Seminario
Transferencia y Resistencia
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Organizado por : PsicoMundo
Dictado por : Lic. Mario Elkin Ramírez
Clase 5
La parte del
analista en la transferencia y en la resistencia
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I
La ventaja secundaria de la resistencia.
En la introducción al caso Dora, Freud reconoce haber omitido hasta el presente la consideración de reglas técnicas del psicoanálisis, especialmente, de la interpretación. Pero precisa que en el tratamiento de esta enferma no desarrolló la parte más espinosa de la labor analítica; se refiere a: la transferencia afectiva, de la que tratamos brevemente al término del historial. La transferencia no es la parte más dúctil, suave, sino la más aguda, punzante, difícil, penosa, susceptible de herir. Observa que dicha transferencia no llegó a emerger en el breve curso de la cura (Freud, 1905; 937) .
Esta advertencia da explicación de la insuficiencia del historial, de su carácter fragmentario; pero, de entrada resalta la palabra que hasta ahora venía designando un proceso significante, dice transferencia afectiva. Esta observación interesa porque, en corto circuito, introduce un elemento que parecía cojear en el matema de la transferencia de Lacan:
S----------------------------Þ Sq
s (S1, S2,...Sn) (a)
Él (a) aquí subrayado en negrilla, introduciría el factor "afectivo" de la transferencia.
En el mismo sentido, al enunciar que en el caso ésta no llega a emerger, quiere decir que hay un tiempo para la emergencia de la transferencia, pero por el momento, no desarrolla más en la referencia.
Al comienzo de su descripción del cuadro clínico, recuerda La interpretación de los sueños, donde pudo comprender como los sueños: muestran el camino por el que puede llegar a la consciencia aquel material psíquico que a causa de la resistencia provocada por su contenido, ha quedado reprimido y confinado fuera de la consciencia; haciéndose patógeno (Ibid, 938).
Freud liga de nuevo resistencia y represión, anudamiento que ya es familiar en este momento de su obra, como uno de los sentidos de la resistencia. Esta es provocada por el contenido, es decir, por la significación del material que la suscita y sobre el que recae la represión, provocando con ello efectos patógenos. Esto es, que la resistencia participa en la formación del síntoma.
Esta relación se afina más adelante en el texto de Freud (p.956), donde la resistencia a curarse encuentra una definición bien particular, ya que se anuda con la ventaja secundaria de la enfermedad. Freud dice:
Una corriente psíquica cualquiera encuentra cómodo servirse del síntoma, y éste llega así a una función secundaria, quedando ya fijamente adherido a la vida anímica. Si queremos sanar- después veremos como critica la posición del querer sanar a toda costa, el furor sanandi - al enfermo, tropezamos entonces para nuestra máxima sorpresa con una gran resistencia, que nos demuestra cómo su intención de lograr la curación no es todo lo sincera que creíamos.
Estamos apenas en los albores del psicoanálisis y ya Freud desconfía de lo que luego hizo escuela, a saber la famosa alianza terapéutica con la parte sana del yo dispuesta a poner toda su voluntad para curarse. Freud Ilustra esta situación con un cuadro pintoresco:
Imaginémonos un obrero, un albañil, por ejemplo, al que la caída de un andamio lo ha inutilizado para el trabajo y pide ahora limosna en una esquina. Si nos llegamos a él y le prometemos restablecer plenamente su integridad física, esperaremos quizá ver pintarse en su rostro una expresión de infinita alegría. Pero es muy posible que nos equivoquemos. Seguramente, a raíz de quedar inválido se sintió extraordinariamente desdichado al advertir que nunca más podría trabajar y tendría que morirse de hambre o vivir de limosna: pero desde entonces aquello mismo que le dejó sin trabajo ha llegado a ser su fuente de ingresos. Vive precisamente de su invalidez y si se la quitamos, le dejaremos, quizá, sin medio alguno de ganarse la vida, pues entre tanto ha olvidado su oficio, ha perdido el hábito de trabajar y se ha habituado a la ociosidad y acaso a la bebida.
La resistencia allí es una protección contra la cura, pero esto también discute el furor sanandi con el que los analistas "optimistas" pueden regirse; además de anunciar que no puede contarse de antemano con la disposición del analizante a curarse, por cuanto puede no querer hacerlo inconscientemente; la resistencia a la curación estará al servicio de la ventaja que ha conquistado el sujeto al haberse enfermado. Dicha ventaja es el motivo de su enfermedad, y no siempre estará dispuesto a renunciar a él. Esto vincula la resistencia a la inercia del goce, si se permite la expresión.
La resistencia puede provenir del plus de goce, entiéndase sufrimiento, que el sujeto saca de su síntoma y al que una inercia, un goce en el sufrimiento puede hacerlo no renunciar. Del mismo modo que si con su enfermedad obtiene, por ejemplo, la atención o la manipulación de los otros; si renuncia a su enfermedad puede perder aquellos.
Ahora bien, con relación al caso mismo, se encuentra luego en el texto el anuncio de una interpretación que roza aquí el tema de la transferencia, importantísimo tanto desde el punto de vista teórico como desde el punto de vista práctico, pero en el que no tendré una oportunidad ulterior de estudiar en este trabajo ( Ibid; 971) . Es una nota de pie de página que da cuenta del conocimiento del problema, su importancia teórico-práctica aunque no lo desarrolla.
La transferencia es un síntoma del que el analista hace parte.
Con todo, esta nota corresponde a un contexto; Freud daba largas explicaciones a Dora sobre la significación de su primer sueño y es allí que le dice:
Usted se halla, pues, dispuesta a dar a K. lo que su mujer le niega. Tal es la idea que con tanto esfuerzo ha de ser reprimida y hace así necesaria la transformación de todos los elementos en sus contrarios respectivos. Como ya indiqué a usted antes de iniciar el análisis, este sueño confirma que usted se esfuerza en despertar de nuevo el antiguo amor a su padre para defenderse contra el amor a K. ¿Qué demuestran todos estos esfuerzos? No sólo que teme usted a K., sino que aún se teme más a sí misma y teme a la tentación de ceder a sus deseos. Confirma usted, pues, cuan intenso era su amor a K. Y añade más adelante, la sujeto ...había olvidado decirme que cuantas veces había soñado aquel sueño había advertido al despertar olor a humo. El humo concordaba muy bien con el fuego e indicaba que el sueño tenía una relación con mi persona, pues cuando la sujeto alegaba que detrás de algún punto no se ocultaba nada, solía yo argüir que "no hay humo sin fuego". Pero contra esta interpretación exclusivamente personal oponía Dora que su padre y K. eran, como yo, fumadores impenitentes... [Dora misma también fumaba] En consecuencia, pertenecía a la idea mejor reprimida y más oscuramente representada en el sueño, o sea a la tentación de ceder a los deseos de su enamorado, y siendo así apenas podía significar otra cosa que el deseo de recibir un beso, caricia que si es hecha por un fumador ha de saber a humo las ideas de tentación parecen haber así retrocedido hasta la pretérita escena de la tienda y haber despertado el recuerdo de aquel primer beso contra la seducción de la cual Dora, la chupadora [este "apodo" no está en la edición castellana, pero sí en la francesa], se defendió por entonces la sujeto Desarrollando una sensación de repugnancia (Freud; 972)
El que Freud comunique a Dora la relación de ese sueño con su persona es demostrar que se trata de un sueño de transferencia, ¿para interpretarla? tal vez no, pero si para hacerla consciente del fenómeno, bien que Freud descuidó este aspecto.
El "humo" es el significante cualquiera (ver el matema mas arriba, sq) al que viene en el analista a amarrarse en la transferencia como condición de posibilidad. El analizante reconoce un significante cualquiera en el analista, que es el que le permite como en el caso, anudar, transferir sobre él distintos personajes y situaciones de éstos que comparten ese significante. Precisamente aquí el señor K. y el padre de Dora, fumadores como Freud mismo. El apodo "chupadora" que aparece en la edición francesa, llama la atención porque relaciona ese rasgo con algo particularmente importante que luego se desarrollará.
Pero dice Freud que esta sensación de humo despertó una escena anterior; en efecto, algunos años, antes un día de fiesta, el Sr. K invitó a Dora a ver el desfile desde el balcón de su tienda y se las arregló para quedarse a solas con ella. Luego al llamarla a subir la abrazó en la escala y la besó a la fuerza, es a esa ocasión que Freud se refiere sin dejar de anotar en el pasaje correspondiente que seguramente en ese instante Dora sintió contra su cuerpo la tumescencia de la erección del Sr. K, la muchacha huyó y no mencionó el asunto después, el elemento humo estaba allí presente, en el sabor a humo del beso del Sr. K.
Freud continúa: Resumiendo ahora todos aquellos indicios que hacen verosímil una transferencia sobre mí, facilitada por el hecho de ser yo también fumador, llego a la conclusión de que en alguna de las sesiones del tratamiento se le ocurrió a la paciente desear que yo la besase.
Cuando la clave de lectura que aporta Lacan es interrogar estos pasajes con su fórmula "el deseo del hombre es el deseo del Otro" esta interpretación conduce a pensar que en algún punto es evidentemente a Freud a quien se le ocurre la idea de que Dora quería ser besada por él; antes Freud aseguraba a Marta que eran cosas que no le podían ocurrir sino a un tipo como Breuer aludiendo al pasaje comentado con Ana O, ahora el uxurioso tiene que ocuparse de algo análogo.
Pero su férrea curiosidad científica podrá hacerlo contener y pensar, teorizar y formular lo que de este tipo de situaciones, entre sublimes y ridículas, saldrá como un concepto fundamental del psicoanálisis, la transferencia, y desde su posición ética formular reglas técnicas para tratar este amor; reglas de las que Lacan deducirá después un concepto que se impondrá poco a poco, a saber, el deseo del analista, por cuanto aquí la pregunta es ¿desde dónde Freud interpreta que Dora quiere recibir un beso suyo? Evidentemente desde el deseo del analista, que no es algo tan sencillo como decir que es el deseo corriente de un hombre mayor ante una joven que se le confía. Es algo más complejo.
Freud continúa a seguidas de esta interpretación...esta hipótesis nada improbable no pudo, sin embargo ser demostrada a causa de las singularidades de la "transferencia". Palabra, esta vez, puesta entre comillas por Freud mismo, para resaltar que se trata de una noción por codificar como concepto.
Ya se intuye el hecho que Freud está ante un fenómeno que no puede simplemente desestimar diciendo que se opone como resistencia, como obstáculo a la cura, y del cual como decía en Estudios sobre la histeria, bastaba con breves explicaciones para hacerlo desaparecer; se trata de un fenómeno del que tiene que ocuparse, nombrarlo y darle una formalización. Es lo que intenta en el epílogo del caso cuando dice:
Durante una cura psicoanalítica queda regularmente interrumpida la producción de nuevos síntomas. Pero, la productividad de la neurosis no se extingue con ello, sino que actúa en la creación de un orden especial de productos mentales, inconscientes en su mayor parte, a los que se puede dar el nombre de transferencias (Freud; 998 ) .
Aquí la transferencia es definida como un producto de la neurosis, después Freud hablará incluso de una neurosis de transferencia, pero es singular que Freud le dé él mismo estatuto que una formación del inconsciente como el síntoma; más aún es lo que luego de iniciado el tratamiento viene en lugar de lo que serían los síntomas nuevos. En efecto, hay en general, un efecto terapéutico rápido obtenido en el curso de las entrevistas preliminares o por lo menos la detención de la producción de nuevos síntomas; pero emerge, y no es exagerado decirlo así, un síntoma nuevo llamado transferencia, si Freud lo emparienta con aquellos, al designarla como un producto de la neurosis, que de paso dice es productivo, esto quiere decir que Freud tratará la transferencia como un síntoma más. Sólo que es un síntoma del que participa el analista; Lacan, gran lector de Freud, lo vuelve explícito cuando por ejemplo dice que en el curso de un análisis el analista hace parte del síntoma del analizante. Puede subrayarse además la utilización del plural en el momento en que Freud nombra la transferencia, son varias entonces y además el sujeto no tiene noticia de ellas en tanto son inconscientes.
Se transfieren impulsos y fantasías por falsa conexión
Añade Freud a seguidas: ¿Qué son las transferencias? Reediciones o productos facsímiles de los impulsos y fantasías que han de ser despertados y hechos y hechos conscientes durante el desarrollo del análisis y que entrañan como singularidad característica de una especie de sustitución de una persona anterior por la persona del médico.
Que diga reedición o lo que sería ahora el equivalente a una fotocopia, anticipa una aclaración a un debate que decía que la transferencia era una repetición. Una reedición de un libro, por ejemplo cuando está agotado, las hay de varias maneras, si el autor está vivo generalmente aprovecha para añadir notas, ampliarlo, corregir afirmaciones, atenuar otras, declarar que ha encontrado confirmaciones de lo allí expuesto y ha desarrollado en otro lugar, no es el mismo texto, no es una repetición, la fotocopia tampoco es igual al original, no desde el contenido sino por el hecho por ejemplo de ser otra hoja, si la reedición del libro fuera igual, se trata de otro tiempo, otro contexto lo que le hace imposible ser considerado repetición, generalmente la sola nota que anuncia que se trata de una reedición ya es una alteración.
La transferencia es eso, una reedición de impulsos y fantasmas, de odios y amores con personas anteriores y que son transferidas sobre el analista que no participó en nada para su formación, por ejemplo las ansias de venganza que Dora tuvo contra el Sr. K, y que también se expresan en el análisis contra Freud. Es lo que lo hace suponer a Freud ser amado como el padre o como a K., también el impulso de recibir un beso tiene allí su lógica.
Pero, si dice además que las fantasías son transferidas sobre el analista, es algo a tomar a la letra. Recuérdese que el significante de la transferencia era el humo, los síntomas de Dora eran una tos y una afonía, es decir síntomas orales. Ahora bien, cuando Dora expresa que la Sra. K sólo está interesada en su padre a causa de su dinero, recuerda que su padre era un hombre afortunado Vërmogen, expresión que por el uso particular que Dora hace de la lengua declara al tiempo que su padre era impotente. Ante lo cual Freud le pregunta ¿cómo podía su padre ser el amante de la Sra. K si era impotente? A lo cual Dora responde que el coito no era la única manera de satisfacción sexual entre un hombre y una mujer, refiriéndose a la felación y el cunilingüs, es decir que responde con una fantasía.
Esta fantasía encuentra asidero en un recuerdo infantil, el más antiguo, en el que Dora, la chupadora, se ve succionándose el dedo pulgar, mientras con la otra mano tira del lóbulo de la oreja de su hermano menor. Si las fantasías también se transfieren sobre el analista podemos ir más lejos que el "casto" beso que ella pudo haber deseado de Freud, y suponer que también esa fantasía de felación estuvo presente en el inconsciente de Dora con relación a su analista.
No es desmedido pensarlo, es incluso una fantasía frecuente confesada con vergüenza en algunos analizantes. Algunos confiesan haber tenido sueños o fantasías, desde las más inocentes hasta las más escabrosas con la persona del analista; a esto se refiere Freud cuando dice que sobre el analista se transfieren impulsos y fantasías que han de ser despertados en el análisis. Despertados quiere decir que estaban ya allí, dormidos, luego entonces no se trata de crearlos, no hay que hacer nada, ni besar a las pacientes como suponía Ferenczi con la técnica activa que podía acelerar la implantación de la transferencia, ni hacer intervenir la subjetividad del analista. Estas fantasías e impulsos están allí y luego de despertarlas sus embates no se harán esperar.
La transferencia es un factor imprescindible y necesario, un obstáculo o un auxiliar.
Freud dice además que estos impulsos y fantasías entrañan como particularidad una sustitución de una persona anterior por la persona del médico. Lacan ha enseñado que una sustitución es una metáfora, es su estructura, luego entonces no es de extrañar que pueda luego plantear la metáfora de la transferencia para ilustrar justamente su estructura.
Pero, este pasaje hace comprender a posteriori, porque, aunque en la época la redujera a un fenómeno de lenguaje, la transferencia consiste en un falso enlace, o falsa conexión, esta vez sobre la persona del analista que no participó en la situación original. Es pues, un error sobre la persona, un engaño, un error, sin embargo, necesario para el tratamiento y sin el cual es imposible la cura, interpretarlo sería desvanecerlo. Más bien se tratará de soportar dichos impulsos y fantasías. En este sentido la transferencia es comparable a un axioma de la cura, cierto presupuesto no interpretable, indiscutible, sobre el que se construye un sistema, un tratamiento, poner en cuestión los axiomas de un sistema equivale a derrumbarlo, a hacerle perder su validez, el efecto debe ser equivalente.
Freud lo enuncia de otra manera:
Toda una serie de sucesos psíquicos anteriores cobran de nuevo vida, pero no ya como pasado, sino como actual con la persona del médico. Alguna de estas transferencias se distingue tan sólo en su modelo en la sustitución de persona. Son pues, insistiendo en nuestra comparación anterior, simples reproducciones o reediciones invariadas. Otras muestran un mayor artificio; han experimentado una modificación de su contenido, una sublimación, según nuestro término técnico, y pueden incluso hacerse conscientes apoyándose en alguna singularidad real, hábilmente aprovechada, de la persona o las circunstancias del médico. Estas transferencias serán ya reediciones corregidas y no meras reproducciones...
Esto quiere decir, que en la transferencia se actualizan, se vuelven actuales acontecimientos psíquicos del pasado, y en ocasiones en lo que consiste la variación, es que incluyen la persona del analista. Se distinguen de su modelo. Esto es que hay prototipos de relación que se actualizan; es importante retener esto, porque quiere decir que la relación a los otros está jugada de antemano, y es lo que querrá reeditarse en el análisis, de allí se deduce una advertencia: estar avisado de esos modelos, puesto que son a los que el analizante inconscientemente apostará; así, alguien que anuncia desde la primera cita que es inconstante, todo lo deja empezado, abandona fácilmente, o abandona los otros sin anunciar y sin ruptura, eso es una advertencia de que si no hay una maniobra a tiempo es seguro que el analista sufrirá el mismo destino; es decir, se trata de captar el tipo de relación al otro que el sujeto establece, para poder jugar la partida.
Señala además Freud la dimensión de artificio de la transferencia cuando, apoyándose en una cualidad o circunstancia real del analista, se aprovecha la misma para actualizar situaciones, impulsos o fantasías pasadas. En el caso se trataba por ejemplo del fumar impenitente de Freud; en Breuer, de su deseo real de ser padre que fue captado por Ana O. Es una versión de la parte del analista en la transferencia, pero no la única; "la parte" también se refiere a su responsabilidad del analista por esa parte.
Una definición provisional de la transferencia la designaría a partir de aquí como un nuevo síntoma pero esta vez, un síntoma analítico.
Penetrando en la teoría de la transferencia de la técnica analítica - continúa el texto de Freud - hallamos que la transferencia es un factor imprescindible y necesario. Prácticamente se convence uno, por lo menos, de que no hay medio hábil de eludirla, haciéndose necesario combatir esta última creación de la enfermedad como todas las anteriores y esta faceta de la labor analítica, es con mucho, la más difícil... la transferencia hemos de adivinarla sin auxilio ninguno ajeno, guiándonos tan solo por levísimos indicios y evitando incurrir en arbitrariedad. Lo que no puede hacerse es eludirla, pues es utilizada para construir todos aquellos obstáculos que hacen inaccesible el material de la cura y, además la convicción de la exactitud de los resultados obtenidos en el análisis no surge nunca en el enfermo hasta después de resuelta la transferencia.
Es singular el contraste de estas afirmaciones con las que Freud hacía diez años antes, en los Estudios sobre la histeria, aquí la reconoce como un factor imprescindible y necesario, es decir ya no algo banal; un obstáculo imprescindible es también una condición sine qua nun, un a priori indispensable, esencial, forzoso, obligatorio, por ello dice necesario, no contingente. Pero, además dice ineludible y utiliza una metáfora guerrera: combatir . Es una noción que retorna en el contexto de la situación analítica, frecuentemente Freud la compara al ajedrez, donde hay aperturas, estrategias, tácticas y se trata de un combate simbólico, igualmente habla de sitiar la resistencia.
No es gratuito que en el Campo Freudiano se haya retomado estos términos para hablar de estrategias de la transferencia, táctica de la interpretación, nociones que se han puesto a trabajar durante años. Además, si hay que adivinar dicha transferencia, esto es, que no se trata de una certeza, es preciso descifrar sus indicios sin ayuda exterior, en la soledad del acto, leyendo sus signos, sus trazas, sus huellas, pero conforme a una lógica, pues es preciso en ese ejercicio eliminar lo arbitrario.
Decir que la transferencia es ineludible, conlleva el mensaje invertido de no retroceder delante de la transferencia. De nuevo, la transferencia es definida como obstáculo, y encontramos esa simpática nota de que la convicción de la exactitud de los resultados sólo surge después de resuelta la transferencia. Esto lo podía decir Freud cuando sus análisis duraban algunos meses, ¿qué decir ahora cuando los análisis se prolongan hasta diez años o más? Hay que saber ser paciente.
Pero esto coloca ante otro debate que se perfila: ¿Cómo se resuelve la transferencia? ¿Se liquida? ¿Se transforma en amistad? ¿En odio? ¿En transferencia de trabajo? ¿En duelo?.
Se considerará, quizá, como un grave inconveniente del procedimiento - continua Freud- ya harto espinoso de por sí, el hecho de hacer todavía más ardua la labor del médico creando una nueva especie de productos psíquicos patológicos, e incluso se querrá derivar de la existencia de las transferencias la posibilidad de que el tratamiento analítico dañe a los enfermos. Ambas cosas serían erróneas. La transferencia no hace más penosa la labor del médico, para el cual puede ser indiferente que el impulso que el enfermo ha de vencer - se refiera a su persona o a otra cualquiera, ni tampoco al paciente- rendimiento alguno nuevo que no hubiera tenido que realizar sin ella... la ciega dependencia duradera que liga al enfermo con el médico que lo ha librado de sus síntomas por medio de la sugestión hipnótica tiene su explicación científica en las transferencias que el paciente hace recaer regularmente sobre la persona del médico. El tratamiento psicoanalítico no crea la transferencia; se limita a descubrirla.
Freud ha ya definido la transferencia como el último reducto de la neurosis en el tratamiento, pues se espera que luego de iniciado éste se detenga la producción de nuevos síntomas, incluso le dará más adelante el estatuto de neurosis de transferencia, pero con una diferencia sustancial respecto a la neurosis propiamente dicha y es que aquella es artificialmente producida, luego entonces, será incluso el medio de orientar la resolución de la neurosis.
Es singular que en este pasaje Freud diga que la transferencia no es una creación del tratamiento analítico, esto confirma su generalidad, allí donde en un acto el discurso se toma la intersubjetividad haciendo que recaiga la transferencia sobre el oyente. Evoca, al decir que el psicoanálisis se limita a descubrirla, el dicho de Picaso retomado por Lacan: "yo no busco, encuentro", es igual con la transferencia, ella no se crea se descubre.
Esta es una frase que desalienta toda tentativa de "técnica activa", como pretendía Ferenczi cuando besaba sus pacientes, para acelerara la emergencia de la transferencia en ellas. Pero también habla este pasaje de la posición de Freud de descubridor, posición ética, pero a la vez obstáculo como se vera más adelante.
La única diferencia - con el hipnotismo, sigue Freud - está en que, espontáneamente, el paciente solo produce transferencias afectuosas y amigables, y cuando por cualquier causa no son posibles tales transferencias, se desliga rápidamente del médico que no le es simpático", sin que éste último haya conseguido ejercer sobre él la menor influencia. En cambio, en el psicoanálisis, y a consecuencia de una distinta disposición de los motivos, son despertados todos los impulsos, también los hostiles, y utilizados, haciéndolos conscientes para los fines del análisis, quedando luego destruida en todo caso la transferencia. La transferencia, destinada a ser el mayor obstáculo del psicoanálisis se convierte en su más poderoso auxiliar cuando el médico consigue adivinarla y traducírsela al enfermo (Freud; 999 ) .
He ahí una diferencia sustancial con el hipnotismo u otras psicoterapias que funcionen sobre el modelo del discurso del amo. En el análisis - incluso la hostilidad y el odio, por una posición diferente del analista- son utilizables para sus fines, mientras que los otros procedimientos reposan en la autoridad del médico, como se veía; ello hace que al ser el terapeuta desestimado no haya maniobra posible, y el sujeto se marcha.
Pero además se encuentra una definición doble de la transferencia: es un obstáculo o un poderoso auxiliar en la cura, todo dependerá de la parte que el analista pueda jugar en ella, de su maniobra.
El Kairos de la transferencia
Freud justifica luego esta descripción de la técnica analítica a partir del caso. Dice: He tenido que hablar de la transferencia porque sólo teniéndola en cuenta resulta posible explicar las singularidades del análisis de Dora... no conseguí adueñarme a tiempo de la transferencia. La traducción francesa es más fuerte en este punto dice je ne reussis pas à me rendre maître du transfert. Es decir, no logré hacerme amo de la transferencia.
Por esta razón, Lacan podrá decir que después Freud si logró hacerse el amo del pequeño terrible Eros. Pero aquí, Freud declara bien que este fue su error, y además añade: a tiempo, esto es, que hay un tiempo para la transferencia. Ni demasiado tarde, ni demasiado temprano, hay un tiempo oportuno, un Kairos de la transferencia, y como desde la antigüedad, dicho Kairos implica a su vez una prudencia (frónesis).
La buena voluntad con que Dora puso a mi disposición en el tratamiento una parte del material me hizo olvidar la precaución de atender a los primeros signos de la transferencia ( Freud; 1000) .
Recuérdese que igualmente fue la buena voluntad de Ana O., que entregaba lo que se le pedía sin resistencia alguna, la que engañó a Breuer, lo que de antemano deja como enseñanza la desconfianza de dicha actitud. En vez de quedarse en el espejismo de la parte sana que colabora, bien hace el analista en atender y no olvidar que aunque muda, silenciosa o invisible, allí la transferencia se despliega y el analista ha de estar avisado, atendiendo sus signos.
Al principio se advertía claramente que yo sustituía para ella, en la fantasía, a su padre, como era natural, dada la diferencia de nuestras edades respectivas... Cuando llegó el primer sueño en el que Dora se proponía abandonar la cura, como antes la casa de K. hubiera yo debido darme cuenta de la advertencia que el sueño encerraba y haber dicho a la paciente: "Ahora ha realizado usted una transferencia de K. a mi persona. ¿Ha advertido usted algo que la lleve a deducir que yo abrigo malas intenciones análogas... a las de K. o ha observado en mi persona o ha sabido de mí algo que fuere su inclinación, como antes en K.?"
Es esto lo que Freud llama estar atento a los signos de la transferencia, aquí es evidente, debido a que Freud mismo señala, que si Dora coloca a Freud en la serie del señor K. justo en el punto en que ella abandonaba la casa de éste, es la anticipación de que Freud será abandonado en venganza contra K. El error sobre la persona no importa a la sujeto porque se trata, con la transferencia, de un producto inconsciente. Piensa sin embargo Freud, que si hubiera hecho consciente en Dora esta transferencia ella tal vez se hubiera quedado. Pero la transferencia lo tomó por sorpresa, desprevenido, lo cual deja como advertencia que hay que estar atento a la transferencia.
Esto hubiera orientado su atención hacia un detalle cualquiera de nuestras relaciones, de su persona o de mis circunstancias detrás del cual se mantuviera oculto algo análogo... referente a K., y la solución de esta transferencia hubiera procurado al análisis el acceso a un nuevo material mnémico... De este modo la transferencia me sorprendió desprevenido, y a causa de un "algo" en que yo le recordaba a K. Dora hizo recaer sobre mí, la venganza que quería ejercitar contra K. y me abandonó como ella creía haber sido engañada y abandonada por él... No sé naturalmente qué podía ser aquello que había servido de punto de partida para la transferencia.
Freud sabe que es por una cosa, un "algo" que la transferencia se realiza, así no sepa qué es ese algo; Lacan llama primeramente ese algo el significante de la transferencia, algo del orden de la contingencia del objeto primero reconocido en el segundo, es posible que el analista no llegue a saberlo, pero en el tratamiento que se le dio al primero, está la advertencia de que la transferencia puede ser la ocasión de reeditar ese comportamiento. Es esa la advertencia de la cual se trata.
En aquellos casos en que las transferencias se dejan integrar tempranamente en el análisis, se hace más lento y menos transparente el curso del mismo, pero su desarrollo queda más asegurado contra súbitas resistencias incoercibles.
Vale entonces más la paciencia, permitir que "las transferencias" se integren al análisis para aumentar las probabilidades de maniobra y aunque esto no sea sinónimo de transparencia, es un contrafuerte contra las resistencias indomables y repentinas. Puede decirse que es preciso permitir que se instale una base transferencial para hacerla auxiliar en el "combate" de las resistencias, y ello exige un tiempo.
En el segundo sueño de Dora, la transferencia aparece representada por varias alusiones clarísimas. Cuando me lo relató, no sabía yo aún... que sólo teníamos ya ante nosotros dos horas de trabajo.