzar el orgasmo con sus parejas un tiempo después de haber comenzado su vida sexual activa. Esto se debe a que el orgasmo se produce ante todo por aprendizaje; la mujer necesita conocer su cuerpo y sus genitales, saber cómo responde ante los diferentes estímulos. También necesita conocer y familiarizarse con las actitudes de su compañero así como vivenciar un clima de confianza y serenidad para entregarse a la relación.
La mayoría de las causas que inhiben el orgasmo femenino son de índole psicológica, leve o profunda. En las mujeres la anorgasmia puede producirse por:
* Falta de conocimiento del funcionamiento de los propios genitales. Suele ocurrir en aquellas mujeres que nunca se permitieron masturbarse.
* Un pobre juego sexual previo que no incrementa el nivel de excitación.
* Una estimulación insuficiente en cuanto a la duración, el ritmo, el tipo de caricia o de zona específica.
* Dificultades para entregarse libremente a la relación sexual.
* Estar muy pendiente de alcanzarlo. La autobservación inhibe el descontrol.
* Dificultades para dejarse ir, descontrolarse, ya que durante el orgasmo se producen segundos de desconexión, por ello se lo llama "la petit mort" (la pequeña muerte).
* Tener una personalidad inhibida, con actitudes negativas y prejuiciosas con respecto a la sexualidad.
*Dificultades en la relación de pareja en general. Aquí¡ la anorgasmia puede resultar un castigo o estar representando una lucha por el poder en la pareja.
La incidencia de las causas de origen orgánico es baja. Entre ellas podemos mencionar trastornos neurológicos, endocrinos y ciertos medicamentos que bloquean la descarga orgásmica.
Uno de los elementos fundamentales que entra en juego para poder conectarse o no con el placer es el Sistema de Valores Sexuales de cada persona. Es así que los diferentes maneras de estimulación para alcanzar el orgasmo no siempre son vividos con naturalidad por uno o ambos miembros de la pareja. Hay quienes piensan que masturbarse es malo o degenerado, o que sólo el orgasmo en coito (con penetración) es lo normal.
Lo "normal" en sexualidad depende de las ideas personales, acorde a su educación, su personalidad, su historia y sus experiencias de vida. Resulta conveniente que los miembros de una pareja puedan compartir y acordar en sus ideas con respecto a las conductas sexuales habituales y necesarias para cada uno de ellos, para evitar la comúnmente llamada "incompatibilidad sexual".
Podemos clasificar la anorgasmia - como a todas las disfunciones sexuales- en:
La anorgasmia primaria es la que se produce en las mujeres que nunca alcanzaron el orgasmo ante diferentes estímulos (masturbación, caricias genitales manuales u orales, con penetración).
La anorgasmia secundaria es la que acaece en mujeres que tuvieron un período previo en el que lograban el orgasmo por cualquiera de los medios mencionados anteriormente.
La anorgasmia total es la que sucede cuando la mujer no logra el orgasmo con ningún estímulo.
La anorgasmia parcial es aquella por la cual la mujer logra el orgasmo con determinado estímulo y no con otro. Por ejemplo, puede darse el caso de que tenga orgasmo por autoestimulación a solas, y no en compañía, o que lo logre sólo estimulando su clítoris durante el coito, o sólo por estimulación manual o oral de su compañero o sólo durante la penetración.
En este caso dependerá de la vivencia personal de satisfacción o no para que la dificultad se convierta en un problema para la mujer o su pareja. En este sentido, el desconocimiento, las creencias y prejuicios influyen negativamente en la vivencia de satisfacción, ya que existen varones y mujeres que valoran más el logro orgásmico a través de determinado estímulo (generalmente la penetración).
La anorgasmia situacional es la que se produce cuando la mujer no alcanza el orgasmo en determinadas situaciones o con determinados compañeros sexuales.
Es importante tener en cuenta que las mujeres tenemos una zona particular promotora del orgasmo, el clítoris. Alrededor de un 30% de las mujeres agregan otra zona para su descarga orgásmica, el punto G. Este último se encuentra en el tercio exterior de la vagina, tiene una contextura rugosa de unos 2 cm. de diámetro, y necesita ser estimulado a través de la presión, a diferencia del clítoris que, en general, necesita caricias suaves y húmedas. El punto G es un residuo prostático embrionario que no todas las mujeres conservan, o que no todas las mujeres se lo han descubierto.
Sigmund Freud consideraba que las mujeres que tenían orgasmo por estimulación del clítoris eran infantiles; y que debían realizar un paso hacia el orgasmo vaginal para madurar sexualmente. Actualmente, luego de las investigaciones de Williams Masters y Virginia Johnson, se sabe que esa dicotomía no existe, ya que el orgasmo es clitorideo-vaginal, es decir, que ante el estímulo del clítoris, se producen contracciones vaginales.
Aún hoy, muchas personas continúan sosteniendo las teorías de Freud en este sentido, por lo cual se sienten desvalorizadas por no lograr el esperado orgasmo vaginal sin estimular el clítoris. En realidad, para que esto suceda, la mujer debería tener el punto G o buscar determinadas posiciones coitales que estimulen el clítoris indirectamente.
Por otro lado, las mujeres podemos ser monorgásmicas (tener un solo orgasmo y quedar satisfechas) o
multiorgásmicas (necesitar varios orgasmos en un mismo encuentro para descargar la tensión sexual acumulada).
Aunque de hecho, estos estilos diferentes no implican calidades orgásmicas diferentes, los prejuicios y desconocimientos pueden provocar desavenencias conyugales:
- Cuando ante el primer orgasmo de su pareja, el hombre da por terminada la escena sexual y la mujer queda con necesidad de continuar con la estimulación, si ella no lo explicita puede crearse una situación de insatisfacción sexual permanente.
No es necesario que el varón mantenga su erección durante todos los orgasmos de su pareja, ya que -como mencionamos anteriormente- existen otras maneras de estimulación tan gratificantes como el coito.
- Cuando ante una mujer monorgásmica, el varón reacciona insistiendo en la estimulación para que ella tenga más orgasmos, sin que su compañera lo necesite, se crea la sensación de insatisfacción por la exigencia del varón. Este suele comparar a su pareja con mujeres multiorgásmicas; para estos hombres, un solo orgasmo de su mujer resulta poco o se sienten malos amantes, cuando en realidad para ella es suficiente.
- Eventualmente las mujeres orgásmicas pueden no tener un orgasmo en algún encuentro sexual. No es terrible, ni es un problema; éste se instala cuando la ausencia de orgasmo se hace permanente.
La comunicación con la pareja es indispensable para lograr una vida satisfactoria en general y sexual en particular. Incorporando a la vida cotidiana el conversar acerca de las propias necesidades, ideas y gustos sexuales permite un mayor acercamiento y conocimiento recíproco.
La anorgasmia femenina es el motivo de consulta más frecuente al especialista; y, acorde al diagnóstico preciso, su tratamiento tiene un alto porcentaje de éxito en tiempos relativamente cortos.
La diversidad de trastornos sexuales femeninos se basan fundamentalmente en una educación sexual represiva, en una personalidad inhibida, en una infancia traumática, en una relación de pareja inmadura o insatisfactoria, pero también en el desconocimiento y en el mantenimiento de creencias y prejuicios que sólo producen frustración, displacer y sufrimiento personal. La recuperación de una vida sexual plena es posible, sólo es cuestión de proponérselo.
DISFUNCIONES SEXUALES FEMENINAS DE CAUSA ORGÁNICA.
Dr. Carlos Seglin
Si bien las disfunciones sexuales femeninas no se deben habitualmente a etiología orgánica es necesario considerar esta posibilidad . Un diagnóstico correcto permite un tratamiento adecuado.
Tomando como eje las distintas etapas de la respuesta sexual (deseo, excitación, meseta orgasmo y resolución ) señalaremos algunas de las causas orgánicas que ocasionan disfuncionalidad sexual.
Debemos tener en cuenta que más allá de la especificidad de las patologías que mencionaré toda enfermedad "orgánica" (empleando este concepto reduccionista solamente a fines didácticos) puede provocar alteraciones en la respuesta sexual, ya que el dolor agudo o crónico, la astenia y demás síntomas del enfermar hacen que la energía libidinal se reste de lo sexual, dada la necesidad de atender la restitución del estado de equilibrio.
Etapa del deseo:
Las alteraciones del sistema endocrinológico producen disminución del deseo.
El hipotiroidismo con su correlato de astenia y depresión disminuye el interés sexual.
Las alteraciones del equilibrio de las hormonas sexuales femeninas (estrógenos y progesterona) también disminuyen el deseo sexual.Recordemos que la hormona que está relacionada con el tenor del deseo, tanto en varones como en mujeres, es la testosterona.
La hiperprolactinemia ( es decir el aumento de la prolactina, hormona segregada en la hipófisis que regula la secreción láctea ) al competir con la testosterona contribuye a disminuir el deseo sexual.
Esta situación clínica puede deberse a un adenoma de hipófisis (tumor benigno de dicha glándula). También el stress crónico, especialmente el stress psíquico también aumenta la prolactina, disminuyendo paralelamente la testosterona.
Etapa de excitación:
A diferencia de los hombres la fisiología de la etapa de excitación femenina no se ve tan alterada por las enfermedades vasculares. De hecho la frecuencia de patología arterial es mayor en varones.El tabaquismo , factor predisponente a los transtornos de la microcirculación arterial y capilar es de mayor envergadura en la población masculina. Los estrógenos presentes en la mujer hasta la menopausia, ejercen una función protectiva que colabora a retardar la aparición de los trastornos circulatorios.
La diabetes (me refiero a la diabetes insulinodependiente, de larga evolución y mal controlada) puede disminuir la capacidad de excitación ,ya que provoca alteraciones en el trofismo de los nervios periféricos (polineuropatía diabética). Al alterar la capacidad de percibir el estímulo sexoerótico la respuesta excitatoria será menor.
Lo mismo puede ocurrir en otras enfermedades del sistema nervioso. La esclerosis múltiple, por ejemplo, a veces debuta con alteraciones de la respuesta sexual que solamente pueden comprenderse con la aparición posteriorde otros síntomas neurológicos. Como evoluciona en "brotes" con etapas de inactividad patogénica intercalados, su inicio solapado desconcierta al comienzo.
En lo específicamente genital, las enfermedades infecciosas de la mucosa vaginal (vulvovaginitis) debidas a bacterias, hongos (candidiasis) o parásitos (trichomonas) pueden alterar la etapa de excitación ya que la vasocongestión que en ella se produce aumenta el prurito (picazón) en los genitales externos. Este prurito no permite que la mujer se abandone a las sensaciones sexoeróticas, actuando como una interferencia.
La preocupación por la posibilidad de dolor a la penetración (ansiedad anticipatoria) inhibe el despliegue de la excitación.
Etapa de meseta:
La continuidad de la respuesta sexual requiere de una capacidad cardiorrespiratoria suficiente como para desempeñar un esfuerzo leve a moderado. Más allá de las fantasías del sexo como ejercicio extenuante se estima que una relación sexual implica un gasto metabólico (medido en consumo de oxígeno) equivalente a subir dos o tres pisos por una escalera. Toda situación clínica que disminuya la capacidad cardiorespiratoria impedirá mantener la actividad sexual por el tiempo necesario como para alcanzar el estado de meseta. No será posible entonces que se produzca y mantenga la congestión de los plexos venosos perivaginales (plataforma orgásmica).
Dentro de las causas más frecuentes se encuentra el asma, que en su momento de crisis aguda dificulta la entrada y salida de aire en los pulmones, con el consiguiente déficit en la oxigenación. El trabajo muscular que se produce durante el encuentro sexual aumenta la demanda de oxígeno. La sensación penosa que aparece por la obstrucción bronquial (disnea) desalienta la prosecusión del acto.
Las cardiopatías al restar fuerza a la circulación en condiciones de esfuerzo también producen sensación de "hambre de aire". Claro está que esto aparece cuando nos hallamos frente a una persona que en otras actividades de la vida cotidiana también se ve limitada en su accionar. Pongamos un ejemplo: una mujer que puede caminar "a paso vivo" diez cuadras, no presenta dificultad en su etapa de meseta atribuible a causa cardíaca.
La aparición de extrasístoles (latidos cardíacos fuera del ritmo ) si son frecuentes también interfieren por la sensación penosa que la persona percibe. En el hipertiroidismo el aumento de la frecuencia cardíaca aún en reposo (taquicardia) y las extrasístoles son habituales.
Una situación clínica a destacar es el prolapso de la válvula mitral . Si bien puede que su repercusión en la suficiencia cardiorrespiratoria no sea significativa, esta condición clínica se asocia frencuentemente con transtornos por ansiedad y ataques de pánico.
Una de las posibilidades de la sexualidad (de las más frecuentes y socialmente la mejor aceptada) es pasar a una situación de coito vaginal durante esta etapa de meseta.
Todas la alteraciones de la anatomía y procesos inflamatorios (infecciosos o no) de la vulva y de la vagina dificultan la penetración.
Aunque las causas emocionales son las que más frecuentemente intervienen en la dificultad para la penetración vaginal (vaginismo, evitación fóbica, ataque de pánico) es necesario considerar y descartar algunas causas orgánicas.
Recordemos que el himen es una membrana delicada que se desgarra en general en los primeros coitos, pero de existir un himen fibroso y resistente puede persistir y producir dolor a la penetración. Solamente con un exámen ginecológico puede descartarse. De confirmarse el diagnóstico, se resuelve con una cirugía menor.
El descenso de la pared de la vagina, empujada por el contenido abdominal; vejiga urinaria, útero o intestino grueso (prolapso) resulta molesto durante el coito y favorece la alteración de la mucosa vaginal, lo que altera su capacidad de lubricación.
Una patología frecuente la inflamación de causa infecciosa de una Glándula de Bartholino (bartolinitis aguda) resulta un evento muy desalentador para cualquier intento coital.
Patologías banales como una candidiasis secundaria al uso de antibióticos también interfieren en esta etapa, haciendo molesta o francamente dolorosa la prosecusión del coito.
Etapa del orgasmo:
Las enfermedades del sistema nervioso central o periférico, por ejemplo enfermedades desmielinizantes (esclerosis múltiple), metabólicas (polineuropatía diabética, carencial o alcohólica), traumáticas (hernias de disco vertebral, lesiones medulares, secuelas de cirugías oncológicas), impedirán la aparición del reflejo orgásmico y/o su percepción conciente, si afectan estructuras vinculadas al mismo.Solamente con una adecuada evaluación neurológica se puede tener una dimensión de su repercusión.
Farmacología y respuesta sexual:
Dentro de este capítulo de disfunciones femeninas de causa orgánica quiero señalar la importancia de conocer que muchos fármacos modifican la respuesta sexual.
Así , medicaciones de uso frecuente para modular los transtornos digestivos funcionales (metoclopramida, sulpirida) aumentan los niveles de prolactina,con su consecuencia sobre el deseo.
Los betabloqueantes (propanolol), utilizados en el tratamiento de la hipertensión, alteran la respuesta vasocongestiva al estímulo erótico, alterando la excitación y la meseta.
Los neurolépticos sedativos y los antipsicóticos interfieren con la respuesta sexual en sus distintas fases.
Los antidepresivos retardan y aún inhiben la respuesta orgánica. Esto no sólo ocurre con los tradicionales, sino que aparece también al utilizar los modernos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina).
Inclusive diminuyen el deseo sexual. Pongamos como ejemplo la fluoxetina, entre los más conocidos (¿Será por eso que al Prozac le llaman "la droga de la felicidad"?)
Felizmente estos efectos no están presentes en todas las personas, y su aparición e intensidad se deben a múltiples factores: edad. predisposición, sensibilidad particular al fármaco, efecto "placebo negativo" (leer estos efectos adversos en el prospecto y asumir que ocurrirán).
Corolario: Aún cuando las causas orgánicas y/o farmacológicas de disfuncionalidad sexual no son extremadamente frecuentes en la clínica sexológica deben ser consideradas frente a la mujer que consulta, paralelamente a la lectura que de este síntoma sexual podamos construir. De otra forma podríamos perder la oportunidad de ejercer uno de los principios básicos de la medicina : "primun non nocere", es decir primero no hacer daño.
NOS DESPEDIMOS HASTA LA PROXIMA