Seminario
Transferencia y Resistencia
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Organizado por : PsicoMundo
Dictado por : Lic. Mario Elkin Ramírez
Clase 9
La resistencia, un
nombre de lo imposible
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La resistencia un nombre de lo imposible
En la carta a Fliess, del 21-9-97 (1), Freud le confía: Ya no creo en mi neurótica, es decir, en su esquema explicativo de las neurosis, a saber, la teoría traumática (2); y le explica de donde surgieron los motivos de su incredulidad. En primer lugar los desengaños en su tentativa de llevar un análisis hasta: una verdadera conclusión, encontrando deserciones en aquellos pacientes que parecían antes más dispuestos, imposibilitándosele además una explicación de esos parciales resultados. Aunque no nos dice qué es lo que considera una verdadera conclusión de un análisis, esta afirmación implica que pensaba que había una; pero sus pacientes desertaban, y justamente aquellos que en principio parecían más interesados, y sin saber además los motivos de su interrupción.
Una explicación que hoy podemos dar a la luz de su recorrido posterior, es que le faltaba una clara definición del concepto de transferencia y su manejo; igualmente le faltaba darle suficiente importancia a la noción de resistencia.
En segundo lugar, la comprobación de la seducción de un adulto con inesperada frecuencia en la histeria (3) lo hacía dudar de la veracidad del relato en términos de realidad objetiva. Como tercer motivo, el hecho de que no hay en el inconsciente signo de realidad, lo que hace que estas escenas fueran fantaseadas, lo conduce al descubrimiento de la realidad psíquica (4) y del fantasma, y finalmente un cuarto motivo que es el que retiene hoy nuestra atención formulado así:
"La consideración de que aún en la psicosis de más profundo alcance llega a irrumpir el recuerdo inconsciente, de modo que el secreto de las vivencias infantiles no se traducen ni en el más confuso estado delirante. Si advertimos así que el inconsciente nunca puede llegar a superar la resistencia de la consciencia habremos de abandonar la esperanza de que en el tratamiento pueda producirse el proceso inverso, hasta llegar a la completa dominación del inconsciente por lo consciente".
En esta referencia Freud habla no sólo de una consideración de la psicosis en la que la búsqueda de la verdad, el secreto se resiste a emerger, sino de un irreductible del inconsciente a la consciencia.
Lo que se revela en el cuarto motivo, es que hay una resistencia al develamiento del inconsciente. Resistencia de la consciencia que el inconsciente no supera. Para encontrar las razones de este irreductible hablará después de represión originaria, de ombligo del sueño, de resistencia, finalmente de lo que con Lacan podríamos llamar tal vez, la resistencia de lo real, salvo que aquí es un real del inconsciente. O en todo caso, una resistencia que coloca un límite a la labor analítica de volver consciente lo inconsciente y que hace que el inconsciente sea no - todo aprehensible e indómito.
En relación a ese incognocible, en la Traumdeuctung Freud habla de que hay un punto absolutamente inaprehensible que es del dominio donde el sujeto se liga a lo desconocido - el ombligo del sueño- lo cual en absoluto se trata de poesía, sino que hay un punto no aprehensible del fenómeno, el punto de surgimiento de la relación del sujeto a lo simbólico. Anota Lacan al respeto: "Lo que he llamado el ser; esa última palabra que no nos es ciertamente asequible en la posición científica, pero cuya dirección nos es indicada en los fenómenos de nuestra experiencia" (5).
Más adelante añade: "Punto donde el sentido del sueño parece acabar en un hueco, un nudo, más allá del cual es verdaderamente el corazón del ser al que parece aferrarse el sueño"(6).
Es en el ombligo del sueño donde se ubica el ser del sujeto, en el corazón del inconsciente, en el agujero de lo simbólico donde encuentra su límite, al encontrar lo real indecible. La resistencia se opone al movimiento terapéutico que quiere alcanzar el ser , en ese sentido, justamente agotando el sentido del decir del sujeto, allí donde la palabra le falta, hay una resistencia del ser a revelarse en términos de sentido; de otra parte no es gratuito que Lacan se haya interesado en los nudos después, aquí ya nombra ese punto real como el nudo.
Freud llama resistencia el punto donde no hay más signo del sujeto, sino la de su abolición como sujeto. Es la "umbilicación" del sujeto a nivel de su querer.
"El sujeto - dice Lacan- en presencia del objeto (a) es estrictamente conforme a lo que Freud designa cuando habla del sueño, punto de convergencia de todos los significantes; donde el sueño finalmente se implica en lo que él llama lo desconocido mismo. Unerkannt no es otra cosa que el punto en que he tratado de indicarles lo que hace la diferencia radical del inconsciente freudiano, y no es que se constituye, se instituye como inconsciente; simplemente en la dimensión de la inocencia del sujeto en relación al significante que se organiza, que se articula en su lugar. Es que hay en esa relación del sujeto al significante ese impase esencial, aquel, y acabo de formularlo, que no hay otro signo del sujeto , que el signo de su abolición como sujeto" (7).
Esto es, que el ser del sujeto coincide con su objeto (a), situado en ese punto límite del sentido. La resistencia en ese sentido da cuenta de ello en el agotamiento del significante y la emergencia del punto de horror frente al que el sujeto se desvanece, como tragado por un agujero negro. Resistencia de lo real entonces, resistencia del objeto (a).
Dos ejemplos clínicos pueden dar cuenta de esto: el primero es un niño, visto en una institución como atrapado en el discurso delirante de la madre, influenciada por el esoterismo y las creencias orientales, piensa que él es un Mesías, con poderes y con una misión en el mundo. Le impuso un medallón que representaba un ojo, diciéndole: "este es tu tercer ojo", inmediatamente el niño se desmayó. Allí hay un fenómeno de borramiento del sujeto, en presencia del objeto mirada, objeto de goce que en su historia tiene una importancia particular; la histeroepilesia también presenta esta especie de afánisis del sujeto, a la que Lacan le dedica dos lecciones de su Seminario XI.
El otro ejemplo es el de un paciente que a la manera de Pascal, se aterraba ante el silencio de los astros. Cuando pensaba en lo infinito del universo, o a través de una ventana miraba el mundo empezaba a preguntarse por el sentido de la vida, etc. y temía desvanecerse, quedarse en el ensueño, perderse en su reflexión y tenía que acudir esta vez al objeto voz, así fuera de la radio, para aferrarse al mundo.
El sujeto en el punto de lo real se desvanece en favor del objeto. Del sujeto y del objeto de los que se trata, hay que recordarlo que son los términos del fantasma. ( $ à a). Lacan continúa después.
"Hemos definido ese punto extremo, ese punto imaginario donde el ser del sujeto reside en su máxima densidad.... A partir del momento en que vemos, o definimos ese punto imaginario donde el ser del sujeto en tanto que es aquel que es a articular, a nombrar en el inconsciente, no puede en ningún caso, en último término, ser nombrado, sino solamente indicado por algo que se revela en sí mismo como corte, brecha hiancia, como la estructura de corte del fantasma..." (8).
A la vez es definido como real, pero también como punto imaginario que recubre lo real, claro está, punto donde se expresa la densidad del ser, nunca simbólico y por ello innombrable. En cuanto a esto podemos recordar a Dora, quien ante la señora K. se desvanecía en síntomas orales, o a un paciente que habiendo descubierto un rasgo de perversión, se masturbaba ante una voz en el teléfono, de alguien que no conocía, decía: "no es la persona, es un fantasma, no, es la voz". Hay entonces una evanecencia del sujeto, un borramiento y sólo queda indicado por el corte en la cadena significante, es decir por la manifestación de una resistencia del discurso a nombrar lo real, una resistencia allí donde no hay más sujeto.
"...es alrededor de ese punto imaginario...que vamos a tratar de situar lo que pasa efectivamente en las diferentes formas del sujeto que no son obligatoriamente formas homogéneas comprensibles de un lado por aquel que está del otro lado...[del fantasma se comprende] A partir de aquí, a partir de esta estructura donde el sujeto, en su momento de desaparición - y les repito que es esta una noción de la que pueden encontrar traza cuando Freud habla del ombligo del sueño, el punto donde todas las asociaciones convergen para desaparecer".
Existe pues, la traza, la huella, la cicatriz del lazo con el Otro, donde el sujeto se anuda a lo desconocido, y como nos dice Freud es desde allí que se eleva el deseo, en efecto eso desconocido tiene que ver con el amarre del sujeto al deseo que reenvía al deseo del Otro. Y la dicha desaparición se refiere a ese punto donde el sujeto se liga a lo que Freud llama lo desconocido, Unerkannt, que es el nombre de lo real del inconsciente, punto máximo de la resistencia.
No es esta una resistencia del analista, ni del analizante, lo que se encuentra como límite del análisis es una resistencia de lo real del ser, donde el sujeto se desvanece. Es evidente como desaparición del sujeto y deseo del Otro son correlativos.
Leyendo el Malestar en la cultura lo que se verifica es que el semejante quiere explotarnos, violarnos, agredirnos, matarnos, porque la pulsión de muerte habita el corazón del hombre, es en consecuencia lo aterrador del mandamiento de amar al prójimo como así mismo, en el fondo es el imperativo de destruir el prójimo como a sí mismo. Pues bien, al leer, de sus seres más queridos, un tal deseo el sujeto se desvanece.
Una mujer muy inteligente me lo confiaba hace poco cuando relatando un episodio de apariencia banal, cuando en un lavabo público otra mujer vino a lavarse las manos casi sobre ella, ante su protesta le replicó que no la había visto, de allí esta mujer deduce que en efecto le cree que no la vio, no como ser ante los ojos, sino en la medida en que no tenía su representación, es decir que ella intuye una verdad, y es que no percibimos con el sistema perceptivo y sus órganos, sino con lo simbólico. Vemos aquello de lo que tenemos el concepto, pero en el fondo se le plantea lo que llama "la invisibilidad del otro" en lo que podíamos generalizar como los actos humanos.
En contraste con esto encontramos la reivindicación de ser reconocido que todo sujeto tiene frente al otro. A partir de la enfermedad infantil de la humanidad que es el narcisismo.
En otra elaboración más tardía de Lacan encontramos a propósito del inconsciente como no nacido, como no realizado dice: "El ombligo del sueño, escribe [Freud] para designar, en último término el centro desconocido - que no es otra cosa, como el ombligo anatómico mismo que lo representa , que esa hiancia de la que hablamos" (9).
En otro seminario añade "La barra $ no es la simple existencia del obstáculo aquí entificada, [como resistencia] es...otro efecto del significante, en que el significante no hace más que representar el sujeto, y el sujeto se encarna en el sentido, donde él se desvanece como sujeto. Y bien, es eso, al nivel de la barra se produce el efecto de sentido" (10).
No es algo del orden del no significante, sino del non-sens, del no sentido. Hay entonces una barrera del no-sentido que es igual al límite de la resistencia del sentido. La barra del sujeto es igual a la resistencia en esta acepción.
Es algo que Lacan relaciona con lo reprimido original:
"La relación de este Überdrang, de este reprimido original...creo que es a eso a lo que Freud vuelve a propósito de lo que se ha traducido muy literalmente como ombligo del sueño" (11)... Es un agujero, es algo que es el límite del análisis: evidentemente esto tiene que ver con lo real perfectamente nombrable, denominable de una manera que es puro hecho: no es por nada que pone en juego la función del ombligo".
Subrayo que se hable de límite del análisis, esto corresponde al fenómeno de despersonalización si se quiere esa especie de desvanecimiento del sujeto cuando pierde los soportes imaginarios de sus identificaciones, es decir cuando se agota su sentido. Lo que en la clínica del fin del análisis se llama en el Campo Freudiano los momentos de destitución subjetiva.
"Efectivamente - continúa Lacan- es a un ombligo particular, al de su madre, que alguien se encontró en suma suspendido ... del cordón umbilical. Es evidente que no está suspendido del de su madre, sino de su placenta. Es del hecho de haber nacido de ese vientre y no del otro lado que un cierto ser hablante... lo que designo con el nombre de parlêtre, [ juego de palabras entre hablar parler y ser être] (hablante ser sería redundante) lo que viene a ser otra designación del inconsciente, es por haber nacido de un ser que lo deseó o no lo deseó, pero que por ese sólo hecho lo sitúa de cierta manera en el lenguaje; que un parlêtre se encuentra excluido de su propio origen, y la audacia de Freud en esta ocasión, es simplemente decir que, de eso, se tiene en algún lado la marca en el sueño mismo....el hecho de poder figurarse en el sueño, conserva la marca en algún lado de un punto donde no hay nada que hacer".
Esto quiere decir que también tenemos un ombligo psíquico, como cicatriz, letra traza, tal vez significante unario, que no siendo lenguaje da cuenta del encuentro primero del sujeto con el significante. Como estigma del desconocido deseo del Otro primordial, que no por nada Lacan llamó en el Seminario VII como das Ding, la madre como uno de los nombres de La cosa.
"Es ese justamente el punto de donde sale el hilo, pero ese punto está tan cerrado como está cerrado el hecho de que ha nacido en ese vientre y no en otro lado, que está en el sueño mismo del estigma, puesto que el ombligo es un estigma...Hay algo que no por nada se resume en una cicatriz, en un lugar del cuerpo que hace nudo y que ese nudo es puntuable, tampoco en su mismo lugar por supuesto, puesto que hay allí el mismo desplazamiento que está ligado a la función y al campo de la palabra.
En el campo de la palabra hay algo que es imposible de reconocer...El Un designa , propiamente hablando la imposibilidad, el límite...Cuando hablamos del Unerkannt [ lo "inconocido" o no reconocido] , quiere decir lo imposible de reconocer. No sólo es una cuestión de hecho, es una cuestión de imposibilidad".
Relaciono este imposible con la máxima resistencia proveniente de lo real. Allí la resistencia es un nombre de lo imposible a decir por ejemplo, de lo real del inconsciente. " no cesa de no escribirse - dice Lacan- , es ahí lo que me parece el sentido del Unerkannt en tanto que Urverdrängt [lo reprimido originario]. No hay nada más que sacar de ahí. Es lo que Freud designa hablando del ombligo del sueño...De manera que eso designa una analogía, enteramente igual a lo que acaban de designar como real pulsional". Lo no reconocido que literalmente
En la carta 125, de Freud a Fliess y fechada del 9-12-99, declara que "la inteligencia es siempre débil, y para el filósofo es fácil transformar la resistencia interna en contradicción lógica" (12). Si se sacaran las consecuencias de este dicho encontraríamos un apoyo para entender la enunciación de Lacan según la cual todos somos débiles mentales, en la medida en que estamos presos de la pasión de la ignorancia. No hay pulsión de saber, en cambio si pasión por desconocer, por no querer saber, en ese sentido también podría hablarse de las resistencias como forma del no querer saber, en la misma serie de la denegación, la represión, la forclusión o el desmentido. La resistencia del sujeto en tanto ellas son formas de la coherencia misma de la construcción neurótica, quiere decir que aquello con lo que se organiza el sujeto para que su deseo pueda subsistir como deseo y no entrar en el lugar del deseo del otro, de algún modo colocarse al abrigo del deseo del Otro como tal. A interponerse entonces entre su manifestación más profunda como deseo, y el deseo del Otro, esa distancia; También la racionalización es una forma de volver palabra sin consecuencias aquello que exigiría al sujeto una renuncia de su goce, esta es una forma de resistencia que Freud encuentra en el filósofo, pero que también encontramos tanto en la clínica de la neurosis obsesiva, como en el tratamiento de los opositores del psicoanálisis, para cuyas objeciones Freud también emplea el término de resistencia al psicoanálisis.
Resistencia y placer
En la Psicopatología de la vida cotidiana (1900-101) Plantea Freud que hay un grupo de casos:
"en los que la participación del contenido de un texto en el error que se comete en su lectura es considerable. En tales casos, el contenido del texto es algo que provoca una resistencia en el lector o constituye una exigencia o noticia dolorosa para él y la equivocación altera dicho texto y lo convierte en algo expresivo de la defensa del sujeto contra lo que le desagrada o en una realización de sus deseos. Hemos de admitir por tanto, que en esta clase de equivocaciones se percibe y juzga el texto antes de corregirlo, aunque la consciencia no se aparte en absoluto de esta primera lectura" (13).
El displacer o dolor psíquico es fuente de la resistencia a la admisión de ciertos contenidos que el sujeto prefiere deformar, es una forma del no querer saber, esto nos vincula la resistencia al juicio y corrección del texto de manera inconsciente y conforme a una defensa contra el displacer. La resistencia aparece entonces articulada al juicio y al servicio de una deformación del contenido percibido. La resistencia falsea el juicio a partir de una inatención de lo leído por huir del dolor o displacer que el contenido causa.
Veremos las intrincaciones de la resistencia y el juicio en la Verneinung de Freud. En cuanto a la relación entre resistencia y deformación implicados en el error de lectura está ya explícitamente descrita en la relación entre la resistencia y la censura.
En esta misma línea de pensamiento encontramos los olvidos de impresiones o propósitos, en particular del recuerdo de impresiones penosas y a la representación de recuerdos desagradables (14). Aquí la función afectada por la resistencia no es la atención o percepción como en la lectura, sino la memoria, por razones de factores afectivos, es decir por fuerzas defensivas contra lo penoso o desagradable. Freud ilustra esto con un aforismo de Nietszche: "Has hecho esto, me dice mi memoria. Eso no puedes haberlo hecho, dice mi orgullo, cede la memoria" (15).
Podríamos decir que la resistencia en este sentido está al servicio del principio del placer. Se opone al displacer falseando el juicio y con él la memoria, la atención o la percepción para deformar contenidos susceptibles de provocar el displacer. Esto hace parte de lo que Freud llama en este texto un: "impulso defensivo elemental contra las representaciones [significantes] susceptibles de despertar sensaciones desagradables, impulso sólo comparable al reflejo de fuga [resistencia] ante los estímulos dolorosos" (16).
Esa elementalidad, puede reencontrarse en la situación analítica, cuando el sujeto próximo a tratar situaciones vividas displacientemente, encuentra obstáculos no sólo en sus asociaciones, sino en la realidad, multiplicando una serie de pequeños accidentes: lluvias, trancones en el tráfico, olvidos de la hora, etc. que impiden o por lo menos aplazan la confesión de dichos pensamientos penosos (17). Esta es la concepción, si se quiere, clásica de la resistencia.
Esta tendencia defensiva elemental o resistencia pone en obra la Psicopatología de la vida cotidiana, produciendo lapsus de lectura, olvido de propósitos, torpezas o actos fallidos o de término erróneo en general (18).
Es una ilustración de la coherencia entre el fenómeno analítico y el lenguaje. Por cuanto todos estos fenómenos se recogen en las perturbaciones de la cadena asociativa. Reencontramos así lo que hemos llamado con Lacan, resistencia del lenguaje. Pues el fenómeno analítico como tal está estructurado como un lenguaje, lo que está en coherencia con la debilidad mental generalizada. "Todo fenómeno que participa del campo analítico, del descubrimiento analítico, de aquello con lo que tenemos que ver en el síntoma y en la neurosis está estructurado como un lenguaje" (19).
Más allá del inconsciente está la transferencia
Y agregamos algo que Lacan enuncia en otro lugar:
"Al comienzo del psicoanálisis, ese más allá [de los lazos, de los motivos racionales, de los sentimientos a los que podemos acceder] es el inconsciente, en tanto que no podemos alcanzarlo, es la transferencia en tanto que es verdaderamente lo que modula los sentimientos de amor y odio, que no son la transferencia. - La transferencia es aquello gracias a lo cual podemos interpretar ese lenguaje compuesto de todo lo que el sujeto puede presentarnos, lenguaje que, fuera del psicoanálisis es, en principio, incompleto e incomprendido. Es eso, el más allá del principio del placer. Es más allá de la significación. Los dos más allá se confunden" (20).
Es una definición de la transferencia, más allá del inconsciente como significación, como espacio donde pueden alcanzarse el inconsciente mismo pero no bajo la forma de sentimientos sino de lenguaje. El psicoanálisis es un asunto de palabras y es en esos términos que la transferencia importa al analista.
La resistencia no es la represión
El texto llamado El método psicoanalítico de Freud es escrito en tercera persona, de la misma manera que las "dos notas sobre el niño" que Jacques Lacan obsequió a Jenny Aubry. La importancia de este texto de Freud es que es el primer escrito técnico, dedicado entonces a describir su procedimiento. Es Freud hablando del psicoanálisis como técnica lo que viene, como veremos, a corroborar lo que hasta ahora hemos deducido indirectamente de sus historiales y textos teóricos. Allí el autor explica que:
"las amnesias son el resultado de un proceso al que da el nombre de represión y cuyo motivo ve en sensaciones displacientes. En la resistencia, que se opone a la reconstitución del recuerdo cree vislumbrar las fuerzas psíquicas que produjeron la represión...El factor "resistencia" ha llegado a ser luego uno de los fundamentos de su teoría. En las ocurrencias espontáneas generalmente desatendidas, ve ramificaciones de los productos psíquicos reprimidos (ideas e impulsos) o deformaciones impuestas a los mismos por la resistencia que se oponen a su reproducción. Cuanto más intensa sea la resistencia, tanto mayor será la deformación" (21).
La resistencia no es la represión es el fundamento de la teoría de Freud, aunque encuentra también su motivo también en el displacer. Aquí se impone esa diferencia; la represión es un mecanismo psíquico que se ejerce sobre un material a partir de dos fuerzas que se combinan: la primera es una repulsión de la consciencia de un significante susceptible de provocar displacer, esta repulsión combina su acción con una atracción ejercida por lo inconsciente reprimido originariamente y que se ejerce sobre ese mismo significante. En esta época el trabajo del analista es descrito como un trabajo inverso a la represión, porque al contrario de ésta, su acción consiste en traer a la consciencia lo que está en lo inconsciente. Pero, en esta labor, el analista se encuentra algo que no es del orden de un mecanismo psíquico como la represión, sino del orden de la situación analítica y que es la resistencia, como aquello que se opone, reitero, en el orden de la situación analítica a la emergencia del inconsciente hasta la consciencia. Por ello aunque la motivación sea igual para la una y la otra, a saber, la evitación del displacer que comporta la aceptación de ciertos contenidos por la consciencia, la represión y la resistencia son de naturaleza distinta. En cambio podemos decir que la resistencia es el guardián de lo reprimido en el ámbito de la cura.
De otra parte Freud subraya la noción de resistencia y la designa como uno de los fundamentos de su teoría, lo cual le da un estatuto nada desdeñable a esta noción, sin embargo caída en desuso en el ámbito lacaniano por lo menos, donde se le han dedicado muy pocos textos. Tal vez en virtud de que en la I.P.A. francesa de la época del 53´, se constituía en el desplazamiento que desnaturalizaba el psicoanálisis, cuando se aplicaban al análisis de las resistencias en detrimento del análisis del inconsciente; circunstancia contra la cual Lacan eleva sus críticas por ejemplo en el Seminario I, pero también es posible que sea una noción que reencontramos en la medida en que comencemos a estudiar ya no la incidencia de la clínica de lo imaginario y lo simbólico del primer Lacan, sino la clínica de lo real que se deduce de sus últimos textos, pues considero que la resistencia, es uno de los fundamentos de la teoría freudiana que denota lo irreductible del inconsciente a lo simbólico, lo irreductible de lo que comporta de real, el goce.
w > R
Pero además se deduce del texto citado que la resistencia trabaja a favor del olvido. Freud le da a la resistencia un lugar importante en su obra, dice que es uno de sus fundamentos de su teoría, y verifica su acción en la deformación, que es algo que aclaramos en la relación entre censura y resistencia.
Hablando de la hipnosis dice de ella que "encubre la resistencia oculta así, a los ojos del médico, el funcionamiento de las fuerzas psíquicas. Pero no vence la resistencia, sino que se limita a eludirla, y de este modo sólo procura datos incompletos y éxitos pasajeros".
Es claro como, en busca de un rigor, Freud abandona la investigación de las neurosis en la vía científica de su época, a saber, el hipnotismo y la sugestión de la que Freud se priva. Y es la búsqueda de la verdad aquello que lo conduce a renunciar a estos procedimientos. Vemos como Freud concibe el trabajo analítico como vencimiento de la resistencia, lo cual podría proponerse en una fórmula:
w > R
El símbolo w representa el trabajo analítico y la R la resistencia al mismo; hay una relación de fuerzas entre ambos a mayor trabajo, menor resistencia y viceversa.
La tendencia de Freud es la de obtener una confesión, descubrir un secreto. Es la manera de resolver dice las amnesias. "Empleando una fórmula más amplia, puede decirse también que se trata de hacer accesible a la consciencia lo inconsciente, lo cual se logra con el vencimiento de la resistencia. Pero no debe olvidarse que semejante estado ideal no existe en el hombre normal y que sólo raras veces se hace posible llevar tan lejos el tratamiento" (22). Vemos que Freud no se hacía demasiadas ilusiones terapéuticas.
En otro escrito técnico de la época, 1904, llamado Sobre psicoterapia (23) Freud coloca la sugestión hipnótica y el análisis en comparación, mediante una metáfora. Dice que tales procedimientos son comparables a la pintura y a la escultura respectivamente, en cuanto el primero procede per via di porre, es decir colocando algo sobre lo que ya está, y el segundo procede per via di levare. Quitando por ejemplo la piedra para descubrir la figura. Es una bella metáfora para explicar como las psicoterapias en la vía de la sugestión, no pueden sino reforzar los puntos fuertes del carácter, o en todo caso poner encima como la pintura, motivaciones suplementarias, colores nuevos, sin averiguar la causa por ejemplo de un síntoma. Se trata de agregar a lo habido otra cosa. Un consejo, un refuerzo, una reeducación, un mandato. Mientras el psicoanálisis, procede como la escultura, no agregando sino quitando, liberando, tal vez como decía Miguel Ángel de su escultura, que aquello que hacía era liberar la figura de la piedra que la cubría. Es una metáfora muy narcisista porque es pensar que el resultado del análisis es una obra de arte, y ustedes saben que nunca se puede garantizar tal resultado. Paro hasta cierto punto la comparación es válida desde el punto de vista del procedimiento. El cual es mas bien del orden de despojar de los síntomas, de las represiones, de las identificaciones, como pelar la cebolla dirá Lacan en algún lado, lo cual hace saltar las lágrimas, y al final no hallar la obra de arte sino la nada, que ya es algo.
El primer procedimiento dice Freud: "tiene el inconveniente de ocultarnos el funcionamiento de las fuerzas psíquicas no dejando reconocer la resistencia con la cual se aferran los enfermos a su enfermedad y se rebelan contra la curación, factor que es precisamente el único que puede facilitarnos la comprensión de su conducta en la vida". Al análisis en cambio, no le queda más que contar con esas resistencia y afrontarlas, si quiere en verdad encontrar la causa.
En un pasaje del texto anterior El método psicoanalítico de Freud, aparece un cierto pensamiento según el cual habría la posibilidad de una profilaxis de la neurosis, por parte del psicoanálisis. Por ello Freud recomendaba que un análisis podía durar largo tiempo. Y esto quería decir para Freud "de seis meses a tres años, para un tratamiento eficaz". Después cambiará de opinión respecto a esta duración, recomendaba retomas de análisis cada cinco años, y finalmente dirá que hay análisis interminables por cuanto hay gente que lo necesita para poder vivir. Hoy nos causa cierta risa pensar en análisis "tan cortos". Pero hay que decir que ya en la época se preguntaba por este problema. De este modo Freud pensaba que se podían prevenir las futuras reacciones neuróticas en sus pacientes. Pero a medida que avanza su obra y su experiencia comienza a perder ese optimismo terapéutico, e incluso en algún lugar desaconsejaba a algunos de sus alumnos a liberar demasiado rápido del sufrimiento a un sujeto. Es verdad que esto produce lo que hoy llamamos un cierre del inconsciente; luego de resolver un problema puntual en su existencia, un divorcio tormentoso, una elección de profesión, por ejemplo, los sujetos tienden a abandonar el análisis. Freud en esta dirección escribía a uno de sus alumnos: "Le aconsejaría abandonar sus ambiciones terapéuticas y en su lugar tratar de comprender mejor lo que allí pasa. Cuando usted lo haga, la terapéutica se cuidará ella misma" (24). Es algo que apunta al deseo del analista, Freud no aconseja en primer lugar y a toda costa curar, sino comprender aquello de que se trata. La causa. En el fondo es que el deseo de curar no enrede u obstaculice la rememoración. Lo cual haría de ese deseo de curar una resistencia al trabajo de la asociación libre.
Pero si las ambiciones terapéuticas se veían diezmadas, Freud recurre con frecuencia a analogías pedagógicas. Es así que en el texto Sobre Psicoterapia señala algo que no deja de ser problemático:
"el descubrimiento y la traducción de lo inconsciente se lleva a cabo contra una continua resistencia del enfermo. La emergencia de lo inconsciente va enlazada a sensaciones de displacer, a causa de las cuales es rechazado siempre de nuevo. En este conflicto que se desarrolla en la vida anímica del enfermo interviene el médico. Si consigue llevar al enfermo a aceptar algo que hasta entonces había rechazado (reprimido) a consecuencia de la regulación automática determinada por el displacer habrá logrado llevar a buen término una parte importante de la labor educativa. Ya el hecho de mover a madrugar a un individuo que sólo a disgusto abandonaba el lecho es una labor educativa. Pues bien: el tratamiento psicoanalítico puede ser considerado como una segunda educación, encaminada al vencimiento de las resistencias internas" (25). En la versión francesa dice: "La cura analítica puede grosso modo ser como una reeducación de la capacidad de vencer las resistencias".
Es evidente que se trata de un símil, el grosso modo, y el cómo, lo evidencian. se trata de un procedimiento socrático que aspira a procurarle al analizante los instrumentos para vencer las resistencias y acceder a lo que desconoce de sí.
Esa reeducación no es entonces el adoctrinamiento de los pacientes sino la posibilidad de acceder a un saber que ellos mismos tienen aunque lo ignoren por ser inconsciente. Y su objetivo es simplemente aprender a vencer las resistencias para acceder al mismo, no es ni la adaptación social, ni la militancia en un ideal.
Freud sabía bien donde estaba el Supuesto Sujeto Saber, no en el analista como amo, ni maestro, sino en el analizante, es en esa dirección que a mi modo de ver hay que interpretar el que él piense que "la psicoterapia [psicoanalítica] busca restablecer un equilibrio y a hacer una especie de posteducación" (26)
Es diferente de una sugestión, decir una especie, sigue siendo una comparación. No dice que sea una posteducación. Pero si en Freud esto es una metáfora en otros psicoanalistas era algo literal. Por eso hablaban de reeducación emocional del paciente.
El analista como reeducador emocional, o director de consciencia hace parte de la impostura que Lacan quiere desalojar en su texto Variantes de la cura-tipo.
La dirección de la cura, consiste para Lacan en hacer aplicar la regla analítica fundamental, a saber la asociación libre. Es en apariencia simple, pero esto quiere decir que el analista debe saber hacia donde se dirige la cura, lo que implica saber qué es un fin de análisis.
Aquí vemos una gran diferencia de Lacan respecto a los analistas con los que polemiza en su época. Hay por ejemplo una referencia de Lacan a un artículo de Sacha Nacht, un eminente analista francés que dirige la obra que Lacan critica, un libro programa de la I.P.A. en la época llamado El psicoanálisis hoy, el artículo se llama Cómo termina el tratamiento analítico, donde pretende cerrar el debate sobre el final de las neurosis de transferencia, debate que al contrario, Lacan quiere abrir.
Nacht sin ningún pudor habla de reeducación del paciente y de su adaptación social. Retoma como válidos para siempre los criterios de fin de análisis designados por J. Rickman:
a) Levantamiento de la amnesia infantil, permitiendo una comunicación fácil entre el pasado y el presente en cuanto a los elementos del complejo de Edipo;
b) Capacidad de satisfacción genital heterosexual;
c) Capacidad de soportar las frustraciones libidinales sin defensa regresiva y sin ansiedad;
d) Capacidad de trabajar e igualmente, capacidad de soportar las diversiones;
e) Capacidad de soportar las pulsiones agresivas hacia sí o hacia los otros sin culpabilidad y sin que esto conlleve la pérdida del objeto de amor;
f) Capacidad de soportar el duelo.
Como verán, mas bien parecen los objetivos de un curso de capacitación que de un análisis y por supuesto no pueden adquirirse sino a través de una labor sugestiva.
Las resistencias a la pulsión
Otro sentido por lo menos curiosa de la noción de resistencia es la que se encuentra en los Tres ensayos para una teoría sexual (1905), allí, señala Freud a propósito de los homosexuales que algunos "se rebelan contra ella [la inversión] y la consideran una compulsión morbosa" (27). "Tal resistencia contra la compulsión homosexual - añade en una nota de 1910- pudiera constituir la condición necesaria para ejercer una influencia curativa para el sujeto por medio de la sugestión".
Aquí tenemos que interrogarnos por aquello que Freud pudiera entender por curación de la homosexualidad, pues parece ser que en virtud de la resistencia de un sujeto hacia su homosexualidad, consistiría en orientarlo hacia la heterosexualidad, pero por la vía sugestiva. Una vía de reforzamiento de la resistencia, es algo paradójico en virtud de la teoría de la pulsión que se deduce de los tres ensayos, y la concepción de la homosexualidad que se desprende de ellos. Porque justamente la diferencia entre pulsión e instinto está en que en virtud del lenguaje, el hombre ha podido hacer una desviación del fin, es decir la satisfacción directa de la pulsión sexual en el coito y con vías a la reproducción, y también puede hacer una desviación del objeto, dando lugar desde la zoofilia, hasta la necrofilia a toda una gama de perversiones. La perversión solo se encuentra en el género humano en virtud, digo, del lenguaje. Esto permite afirmar que la sexualidad humana es perversa. Lo normal y lo patológico aquí desdibujan su barrera. Luego entonces la homosexualidad no será más que una desviación de la pulsión sexual respecto del objeto. Es singular que sea la sugestión la que plantea como posibilidad de influencia curativa, es decir el reforzamiento de la resistencia del sujeto hacia su tendencia homosexual. Se trata de una resistencia contra la pulsión reforzada desde la acción terapéutica.
A propósito del masoquismo, en tato que "conexión de la satisfacción con el voluntario padecimiento del dolor físico o anímico producido por el objeto sexual" dice que "el dolor que en esta perversión ha de ser superado constituye, como antes la repugnancia y el pudor, la resistencia que se coloca en frente de la libido" (28).
La posición perversa, tal que Lacan la especifica en su escrito Kant con Sade, coloca al perverso en la posición de (a) en relación a un $, el perverso asume la posición de objeto para conducir al otro a un consentimiento, en el punto extremo de su división subjetiva, esto tiene que ver con lo que aquí Freud llama el voluntario padecimiento.
Lacan es discreto, no hace de Kant un sádico. El deseo sádico lo escribe en el lugar de la S sin tachar, es decir, en el sujeto natural, en el sujeto del pathos, en el de la sensibilidad, el placer y el dolor; en el sujeto patológico que padece en su cuerpo y en su sensibilidad. En el lugar de $, es en cambio un sujeto animado por una aspiración de un goce más allá del placer.
Sujeto Otro
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a-------------------------> $
deseo
La máxima kantiana de la ley moral excluye el motivo patológico, excluye toda causa patológica. Pide el sacrificio voluntario del objeto patológico a nombre del objeto de la ternura humana. Es la consecuencia de este tipo de resistencia contra la pulsión que coloca diques, como la moralidad, la repugnancia, el dolor, la ternura, el pudor, la compasión, diques que conducen a la renuncia del objeto patológico, la consecuencia sería que quedaría en el lugar de la pulsión la ley moral, es lo que queda del fantasma cuando el sujeto queda solo en presencia y a merced del fantasma. El objeto cae.
$ à (a)
ß
El fundamento de la Metafísica de las costumbres de Kant es el de ocultar su objeto, porque muestra el objeto (a) como el objeto patológico, pero oculta el objeto causa del goce (sadiano), el objeto instrumento del goce, que condiciona al sujeto:
a Þ $ à (a)
Es así como coloca a la voz que gobierna y al sujeto sometido dentro de los componentes del fantasma.
Se preguntarán, si el perverso por ejemplo en La filosofía del tocador de Sade, lo que hace es levantar esta resistencia a la pulsión, haciendo caer los diques, ¿en que se diferencia del dispositivo analítico que también quiere vencer la resistencia y levantar la represión? Lacan decía sin embargo que el psicoanálisis no era una nueva perversión. Pero la pregunta está justificada por cuanto en la escritura del discurso analítico, igualmente su primera parte es (a) Þ $. La diferencia es que la posición del analista es la de semblante del objeto (a), no encarnación de ese objeto. Mientras el perverso en efecto encarna este objeto, contra la idealización del amor y de los diques morales, lo encarna para conducir el otro al límite de su división.
Es conocida la historia de Sade, en la cual el seductor endeuda al padre de la mujer que quiere para sus prácticas, buscada entre aquellas educadas por monjas en la alta moralidad, y luego le dice a ella que si no consciente mandará su padre a la cárcel, y la coloca en la división de salvar a su padre contra sus principios, esa es la verdadera perversión, llevar el sujeto a un punto límite de quiebre, donde dé un consentimiento contra sí mismo.
El analista en cambio, se fundamenta en otra ética, donde como semblante del objeto causa del deseo, pone a trabajar la división subjetiva del analizante, pero para que produzca los significantes amos que lo gobiernan, y pueda construir un opción, una posibilidad de elección no contra sí mismo, sino que reemplace los diques contra la pulsión por una ética desde donde pueda optar, haciéndose cargo de las consecuencias de su opción.
"ciertas perversiones se alejan tanto de lo normal, que no podemos por lo menos de declararlas patológicas, particularmente aquellas - coprofagia, violación de cadáveres- en las cuales el fin sexual produce asombrosos rendimientos en lo que respecta al vencimiento de las resistencias ( pudor, repugnancia, espanto o dolor ). Pero tampoco en estos casos puede esperarse con seguridad hallar regularmente en el sujeto otras anormalidades de carácter grave o perturbación mental" (29)
Si aparte de las prácticas perversas, un sujeto no presenta lo que Freud califica de patológico, esto confirma más aún que la sexualidad es perversa, es el punto que Freud señala como patológico. Pero a esto se opone la resistencia a la pulsión bajo la forma de diques que podemos calificar de culturales. Diques para conservar el sujeto, quien los ha creado mediante represiones e identificaciones superyoicas.
" La pulsión sexual tiene que luchar contra determinados poderes psíquicos que se le oponen en calidad de resistencia, siendo ellos los que más claramente se muestran: el pudor y la repugnancia. Aparece, pues, justificada la sospecha de que estos poderes participan en la labor de mantener la pulsión dentro de los límites de lo considerado como normal [culturalmente] y cuando se desarrollan tempranamente, antes que la pulsión sexual alcance su plena fuerza, son los que marcan la dirección del desarrollo de la misma" (30)
Aquí los diques contra la pulsión, la resistencia contra la pulsión, es ya nombrada poder psíquico, dichos poderes pueden marcar el desarrollo de la pulsión, cuando su acción es temprana, es decir que la resistencia a la pulsión, puede alcanzar la fuerza de la represión, todos esos poderes se refieren a un aspecto de la pulsión, el pudor y la vergüenza contra el exhibicionismo, la repugnancia contra la coprofagia, el dolor contra el sadomasoquismo, la compasión contra el sadismo, el espanto contra la necrofilia, la ternura y el amor contra las tendencias que tienden a hacer del objeto un instrumento de goce, la moralidad en general contra la pulsión sexual.
En una Adición 1915 Freud agrega:
"Estos poderes...como diques para el desarrollo de la sexualidad, pueden considerasen como residuos, históricos de inhibiciones exteriores experimentados por la pulsión sexual en la psicogénesis de la humanidad. Se observa que aparecen en el desarrollo del individuo en una época determinada y como obedeciendo espontáneamente a la llamada de la educación y de otras influencias ejercidas desde el exterior sobre el sujeto" (31).
Es la confirmación de que se trata de diques culturales contra la pulsión, es una idea de Freud tomada de Lank según la cual la ontogénesis es una repetición de la filogénesis, he desarrollado este punto a propósito de esta fantasía filogenética en otro lugar (32).
Pero esa idea de resistencia a la pulsión, si bien aquí se expone como en un enfrentamiento cultura o lenguaje contra la pulsión, se encontrará también como la resistencia de una pulsión contra otra, de la pulsión de autoconservación por ejemplo, contra la pulsión sexual. Pero lo paradójico, es que si en general esa resistencia a la pulsión protege al sujeto contra los embates de la misma, también, cuando dicha resistencia se intensifica, causa la neurosis:
"Los síntomas representan un sustitutivo de tendencias que toman su fuerza de las fuentes de la pulsión sexual...El carácter histérico deja revelarse una represión sexual que sobrepasa la medida normal y un desarrollo exagerado de aquellas resistencias contra la pulsión sexual que se nos han dado a conocer como pudor, repugnancia y moral, manifestándose en estos enfermos una aversión instintiva a ocupar su pensamiento en la reflexión sobre las cuestiones sexuales, aversión que en los casos típicos da el resultado de conservarlos en una total ignorancia sexual hasta los años de la madurez sexual" (33).
Si la dirección de la cura se encamina al levantamiento de las resistencias, eso explica además, por qué Lacan dice que hay que negarle el psicoanálisis a los canallas (34). Un análisis al permitir que caigan las identificaciones y con ella los diques no puede permitir que el que ha perdido la vergüenza o la culpa se quede en la salida cínica, como Dios ha muerto, todo está permitido, o como el Otro no existe nada me detendrá, eso sería igual a la máxima sadiana: "Puedo gozar de tu cuerpo sin límites, sin que nada me lo impida, puede decirme alguien, si un analizado, es verdad que pone en cuestión sus identificaciones e incluso ellas caen, la condición es que el sujeto, no obstante pueda hacer uso de ellas, ya no tendrá allí su convicción, pero puede usarlas, pues continua siendo un ser social.
Sobre la salida de "Dios ha muerto, todo está permitido", seguimos el comentario de Lacan a propósito de la diferencia entre censura y resistencia, a través de la novela de Raymond Queneu: On est toujours trop bon avec les femmes, La consecuencia para el psicoanálisis es más bien del orden nietzscheano, si Dios ha muerto, nada está permitido. Es lo que Freud demuestra en su Tótem y tabú, a la muerte del padre real, le sucede la instauración eficaz del padre simbólico, y desde allí son prohibidos el incesto y el parricidio.
Cuando el analizante deviene un sin vergüenza y sin culpa, cuando caen los ideales, ustedes ven que una ética urge. Mientras que canalla por excelencia es el que sin estar fuera de discurso como el psicótico, no respeta la ética del discurso en que se haya inscrito.
" La adquisición de las perversiones y su práctica encuentran, en él [en el niño] muy pequeñas resistencias, porque los diques anímicos contra las extra limitaciones sexuales; o sea, el pudor, la repugnancia y la moral, no están aún constituidos en esta época de la vida infantil o su desarrollo es muy pequeño. El niño se conduce en estos casos igual que el tipo corriente de mujer poco educada, en la cual perdura, a través de toda la vida, dicha disposición polimórfica perversa, pudiendo conservarse normalmente sexual, pero también aceptar la dirección de un hábil seductor y hallar gusto en toda clase de perversiones, adoptándolas en su actividad sexual. Esta disposición polimórfica, y, por tanto infantil, es utilizada por la prostituta para sus actividades profesionales, y dado el inmenso número de prostitutas y de aquellos a los cuales hay que reconocer capacidad para la prostitución, aunque hayan escapado a su ejercicio profesional, es imposible no ver en esta disposición a todas las perversiones algo generalmente humano y originario" (35).
Es como si la educación consistiera en la creación de la resistencia contra la pulsión sexual, en ella misma perversa polimorfa, o por lo menos de disposición perversa polimorfa. En lo que Freud ve lo humano y originario de la sexualidad. Esto explica los debates que se formaron en ciertas Escuelas psicoanalíticas sobre el Superyo femenino. Algunas decían que la mujer no tenían Superyo, lo cual no puedo dejar de asociar a la discusión religiosa de si tenían o no alma. Otras decían que tenían un superyó frágil. Cuando Lacan coloca la perversión del lado del hombre, para decirnos que los hombres tienen perversiones y las mujeres tienen niños, nos hace pensar que existe en la mujer una maleabilidad frente al fantasma del otro, al que se acomoda la histérica en nombre del amor, se presta a las más singulares perversiones para conservar el objeto amado o su amor.
Y esto Freud lo correlaciona en este pasaje con la construcción de una resistencia a la pulsión, no obstante señala más adelante que: "el desarrollo de esos diques sexuales - dice - (pudor, repugnancia, compasión, etc.) aparece en las niñas más tempranamente y encontrando una resistencia menor que en los niños" (36). Ahora se trata no de una resistencia contra la pulsión, sino una resistencia contra los diques que se instalan más dócilmente en la mujer que en el hombre, es decir que la noción de resistencia recibe una acepción más dinámica. Son este tipo de consideraciones que conducen a Freud a escribir el primero de sus ensayos antropológicos": La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna.
Allí, Freud habla del tercer grado de cultura donde se "restringe aún más la libertad sexual prohibiendo toda actividad de este orden fuera del matrimonio legítimo...El número de individuos fuertes que habrá de situarse en franca rebeldía contra las exigencias culturales aumentará de un modo extraordinario, e igualmente el de los débiles que en su conflicto entre la presión de las influencias culturales y la resistencia de la constitución se refugiarán en la enfermedad neurótica" (37). Es un sentido bastante singular, decir resistencia constitucional, podemos entender, resistencia pulsional, contra las influencias culturales, lo cual, en la acepción anterior nos ilustra que la resistencia cobra una dimensión más dinámica en psicoanálisis, sin ser inherente a ningún proceso, describe, indistintamente, cualquiera de las fuerzas en conflicto en relación a otra, resistencia de la pulsión contra la cultura, resistencia de los diques culturales contra la pulsión, igual a un paralelogramo de fuerzas, describirá la reacción de una contra otra, que en general tiene como consecuencia una resultante, el síntoma, la neurosis, las formaciones del inconsciente en general.
Notas
(1) Freud, Sigmund. Los orígenes del Psicoanálisis, p.3579
(2) Cf. Ramírez Mario Elkin, Emma objeto de la ciencia; sujeto del inconsciente, en Develamientos del fantasma y otras lecturas lacanianas, Verba Scripta, 1992, Medellín, p.121
(3) Cf. Ramírez, Mario Elkin. Develamientos del fantasma y otras lecturas lacanianas, Ed. Verba Scripta, 1993, Medellín, p. 131-132
(4) Cf. Ramírez y otros, Estudios con relación al síntoma en la obra de Freud, Ed. Ephemeros, Medellín, 1987, p. 191
(5) Lacan , Jacques. El Seminario, libro II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica analítica., Seuil, París, p.130
(6) Ibid, p.295
(7) Lacan, Jacques. El Seminario, libro VI, El deseo y su interpretación, lección del 17 XII 1958, inédito.
(8) Ibid, lección del 10 VI 1959
(9) Lacan, Jacques. El Seminario, libro XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Seuil, París, p.26
(10) Lacan, Jacques. El Seminario, Libro XII, Problemas cruciales del psicoanálisis, lección del 2 XII, 1964, inédito
(11) Lacan, Jacques. Respuesta a una pregunta de Marcel Ritter, el 26 de Enero de 1975, Lettres de lEcole # 18 abril, 76 p.8-12
(12) Freud, Ibid, p.3634
(13) Freud Sigmund, Psicopatología de la vida cotidiana, Obras Completas, Biblioteca Nueva, Madrid, Cuarta Edición, 1981, en III tomos, p.827.
(14) Ibid, p.848
(15) Nietzsche Federico Más allá del bien y del mal, II, 68
(16) Freud, Ibid, p.848
(17) Ibid, p.856
(18) Ibid p.857,925
(19) Lacan, Jacques. El Seminario libro III, Las psicosis, Seuil, París, p.187.
(20) Ibid p.222
(21) Freud, Sigmund. El método psicoanalítico de Freud, en Obras Completas, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1983. p.1004-1005
(22) Ibid, p.1005
(23) Freud, Sigmund. Sobre psicoterapia, Obras Completas...p.1009
(24) Citado por Frederick Redlich The concept of Schizophrenia and its implications fot therapy", en Eugene Brody y Frederick Redlich, Psychoterapy with schizoprenia, New York, International Universities Press, 1952, p.35.
(25) Freud, Sigmund, Ibid p.1013
(26) Freud, Sigmund, en Introducción al texto de Pfister: The psychoanalytic Method, Standar Edition, vol 12, p.330.
(27) Freud, Sigmund, Tres ensayos para una teoría sexual, (1905), Obras Completas, Biblioteca Nueva, T II, p.1173
(28) Ibid. p. 1186
(29) Ibid. pp. 1187
(30) Ibid. p. 1188
(31) Ibid.
(32) Ramírez Mario Elkin, Develamientos del fantasma y otras lecturas lacanianas, Verba Scripta, Medellín, 1992, p. 148
(33) Freud, Ibid, p. 1189
(34) Ramírez, Ibid. p.66
(35) Freud, Ibid. p. 1205
(36) Ibid, p. 1223
(37) Freud Sigmund, La moral sexual cultura y la nerviosidad moderna, en Obras Completas, Biblioteca Nueva, Madrid, T. II, p. 1255